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03 de mayo de 2012

Un corresponsal de hoy entrevistó a C y M, delegados de Champion; a D y L, obreros de la empresa y a F, D y M, miembros de la Comisión Directiva del Sindicato de Químicos y Explosivos de Florencio Varela.

Triunfo de la lucha de Champion

Hoy 1417 / Empresa de baterías de automóviles de Florencio Varela

La empresa de baterías de automóviles Champion opera desde 1920 cerca de la Estación de Bosques en Florencio Varela. Actualmente trabajan ochenta compañeros, cuya antigüedad va de los dos a los veinte años. Antes de la lucha librada en el mes de enero, 60 de esos 80 trabajadores eran contratados.
A causa del despido de siete compañeros, los trabajadores llevaron adelante una lucha de 32 días, con 28 días de acampe en la puerta de la fábrica, un corte de la Ruta 2, frente a la empresa, y dos días de toma.

—¿Qué causa el conflicto?

La empresa de baterías de automóviles Champion opera desde 1920 cerca de la Estación de Bosques en Florencio Varela. Actualmente trabajan ochenta compañeros, cuya antigüedad va de los dos a los veinte años. Antes de la lucha librada en el mes de enero, 60 de esos 80 trabajadores eran contratados.
A causa del despido de siete compañeros, los trabajadores llevaron adelante una lucha de 32 días, con 28 días de acampe en la puerta de la fábrica, un corte de la Ruta 2, frente a la empresa, y dos días de toma.

—¿Qué causa el conflicto?
C: El inicio del paro fue por el despido de varios compañeros; para que los reintegren. Estuvimos un mes parados, con la presencia de los compañeros del sindicato químico. Se pasó bastante desagradable el tiempo ese, pero tuvimos una buena recuperación, no estamos bien, pero estamos en paritarias, estamos llegando a muchos acuerdos
M: Los despidos fueron a causa de cambiar de sindicato, porque un grupo de compañeros nos afiliamos a este sindicato.
L: Lo que pasa es que tenías que trabajar callado la boca, si no sabías que te despedían. Acá despidieron personas y los delegados venían y te decían “miren muchachos, tenemos que hacer esto”, y después no aparecían nunca más.
D: Nosotros ganábamos $900 por quincena. Aparte llegaba un momento en el que te obligaban a trabajar más de las 8 horas, si vos no te quedabas, al otro día no entrabas. La empresa te decía “hay que sacar la producción” y si vos le decías que no, sabías que al otro día no entrabas. Las horas extras que hacías las cobrabas como horas normales y en negro.

—¿Y con relación a los accidentes laborales?
L: Es una empresa química, trabajas con muchos químicos, accidentes siempre hay. Pero el tema es que un contratado que está accidentado, cuando vuelve a la empresa, ya no tiene más puesto de trabajo. A veces se hacían cargo de alguno que esté contratado, pero vos sabías que una vez que el médico te dio el alta, te dio el alta de la empresa. Hubo un muchacho que se quemó la pierna con ácido, y lo mandaron a la casa para ver qué reacción hacía el ácido.

—¿Cómo arranca la pelea?
M: Esto se generó cuando nosotros [los compañeros del sindicato] empezamos a hablar con los compañeros de Champion. Le contamos nuestras propuestas. Y fuimos haciendo un grupito de 15 personas por debajo. Esto lo hicimos para que una vez que entremos a la fábrica meter delegados, no dejar solos a los compañeros afiliados y nosotros saber lo que pasa. Luego empezamos a tener reuniones a escondidas. Así juntamos 14 compañeros. Ahí nos presentamos en la empresa notificándonos que a partir de ese momento los 14 compañeros estaban representados por el sindicato químico de F. Varela. La empresa se niega a recibir la notificación. No íbamos a pedir una reunión ni a charlar. La empresa lo que hace es llamar a su asesor; nos citaron y nos tuvieron tres horas esperando. Nos firmaron nuestra notificación, pero nos tacharon nuestras caras. Nos plantean que ellos no iban a aceptar. Nosotros planteamos que fuimos a notificar nada más, no a preguntar. Esto fue un jueves.
El lunes empezamos a recibir llamados de los compañeros, que despidieron a siete trabajadores. Hicimos una asamblea en la puerta de la fábrica con los 14 que éramos, pidiendo que baje alguien de la empresa a dar explicaciones de por qué habían despedido a los compañeros.
Se acerca al mediodía el gerente de recursos humanos con la policía, nosotros ya habíamos acampado en la puerta de la fábrica. No dejábamos que entre ni salga nadie. Estábamos en la puerta. Bueno, este señor nos hace ver que despidió siete contratados, que no despidió personas.
Nuestra respuesta fue media grotesca, ya que él nos contesta de esa manera. Planteamos: “estamos hablando de siete familias, sean contratados o no”. Este señor nos pedía que levantemos al mediodía, que dejemos el acceso libre, le dijimos que no; que lo primero era sentarnos a ver el tema de los despidos y después todo lo que tenga que ver con el tema de seguridad y que nos tenía que reconocer al gremio. Lo primero era que tomen a los compañeros que despidieron por discriminación (por irse a otro gremio). Esto llevó a los 32 días que estuvimos ahí afuera.
A los 15 días del acampe, como no recibíamos respuesta, empezamos a organizar un corte de ruta. La Municipalidad se entera y nos manda a llamar el secretario de Gobierno. Nos hicieron esperar dos horas y no nos atendieron. Ante esto, volvimos a la puerta de la fábrica y cortamos la ruta. Por esto nos hicieron una denuncia penal contra Mónica Rodríguez, que es la secretaria de prensa del sindicato.

—¿Cómo siguió después de eso?
El 27 de enero se hizo una asamblea donde se decide tomar la fábrica. Nos sentamos en un lugar donde estaban las cámaras para que vean que no rompimos nada y aprovechamos que el policía que estaba custodiando el conflicto estaba durmiendo, para meternos en la empresa. A las 8 de la mañana vino el comisario, e ingresó a la planta. Vio que estábamos pacíficamente y como tenía contacto con la empresa lo usamos como mediador. Estuvimos ahí hasta que salió la primera audiencia con el ministerio: el 28 se dictó la conciliación obligatoria, el 29 teníamos la audiencia. a las 23 hs. de ese día se levantó la medida.

—¿Qué consiguieron con la lucha?
Conseguimos la reincorporación de todos los despedidos. Que 40 trabajadores contratados pasen a planta permanente, de a seis por mes. La recategorización para todos, que en muchos casos, saltaron de a dos categorías. Jornadas de trabajo de 9 horas y que las horas extras sean pagadas como corresponde. En concreto, pasamos de ganar $900 por quincena a $1.500.

—¿Y cómo fueron esos días, entre los compañeros y con el resto del barrio?
Se arrimaron los muchachos del ferrocarril, gente de carácter político, que buscaban otra cosa… hubo entrega de mercadería buscando un apoyo político. Una señora que todas las mañanas nos dejaba bizcochitos.
Acá con los compañeros, lo que pasó siempre, es que estuvimos unidos, hacíamos relevos de 12 horas para que podamos descansar en nuestras casas, fue bastante jodido igual. Hubo compañeros que no estaban afiliados al gremio y se quedaron igual, otros que estaban de vacaciones y vinieron, y así pudimos llegar a hacer un grupo de 42 afiliados en el sindicato. Hoy se vive en la fábrica un mejor clima.