El desplome se produjo en dos tiempos. El primero abarcó básicamente los años 1989 y 1990 y tuvo su punto más elevado en la histórica caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. En los países del Este de Europa se desató una oleada de gigantescas demostraciones de masas y puebladas contra la dominación rusa y el despotismo socialfascista. Entre agosto y fin de 1989 cayeron los gobiernos de esos países, todos ellos, salvo Rumania, obedientes en lo esencial al bastón de mando de Moscú (Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Alemania Oriental). En 1990 se disolvieron el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) y el Pacto de Varsovia y el Kremlin tuvo que comenzar de inmediato el retiro de sus fuerzas militares. También cayeron los gobiernos de Yugoslavia y Albania, que no se sometían al socialimperialismo y se declaraban comunistas.
En 1991 culminó el segundo (y definitivo) tiempo del colapso: la disolución de la URSS y la declaración de independencia de todas y cada una de las 15 repúblicas que la integraban.
Los hechos muestran que se influyeron recíprocamente el ascenso en la URSS de los movimientos de las nacionalidades oprimidas y el síndrome de Afganistán, por un lado, y, por el otro, la oleada de luchas en Europa Oriental.
En la ex Unión Soviética no hubo una revolución que derrocara a determinada clase del poder y la sustituyera por otra clase social. Dejó de existir el estado único, el Centro, pero en la Federación Rusa –la principal, de lejos, de las ex repúblicas soviéticas- se mantuvo lo esencial del aparato del estado moldeado por la burguesía burocrática monopolista y a su servicio.
En nuevas condiciones la burguesía burocrática monopolista siguió y sigue ocupando una posición dominante y controla los resortes decisivos del poder en la Federación Rusa.
Por consiguiente, en 1991 no hubo una revolución sino un golpe y un contragolpe el 19-22 de agosto y, en diciembre, el golpe final, la desintegración de la URSS.
En 1994 se reveló que el presidente yanqui George Bush (padre), proporcionó información secreta que contribuyó a que se impusiera Yeltsin. Según informó el 15 de mayo de 1994 la revista norteamericana The Atlantic Monthly, EEUU interceptó comunicaciones entre los mandos golpistas de los que surgía que el ejército no respaldaba el golpe y estos datos fueron transmitidos por la Casa Blanca a Yeltsin. No sólo los yanquis apoyaron a Yeltsin. Este destacó en primer lugar la declaración de Kohl condenatoria del golpe el mismo 19 de agosto y el agradecimiento que dirigió Yeltsin al presidente germano Von Weizsacker decía: “del hermano ruso a su hermano alemán”
Los de 1991 no eran los primeros golpes de estado ni fueron los últimos. En 1957, se produjo el golpe que derribó a la mayoría de los integrantes del Buró Político que mal que bien se oponían a los revisionistas, los seguidores del camino capitalista, y éstos consolidaron su hegemonía evidenciada en el XX Congreso del PCUS. Por su contenido de clase, este golpe de estado fue una contrarrevolución “pacífica” de la nueva burguesía que usurpó el poder de la clase obrera. En 1964, Jruschiov fue derrocado mediante un golpe “institucional”. Lo de 1991 no fue el último episodio golpista. A poco de iniciada la era yeltsiniana, en octubre de 1993, el ejército tomó por asalto el Parlamento y se produjeron combates que dejaron un saldo de 150 muertos.
¿Cuáles fueron los factores que llevaron al colapso de la URSS? Este es un tema muy complejo y muy polémico. El debate continúa. Algunos sostienen que la cúpula dirigente se autodestruyó, se suicidó políticamente. Consideran que la URSS se disolvió repentinamente por la traición de Gorbachov y por la habilidad de un supuesto agente de la CIA (Yeltsin).
Les guste o no, caen en la concepción idealista de la historia. Podemos hallar respuesta a los principales interrogantes planteados sólo mediante la investigación y el análisis de las clases y la lucha de clases en la Unión Soviética cuando era socialista y en la Unión Soviética socialimperialista, para lo cual es Mao Tsetung quien brinda las herramientas teóricas marxistas principales.
Hay un conjunto de factores que convergieron y provocaron el colapso de la URSS. Hemos tratado de abordarlos a lo largo de este trabajo. Entre ellos entiendo que los más importantes fueron la crisis económico-social y la rebelión de las nacionalidades no rusas. Las crecientes huelgas obreras y movilizaciones populares, el “síndrome de Afganistán”, la caída del Muro de Berlín y la pérdida de Europa del Este, la crisis ideológica y la agudización extrema de las contradicciones en la clase dominante fueron otros factores que operaron. Todo ello en un contexto de grandes cambios en la política norteamericana desde la asunción de Reagan a la presidencia.
En interacción con todos esos factores se desató una crisis política de gravedad sin precedentes en el imperio soviético.
La superpotencia norteamericana no venció a su rival en una guerra frontal. Fueron principalmente las contradicciones internas del imperio soviético las que causaron su colapso. Esas contradicciones fueron aprovechadas por los imperialistas rivales, sobre todo por los yanquis, y les permitieron triunfar en la “guerra fría”.
Fin del mundo bipolar
En 1991 la URSS dejó de existir. Se terminó el mundo bipolar. Quedó una sola superpotencia, EEUU, y se empeñó en imponer un mundo unipolar. Pero fracasó en este objetivo. Por su parte, Rusia, luego de una década turbulenta –en diversos momentos caótica y con peligro real de desintegración- ha entrado en una nueva etapa, de fin del retroceso, y juega crecientemente un papel importante.
Es cierto que la URSS era un contrapeso al predominio económico y la capacidad estratégica militar de la superpotencia yanqui. Pero sus intereses, como los de cualquier imperialismo, eran antagónicos a los intereses de los pueblos y países del Tercer Mundo. Basarse en los opresores rusos para enfrentarse con los opresores yanquis, se demostró, no conducía a la liberación. Sólo basándose en su propia fuerza, en la fuerza de todo un pueblo en pie de lucha, es posible aprovechar y utilizar las contradicciones interimperialistas.
La restauración capitalista en los ex países socialistas introdujo un cambio drástico en la correlación de fuerzas. Desde principios de los años 80 se desató una ofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo y el socialimperialismo a escala mundial contra las conquistas históricas de la clase obrera y los pueblos. Es importante subrayar que esta ofensiva se inició antes de 1991, como consecuencia de la restauración producida en 1957 en la URSS y luego en 1978 en China. Se liquidaron mejoras obtenidas por el movimiento obrero en los países capitalistas y las grandes conquistas revolucionarias del proletariado y del campesinado en la Unión Soviética, en China y en los demás países antes socialistas. A comienzos de la década de 1990, el capital monopolista aprovechó el sinceramiento total de dicha restauración en la URSS, el derrumbe de ésta y el impulso abierto de la “economía de mercado” en China para continuar más a fondo esa ofensiva.
Los imperialistas, los reaccionarios y los revisionistas presentaron la caída de la URSS y de su bloque como “fracaso” del socialismo y del marxismo. Los jefes “comunistas” rusos (Gorbachov, Yeltsin y compañía), que juraban por Marx y Lenin, de la noche a la mañana, a mediados de 1991, repudiaron públicamente al socialismo y pasaron a rezar el catecismo capitalista.
Al respecto, reina todavía gran confusión en amplias masas. Con los poderosos medios masivos de difusión por ellas controladas, las clases dominantes en el Oeste, en el Este y en el Sur despliegan una inmunda campaña destinada a falsificar la historia y a desacreditar las gloriosas revoluciones que conmovieron al mundo a lo largo del siglo 20.