El reparto de la tierra pública fue el principal instrumento de acumulación de tierras de la oligarquía argentina.
El reparto de la tierra pública fue el principal instrumento de acumulación de tierras de la oligarquía argentina.
José Hernández editorializó el 1º de septiembre de 1869 en El Río de la Plata: “Fue un gran error el que padeció Don Bernardino Rivadavia cuando en un decreto de 1822 dijo: ‘las propiedades de terrenos de un estado son las que más habilitan a la administración, no sólo para garantizar la deuda pública, sino para hacerse de recursos en necesidades extraordinarias’. Lamentable y profundo error que se ha ido trasmitiendo… los gobiernos pueden hallar en las tierras públicas una mina de riqueza, ciertamente… Nosotros negamos a los gobiernos el derecho de vender las tierras públicas, o de afectarlas a ninguna deuda, o de hacer de ellas un medio de crear recursos para las necesidades extraordinarias… el primer objeto que debe mirar la República (es): poblar sus tierras por el sistema que haga la mejor y más rica población. Para nosotros ese sistema consiste en la distribución de la tierra por pequeños lotes… En subdividir la propiedad lo más posible, reside el secreto de su mayor beneficio… No hay países más pobres y más atrasados, que aquellos donde la tierra está repartida en unas cuantas clases privilegiadas”.