Al Negro lo conocimos por el año 1985, en una campaña de afiliación al Partido del Trabajo y del Pueblo en la zona de quintas que rodean a La Plata. Se enganchó en vender rifas para el recién nacido PTP en su zona, Villa Elisa. Luego vendría la afiliación al PTP y al Partido Comunista Revolucionario, y el comienzo de un camino donde confluyendo viejos y nuevos afiliados del campo, (entre ellos su hermano Julio) se hizo la primera reunión de 17 medieros que en 1987 fundaron la Asoma. El estaba ahí.
Al Negro lo conocimos por el año 1985, en una campaña de afiliación al Partido del Trabajo y del Pueblo en la zona de quintas que rodean a La Plata. Se enganchó en vender rifas para el recién nacido PTP en su zona, Villa Elisa. Luego vendría la afiliación al PTP y al Partido Comunista Revolucionario, y el comienzo de un camino donde confluyendo viejos y nuevos afiliados del campo, (entre ellos su hermano Julio) se hizo la primera reunión de 17 medieros que en 1987 fundaron la Asoma. El estaba ahí.
Había nacido en Tucumán y su vida siempre estuvo ligada al trabajo agrario. Peón del tabaco, caña de azúcar, algodón, yerba mate; conoció bien la explotación, el trabajo duro y el sufrimiento. Siguiendo la “embalda” del tomate llegó hasta el sur y recaló por fin, ya con su mujer, nuestra querida camarada Meca, en las quintas de La Plata donde se estableció como mediero. Siempre fue mediero, porcentajero o, últimamente, ocupante.
Le gustaba relatar con orgullo lo que fueron esos años de “caminar” y hablar con los campesinos. Recordaba cuando los patrones nos cerraban las tranqueras o nos echaban, cuando en el Ministerio confundían a los medieros con vendedores de medias. Siempre se jactaba de haber sido uno de los primeros.
El nos abrió todas las puertas, fue la llave para ganar la confianza de muchos campesinos, nos enseñó mucho y a su vez aprendió en la práctica junto al Partido la necesidad de unirse en la lucha por recuperar su dignidad como hombre y como clase en la pelea por la tierra, y la reforma agraria, únicamente posible con la revolución.
Generoso y solidario, a pesar de las grandes discusiones sobre la unidad con los obreros y otros sectores, era el primero en proponer y juntar verduras para las carpas del Astillero, los docentes, los desocupados, etc.
Nunca se vendió, y no le faltaron ofertas. El comunismo lo fue ganando; se integró al Partido y fue miembro de la dirección de Zona durante una década, y delegado a tres Congresos.
Pudo ser más, desgraciadamente no aprendió a leer y escribir. Solía decir “Cuando uno no sabe leer y entrevista a un funcionario que está detrás de una máquina de escribir, enfrenta a dos enemigos, el funcionario y lo que sale de la máquina”
Errores, cómo podía no tenerlos. Pero más allá de las discusiones y las desavenencias honramos al Negro, porque peleó durante 30 años por la organización de los campesinos pobres y pequeños productores. Treinta años de lucha por fortalecer el Partido. Y durante todos esos años Manuel (El Negro Víctor) tuvo marcas. Dos marcas hasta su muerte: Asoma y el PCR.
Hoy debe estar “alegando” como, solía decir, con la Viole, Rafael, la Meca…, y tantos camaradas y amigos, sin duda preparándose para decir presentes en el día de la victoria final, porque los llevaremos con nosotros.