En Chile, por “la previa” se entiende algo muy distinto que en la Argentina. El miércoles 20 de junio, varios miles de estudiantes volvieron a tomar las calles de Santiago, en “la previa” de la gran marcha que, junto a docentes y padres, volverán a realizar contra el lucro en todos los niveles de la educación el jueves 28, apenas esta edición de hoy esté viendo la luz.
En Chile, por “la previa” se entiende algo muy distinto que en la Argentina. El miércoles 20 de junio, varios miles de estudiantes volvieron a tomar las calles de Santiago, en “la previa” de la gran marcha que, junto a docentes y padres, volverán a realizar contra el lucro en todos los niveles de la educación el jueves 28, apenas esta edición de hoy esté viendo la luz.
Piñera no da respuesta
Esta vez les tocó a los secundarios. Bajo la consigna “A un año de lucha, aún no se escucha”, marcharon por la Alameda apoyados por la Confech (universitarios), el Colegio de Profesores y la Coordinadora de Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación (Corpade), levantando una vez más las demandas por una educación gratuita y de calidad y la desmunicipalización de escuelas y liceos.
Exactamente un año atrás, decenas de liceos (colegios secundarios) amanecían tomados por los estudiantes con el mismo reclamo. Desde entonces no hubo respuesta oficial, a no ser los intentos del gobierno de desacreditar y diluir la lucha. “Luego de un año de movilizaciones en que nos tomamos más de quinientos colegios, en materia de secundarios no conseguimos nada. Solamente hay un proyecto de ley de desmunicipalización que profundiza aún más el sistema segregatorio”, señaló Cristofer Sarabia, vocero de la convocante Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones). “Ese proyecto busca constituir agencias públicas presididas por los alcaldes de cada municipio, con lo que se pasaría de una municipalización a una alcaldización”, remarcó.
Como “la lucha por la educación es una sola” -como subrayan siempre los estudiantes secundarios y universitarios, estatales y privados, participaron de la marcha los presidentes de las federaciones estudiantiles de la Universidad de Chile (FECh) y de la Universidad Católica (FEUC). “El lucro ha traído efectos nefastos a nivel de segregación, a nivel de la calidad y a nivel del costo de la educación”, dijo Noam Titelman, el presidente de la FEUC.
El pinochetismo sobrevuela en la política educativa
La administración de los colegios secundarios fue traspasada en 1981 por la dictadura pinochetista a manos de los municipios. Éstos reciben del Estado los recursos para gestionar, pero muchos de ellos prefirieron convertir la educación en negocio traspasando el “negocio educativo” a empresas privadas. Además, debido a la reforma anti-educativa de la dictadura de Pinochet, toda la educación superior es paga, incluso en las universidades públicas.
“Aquí no hay delincuentes comunes, hay grandes mercenarios de la educación y entre ellos hay autoridades de la misma coalición gobernante. Hay casos incluso que se asemejan a una especie de lavado de dinero”, subrayó la reconocida dirigente Camila Vallejo, que en 2011 lideró una huelga de siete meses por “educación pública gratuita y de calidad”. La referencia al lavado de dinero aludía a la denuncia de una comisión investigadora de la Cámara de Diputados, que reveló -con los votos en contra del oficialismo- cómo ocho universidades privadas obtienen ganancias a través de empresas ligadas a ellas (fenómeno que, en la Argentina, desde el menemismo hasta hoy no hizo más que crecer). Los dueños de universidades privadas, entre ellos parlamentarios, ministros y empresarios, crearon sociedades inmobiliarias que retiraban sus ganancias bajo la forma de pago de arriendos.
En Chile, el ingreso mensual de la mitad de los hogares es inferior a 800 dólares, pero la educación superior cuesta hasta 12.000 dólares anuales.