YPF estatal nació y creció de la mano de sus trabajadores, y sus técnicos, con el espíritu de los generales Mosconi y Baldrich. Fue pionera en Latinoamérica. Fue una gran conquista de la clase obrera y el pueblo argentinos. Como tal, generó decenas de miles de puestos de trabajo, creó ciudades, y su producción le dio energía barata, en cantidad y calidad, a la economía nacional. Por eso YPF está en el corazón de los argentinos.
YPF estatal nació y creció de la mano de sus trabajadores, y sus técnicos, con el espíritu de los generales Mosconi y Baldrich. Fue pionera en Latinoamérica. Fue una gran conquista de la clase obrera y el pueblo argentinos. Como tal, generó decenas de miles de puestos de trabajo, creó ciudades, y su producción le dio energía barata, en cantidad y calidad, a la economía nacional. Por eso YPF está en el corazón de los argentinos.
La privatizó el nefasto gobierno menemista, abriendo un proceso de encarecimiento de la energía y pérdida del autoabastecimiento que culminaría con Repsol. Dejó una herida abierta, como también lo es Malvinas.
Fue correcto que la embajadora Alicia Castro le reclamara respuestas sobre la negociación de soberanía al canciller inglés. Esos gestos políticos deberían ir unidos a la presentación del mismo reclamo en la Asamblea de la ONU y someterla a votación, así como pasar a tomar medidas concretas con la British Petroleum y otras del imperialismo inglés.
La semana pasada, el Congreso aprobó la ley sobre YPF que había sido enviada por el gobierno. Esa ley, por una parte, legalizó la expropiación del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol y el paso de su control al Estado. Dijimos antes y lo repetimos ahora: es un paso positivo.
Hay apoyo en los petroleros y el pueblo por ese paso dado. Se podría decir que, en los hechos, en esta ocasión, el pueblo golpeó junto con el gobierno contra el imperialismo español. Y lo seguirá haciendo frente a la pretensión de Repsol de cobrar una “indemnización”: vaciaron YPF e incumplieron sus obligaciones sobre bienes de dominio público, y quieren un premio. ¡Caraduras!
Caminos separados
Para dar ese paso positivo golpearon juntos fuerzas que venían por caminos separados. Por un lado, una YPF 100% estatal está en el corazón de los combativos petroleros, los ex ypefianos y el pueblo. Por otro lado, los Kirchner, que trabajaron con Menem para la privatización. Después negociaron con Repsol para incorporar a Eskenazi sin pagar un peso, al costo del envío del 90% de las ganancias a España. Negociado que fue parte importante del vaciamiento de YPF, y del saqueo del petróleo y el gas nacional, llevando a la pérdida del autoabastecimiento y al encarecimiento de la energía.
Esto no es solo historia. El gobierno designó al frente de YPF al ingeniero Miguel Galuccio, y dejó en claro que habrá una dirección política de la petrolera. Galuccio es un profesional que viene de presidir una de las empresas de un poderoso monopolio inglés, Shulmberger, entre otras empresas en las que trabajó. ¿Cuál va a ser la política que va a tener YPF?
Hasta ahora, el marco jurídico trazado por la ley aprobada es: 1) no es una empresa estatal sino una sociedad anónima; 2) no se establece ningún control por parte de los trabajadores, los técnicos, la población de la zona, ni la Auditoria de la Nación; 3) crea las condiciones para la asociación con empresas privadas y monopolios imperialistas. Sobre este último punto, son públicas las conversaciones con Cristóbal López (un empresario socio y amigo del gobierno), y con los monopolios imperialistas yanquis Exxon y Chevron, la francesa Total y las chinas Sinopec y Cnooc (y habrá que ver qué relación hay entre la British Petroleum y Shulmberger, la empresa de la que viene Galuccio).
Un gran movimiento social y político
Son dos caminos. Uno es el histórico, de Mosconi y Baldrich, de una YPF 100% estatal, monopólica desde el pozo hasta el surtidor, capaz de autoabastecer de energía barata al pueblo y la economía nacional, controlada por sus trabajadores, técnicos, pobladores de la zona, y órganos de contralor del Estado. No hace falta para esto asociarse con monopolios y bancos imperialistas.
El otro camino es una YPF que produzca dólares. Es decir, se convierta en “socia” de los monopolios y bancos imperialistas que controlan el mercado mundial energético. Exportar petróleo para traer dólares, rápido y en cantidad. Y para eso, abrirle las puertas a esos monopolios imperialistas para que saqueen nuestro petróleo, “asociados” a empresarios “nacionales” y el Estado.
En los petroleros, junto al apoyo al paso positivo de sacar YPF de las manos de Repsol, hay desconfianza sobre lo que se viene. La única garantía es la continuidad de la lucha histórica por la nacionalización y estatización de todo el petróleo y el gas. Lo que debe ser una bandera de lucha de todas las organizaciones sociales y políticas, obreras y populares, patrióticas y democráticas.