La actual presidenta, Dilma Rousseff, recortó gastos en el presupuesto por el equivalente a 120.000 millones de pesos argentinos, el mayor recorte de toda la historia brasileña; congeló los salarios de los trabajadores estatales, y congeló las vacantes en la administración pública. Se habla de aumento de la edad para jubilarse, entre otras medidas de ajuste. Mientras hacía este ajuste, la presidente aportó fondos al FMI para que este organismo imperialista auxiliara a la Unión Europea.
La actual presidenta, Dilma Rousseff, recortó gastos en el presupuesto por el equivalente a 120.000 millones de pesos argentinos, el mayor recorte de toda la historia brasileña; congeló los salarios de los trabajadores estatales, y congeló las vacantes en la administración pública. Se habla de aumento de la edad para jubilarse, entre otras medidas de ajuste. Mientras hacía este ajuste, la presidente aportó fondos al FMI para que este organismo imperialista auxiliara a la Unión Europea.
Hay que tener en cuenta que en Brasil, particularmente durante la presidencia de Fernando Enrique Cardoso, se produjo el mismo proceso de privatizaciones que vivimos en la Argentina en los 90. Esas privatizaciones liquidaron, por monedas (igual que en nuestro país) lo fundamental de la industria estatal brasileña: petróleo, telefonía, mineras, hierro, uranio, oro, tecnología militar, aviación, fármacos, etc. Es notable que Cardoso es presentado en la Argentina como “un gran político e intelectual”, cuando no ha sido más que otro Menem. El capital imperialista creció no sólo en las ramas privatizadas, sino también en la alimentación, bebidas, soja y carne. Además, Cardoso cerró áreas de tecnología estratégica (como hizo Menem con Falda del Carmen y el misil Cóndor 2).
Lula no sólo mantuvo las privatizaciones de Cardoso, sino que siguió desnacionalizando puertos, aeropuertos y aviación.
El PC do Brasil ha jugado un papel clave en las privatizaciones, sobre las que crecen las denuncias por la corrupción con que fueron realizadas.
Estas políticas de desnacionalización y desindustrialización en áreas de tecnología avanzada, son mantenidas por Dilma Roussef. “Según datos del Ministerio de Desarrollo, en agosto de 2011, las exportaciones de productos básicos representaron el 44,27% (55.822 millones de dólares) de las exportaciones brasileñas, en cuanto a las ventas externas de manufacturas fueron solamente el 39,74% (50.100 millones de dólares). La involución es clara: por primera vez desde 1978, la exportación de productos básicos (commodities) superó a la exportación de manufacturas”. “Los automóviles, en su totalidad producidos por empresas multinacionales de Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia, son el 2,22% de las exportaciones”. “En los años de 1980, la participación de la industria de transformación en el Producto Bruto Interno era del 33%; hoy, no pasa del 16%. La relación manufacturas-exportación, que llegó al 59% en ese mismo período, se estacionó en el 40%”. (Luis Falcâo, “El crecimiento capitalista aumenta la sumisión de Brasil al capital extranjero”, La Verdad, 11/2011).
Según el ministro de Ciencia y Tecnología: “Brasil vende 1.700 toneladas de soja, o 21.500 toneladas de hierro para poder comprar apenas una tonelada de semiconductores (elemento base de la electrónica) de China”. Un profesor uni- versitario ha dicho: “Estamos cantando la música china. Cantando por exportar gallinas y soja y mineral de hierro. Pero eso nunca dio futuro a nadie” (Folha de Sao Paulo 12/6/2011, citado por Luis Falcâo, La Verdad, 11/2011).
¿”Verde amarillo”?
Para reunir reservas por 352.000 millones de dólares, incluyendo bonos del Tesoro de Estados Unidos que tienen un interés del 0,4%, Brasil vende bonos de su deuda pública que pagan el 11,5% de interés, con lo que pierde 40.000 millones de dólares por año.
Lula dijo que Brasil había pagado su deuda externa. Lo que no dijo es que su gobierno fue reemplazando endeudamiento externo por endeudamiento interno. Igual que los Kirchner en la Argentina que meten la mano en el Banco Central, el Nación, la Anses y el PAMI, el endeudamiento interno del Estado brasileño ha crecido a un billón trescientos mil millones de reales. Es conocido que Brasil paga intereses que están entre los más altos del mundo. En total la deuda y se estima en tres billones de reales, y gran parte del presupuesto va a pagar esa deuda. El 76% de la deuda está en manos de los bancos. Con la penetración del capital imperialista por las privatizaciones, crecen las remesas de ganancias de esos monopolios a sus casas centrales. Esas remesas pasaron de 25.500 millones de reales en julio del 2010 a 35.500 millones en julio del 2011. El capital extranjero está presente en 17.605 empresas que representan el 63%% del PBI.
Embraer, la gran empresa fabricante de aviones, fue privatizada en 1994 en apenas el equivalente a 360 millones de pesos argentinos. La empresa es controlada por el Fondo de Pensiones de los funcionarios del Banco de Brasil (14,2% de las acciones), el Banco Nacional de Desarrollo (5%) y el Banco Bozano (10,4%). Pero el 70%% de las acciones de Embraer está en manos de inversionistas de la Bolsa de Valores de Nueva York, con tres fondos de inversiones de Estados Unidos: Janus Capital Management, Oppenheimer y Thortnburg Investments.
Lula dijo que iba a crear una “multimanacional verdeamarilla” (es decir, brasileña). El Banco Nacional, con ese objetivo, invirtió mucho dinero en Ambev (cerveza) surgida de la asociación de Brahma y Antarctica, que compró varias empresas en América Latina, entre ellas Quilmes en la Argentina. Finalmente, la belga Interbrew anunció que había comprado el 71% de las acciones con derecho a voto.
Petrobrás tiene el 51% de su capital bajo control privado. El 35% de ese capital es extranjero. Lo mismo ocurre con Vale do Río Doce. Las constructoras de grandes obras, Oderbrech, Camargo Correa, Andrade Gutiérrez y OAS se han asociado a grandes bancos. Y los bancos tienen actualmente las mayores ganancias de su historia.
Otro de los monopolios “verdeamarillos” fue la unión de Brasil Telecom con OI. Dos años después de haber gastado el Estado brasileño en esa empresa 7.500 millones de reales, Portugal Telecom se adueñó de la misma.
El otro Brasil
Actualmente el gobierno reconoce que hay 16 millones de personas que viven en la miseria, y 79 millones en la pobreza. Ante el crecimiento de la pobreza, el gobierno pasó de dar un auxilio a 5 millones de familias que vivían en la pobreza en el 2005, a 13 millones ahora. El gobierno les entrega la “bolsa familia” que va del equivalente a 73 pesos argentinos a 734 pesos. En la caña de azúcar y la madera hay 20.000 trabajadores esclavizados.
Las luchas de los trabajadores crecieron en el año 2011: fue el año de mayor cantidad de huelgas durante el gobierno del PT. Particularmente las de los estatales, docentes y trabajadores de la construcción de obras públicas. Son huelgas prolongadas, de 30.000, 40.000 trabajadores y algunas hasta de 300.000, porque el gobierno no cede en la congelación de salarios.
Los profesores de la educación media paralizaron las clases en 17 provincias, sus salarios están por debajo del mínimo (que es más bajo que el de la Argentina). Otras grandes huelgas de docentes hubo en Belén, San Pablo, de los petroleros, de 25 días de los bancarios. Y en el último tiempo, las medidas de ajuste de Dilma han llevado a huelgas muy combativas, como la de más de un mes de los trabajadores de la construcción en los estadios para el próximo mundial de fútbol, que en el caso de los obreros que están remodelando el Maracaná, en Río de Janeiro, quemaron las instalaciones en las que los forzaban a vivir en las peores condiciones, y fueron violentamente reprimidos.
Hay un retroceso en la cuestión de la tierra. De la mano de la soja, la caña de azúcar y los agronegocios crece el latifundio que ya acumuló 30 millones de hectáreas en manos de extranjeros según el Movimiento Sin Tierra. Los latifundios abarcan el 45% de la tierra. Históricamente, la dominación europea se asoció con el latifundio y el trabajo esclavo primero, luego semiesclavo, y ahora con las peores condiciones de explotación capitalissta. Hoy Brasil está en condiciones de producir una inmensa cantidad de alimentos para el mundo, pero gran parte de su pueblo pasa hambre.
Los dos partidos coinciden en impulsar la lucha contra los monopolios imperialistas y los latifundistas que son responsables de la crisis, y las políticas de los gobiernos que la descargan contra los trabajadores y los pueblos. También, en el crecimiento de los factores de guerra, instrumento de los imperialismos ante la crisis. Y que, en definitiva, la lucha antiimperialista, la revolución que nos libere de la opresión nacional y social, y el socialismo, es el camino de los trabajadores y los pueblos frente a la crisis.