1. Un digno 30 aniversario
1. Un digno 30 aniversario
El 2 de abril, una enorme columna marchó hasta el vallado que protegía la embajada inglesa y leyó allí el documento unitario que reproduce esta edición de hoy. Desde el 20 aniversario de Malvinas no se veía una movilización tan nutrida. La integraban decenas de organizaciones sociales y políticas, con la gran presencia del PCR, con delegaciones llegadas desde Jujuy, Tucumán, Santa Fe, Mar del Plata, desde todo el Conurbano Bonaerense y la Capital Federal; también de la JCR, la CCC, la CEPA y otras organizaciones. Se repudió al imperialismo colonialista inglés, y el acto se desconcentró pacíficamente.
La columna del PCR y la JCR, también la de Convergencia Socialista, quedaron en el lugar, con cantos y quema de banderas inglesas. La policía K respondió con gases lacrimógenos e hidrantes defendiendo a la embajada pirata, a la que se debió haber expulsado hace mucho tiempo.
En todo el país, el pueblo, junto a los veteranos, rindieron homenaje a sus caídos y a la recuperación patriótica de las islas.
En Londres, el reaccionario y antiobrero gobierno del imperialismo inglés se burló de la Argentina. Su ministro de Defensa habló de la antigüedad de los aviones argentinos y la inexistencia de una defensa nacional que haga peligrar sus colonias en el Atlántico Sur. Sus “primos”, los yanquis, publicaron documentos secretos que desnudan su hipocresía: fingían “neutralidad”, como ahora hace Obama, le pasaban la información satelital del dispositivo argentino, y le entregaban misiles Stinger para que los ingleses dominaran el espacio aéreo. Solo una dictadura proimperialista podía confiar en esa “neutralidad” yanqui; “estrategia” nefasta para los combatientes argentinos.
Los monopolios de prensa inundaron el país con el “pensamiento” del gorilaje argentino, a la medida de los ingleses: repudiar la recuperación y la guerra nacional, autocrítica del pueblo por haberlas apoyado, al igual que Latinoamérica.
2. El acto oficial
La presidenta, en cambio, tuvo palabras de aliento para los veteranos de Malvinas. Dijo: “Memoria y honor para quienes lucharon en el frente, para quienes murieron combatiendo”, y ratificó la justeza del reclamo de soberanía denunciando el colonialismo inglés.
Al mismo tiempo, Cristina K ratificó su rechazo al carácter nacional de la recuperación y la Guerra de Malvinas. Ese carácter nacional fue sostenido, pasando por encima de la dictadura vendepatria y genocida, por el patriotismo de los que enfrentaron con las armas al imperialismo inglés, el pueblo que apoyó y Latinoamérica que se solidarizó con nosotros.
No es cierto, como dijo Cristina K que “Las guerras solo traen dolor”. La Nación Argentina fue parida, con dolor, por una guerra justa, emancipadora. Aquél ejército juró, con San Martín y Belgrano, no desenvainar su espada en guerras fratricidas. Vinieron después casi dos siglos de guerras civiles, masacres de originarios, invasión del hermano Paraguay, sangrientas represiones a huelgas obreras y rebeliones populares, y golpes de Estado genocidas. ¡Cómo se va a “mezclar” con esa historia negra a la única vez en mucho más de un siglo que un puñado de militares y civiles patriotas pusieron en la mira de sus fusiles al invasor colonialista inglés!
La presidenta no llegó a la brutalidad de uno de sus funcionarios en el acto del Estado Mayor Conjunto, en el que calificó de “invasión” a la recuperación patriótica de Malvinas: ¡cómo se va a “invadir” a la casa propia”!
El discurso presidencial y su política hacia los ciudadanos ingleses de “amor y cariño” a todos ellos, tampoco representa el sentimiento nacional. Respetamos a los que vinieron a trabajar y ser parte de la Argentina. Muchos luchamos para expropiar y expulsar a los que son agentes del imperialismo inglés, como Lewis (con su aeropuerto permitido por el gobierno K), a los representantes de los monopolios ingleses que saquean el país desde hace casi dos siglos, como los que el gobierno K protege: los bancos Barclays y HSBC, las mineras saqueadoras y envenenadoras como la Barrick, Xtrata y Osisko, y petroleras como la British y la Shell.
3. Cambio de situación
Cada semana es más visible el cambio que se ha producido en la situación política, a partir de la masacre de Once y la ofensa gratuita de la presidenta a los maestros. Se han creado condiciones muy favorables para la lucha de las masas que buscan avanzar contra el ajuste del gobierno kirchnerista.
El ajuste es la consecuencia del fracaso de la política K: al no resolver ninguna de las dos montañas que pesan sobre la economía nacional, la dependencia y el latifundio, el país va siendo golpeado por la crisis mundial. Los superávit financieros, que fueron la base del “modelo K” en los años de bonanza, se transformaron en cuentas en rojo, deficitarias, tanto en el presupuesto como en la balanza de ingreso y salida de divisas. La respuesta del gobierno K ha sido cargar sobre el pueblo el pago de la crisis, mediante el ajuste y la inflación por un lado, y por el otro, techos salariales en las paritarias, planes sociales congelados y jubilaciones achicadas por la carestía.
Durante un tiempo, el gobierno ocultó esos déficit saqueando la Anses (fue la nefasta idea de Boudou por la que fue promovido a vicepresidente). Pero la Anses no es un barril sin fondo y lo que le queda ya no alcanza. De ahí que el gobierno haya ido por la otra gran “caja”: los dólares y los pesos del Banco Central (ver pág. 3).
4. Se agrava la interna K
Si la Anses pagó, con la fiesta de subsidios, la campaña electoral de Cristina K y Boudou, el Banco Central es “el chanchito” a romper para tratar de garantizar un triunfo en las elecciones del 2013, con vistas a las del 2015.
Para ese plan, el eje principal es garantizar un techo salarial en las paritarias por debajo de la inflación, lo que requiere desplazar a Moyano y copar la CGT, con Caló u otro dispuesto a ser “moderado” en los reclamos. La grieta que se fue abriendo entre el gobierno K y Moyano se ha ensanchado. Mientras el gobierno reactiva las causas contra Moyano, el camionero amenaza con un paro nacional y movilizaciones por los reclamos del movimiento obrero: universalización de la asignación por hijo, aumentar el piso o eliminar el impuesto a las ganancias en los salarios, aumentos salariales de acuerdo a la inflación del supermercado, y que el gobierno pague la deuda de $ 13.000 millones que tiene con las obras sociales. Y ha definido al gobierno K como “un gobierno conservador”.
El otro eje, “la madre de todas las batallas” para el gobierno K, como en 2009, es el control de la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo avanza en desgastar a Scioli: busca quitarle los negocios del juego con Bolt y Codere por 13.880 millones. Y promover y medir las candidaturas de Máximo y Alicia Kirchner, en Buenos Aires, en el 2013, posicionándolos para las de gobernador en el 2015; o para que haya un Kirchner en la fórmula presidencial si no pueden reformar la Constitución con la re-reelección de Cristina K.
Malvinas (ver recuadro) e YPF (pág. 3) son dos cartas claves en ese plan.