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20 de diciembre de 2011

En su acuerdo con los monopolios, el gobierno kirchnerista ha colocado en la vereda de enfrente a Moyano, después de 8 largos años de mutuos favores. ¿“Fuegos de artificios” o una ruptura de verdad? La lucha lo dirá.

Grietas en el frente kirchnerista

Hoy 1400 / La hora política

1. Los acuerdos por arriba

1. Los acuerdos por arriba
Tras el triunfo electoral de Cristina Fernández con el 54% de los votos, los sectores de burguesía intermediaria y monopolios imperialistas dominantes, aceptando su conducción al menos por ahora, buscaron rápidamente encolumnarse tras ella dejando de lado anteriores heridas, como se graficó por ejemplo en la presencia de Paolo Rocca (Techint-Tenaris) y hasta el propio Hugo Biolcatti (Sociedad Rural) en la Conferencia de la Unión Industrial a apenas un mes de las elecciones. Sólo Magnetto (grupo Clarín) quedó afuera.
Ante ese “parlamento”, Cristina Fernández expuso los lineamientos del “acuerdo”: ninguna prohibición al giro de utilidades al exterior,  oposición a una ley que garantice la participación de los trabajadores en las ganancias (tal cual lo establece el artículo 14 Bis de la Constitución), ponerle un techo salarial a las paritarias y una “reglamentación” que recorte el derecho de huelga, con el argumento de la “extorsión”. Apuntando a debilitar la resistencia al ajuste, pretende así marcar la cancha al movimiento obrero, personificando el enemigo en Moyano, quien hasta las elecciones fuera uno de sus principales aliados (como hasta las elecciones anteriores había ocurrido con Magnetto).
Este posicionamiento quedó claramente expresado en el discurso de reasunción: así dijo que “con nosotros, derecho de huelga hay; pero derecho de huelga, no de chantaje ni de extorsión”, cargando además contra los sindicatos petrolero y docente de Santa Cruz, acusándolos de provocarle pérdidas millonarias al fisco (de paso, son los que más pagan del impuesto al trabajo), y advirtió que los maestros, al igual que los alumnos, deberían ser evaluados, coincidiendo también en esto con Mauricio Macri.
No es de subestimar, entonces, que entre el “paquete” de leyes que apura en el Congreso, esté la llamada ley antiterrorista que incorpora un nuevo agravante para todos los delitos del Código Penal por el que se duplica la pena a cualquier acto político, social o individual que bajo la decisión arbitraria de un juez esté dirigida a “obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo. Es decir, que transforma en “terrorista” a cualquier movimiento de trabajadores, estudiantes, pueblos originarios, derechos humanos, vecino o ciudadano que intente reclamar por sus derechos, como han denunciado las organizaciones de derechos humanos.
 
 
2. La respuesta de Moyano
Los términos del acuerdo de Cristina Fernández con los empresarios (“La competitividad va a ser el gran desafío de la etapa que viene”, sostuvo), implica descargar el peso principal de los ajustes (“sintonía fina”, lo llama) sobre los trabajadores y el pueblo. Y, en política, deshacerse del “cuco” que su marido y ella usaron durante más de 8 años para subordinar a sus rivales y mantener encorsetado al movimiento obrero.
A Moyano no le quedó otra que ubicarse en la vereda de enfrente donde lo colocaban. Aunque un poco tardíamente pues recién recordó que “en muchos casos y distritos los candidatos del PJ ganaron las primarias fueron dejados de lado y en su lugar fueron incorporados otros candidatos que no conocemos o que tienen poco que ver con el peronismo”. Y, sin un dejo de autocrítica, le recordó a la presidenta que por su pedido había puesto a trabajadores del gremio como fuerza de choque contra los piquetes chacareros en la rebelión agraria de 2008. “Así paga el diablo”, recordemos que dijo Perón…
De todas maneras, por ahora, Moyano ha renunciado a las “cascaras vacías” de las conducciones del justicialismo bonaerense y nacional, y, defendiendo su propio pellejo, ante el apriete del gobierno kirchnerista, reivindicó que la plata de las obras sociales es dinero de los trabajadores, que se discrimina a los hijos de los trabajadores con los topes al salario familiar, que no se ha dado el plus de todos los años a los jubilados y que se debe “reducir o eliminar” el impuesto a los salarios a los trabajadores: “Parece que la crisis la tienen que pagar los trabajadores. Esto no lo podemos permitir. Que paguen la crisis aquellos que el mismo gobierno se ha encargado de decir que ganaron mucho dinero; que paguen la crisis ellos”, remarcó.
No obstante dejó la puerta abierta a “un acuerdo” con los monopolios y el gobierno, si aquellos se comprometen a rebajar o moderar los aumentos de precios y el gobierno restituye el dinero adeudado por dos años a las obras sociales, eleva el mínimo o hace desaparecer el impuesto al trabajo, revisa los topes y eleva el salario familiar, actualiza la ayuda escolar por cuatro años congelada y paga el plus de fin de año a los jubilados.
 
 
3. De cara a la lucha
Todas esas son reivindicaciones justas de los trabajadores, cuya obtención no puede estar condicionada a aceptar las limitaciones en las paritarias, con la que los empresarios y el gobierno pretenden aplicar la “sintonía fina” de la competitividad, recurriendo al mismo arsenal económico con el que Domingo Cavallo y De la Rúa pretendieron en su momento “salvar al modelo” de la convertibilidad. No sólo con “fuegos de artificio” vamos a impedir que la crisis la vuelvan a pagar los trabajadores y el pueblo.
Nosotros, los clasistas y revolucionarios, redoblamos la batalla por recuperar los cuerpos de delegados y comisiones internas en las empresas, así como en todos los gremios. Vamos a reforzar nuestro trabajo unitario en la CTA que dirige el compañero Pablo Micheli, y coincidiremos en unidad de acción con todos aquellos que peleen para impedir que los trabajadores y el pueblo paguen de nuevo la crisis.
Poniéndonos de cara a esta lucha debemos continuar reagrupando todas las fuerzas posibles de ser unidas, sin que ello implique abandonar ninguna de nuestras banderas ni la independencia de clase. Por el contrario, de ello depende que avance en lo inmediato ese reagrupamiento y se direccione hacia la revolución agraria y antiimperialista, por lo que sigue siendo clave la lucha por la campaña de afiliación del PTP, que ayude a fortalecer el PCR y la JCR y sus organizaciones en el movimiento obrero y en todos los sectores populares, patrióticos y democráticos.