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11 de julio de 2012


Ahora resulta que el consumo es el culpable

Hoy 1427 / Inflación: Cambios en el relato para la “sintonía fina”

Por varios años hemos venido escuchando de los economistas kirchneristas que el motor del crecimiento es el gasto y el consumo, que la clave de la política económica consiste (o consistía) en estimular el gasto y el consumo y que eso no generaba inflación o, en todo caso, que la inflación era buena porque estimulaba al consumo. Ahora, el miércoles pasado, venimos a enterarnos por la presidenta que los culpables de esto, que juntaron la plata “con palas”, como dijo Crisitna, por seguir esa política, son los bancos que, en vez de prestar dinero para la producción la han venido prestando para el consumo. Así mientras elogiaba al “rey de la soja”, Grobocopatel, y al monopolio imperialista de la soja transgénica, Monsanto (“empresas que son argentinas, con capitales o accionistas extranjeros”, diría después para justificar su política de “protección” a esos monopolios), señaló: “Los bancos privados, que también son empresarios, parece que no confían tanto en los empresarios porque prestan mucho menos a los empresarios y prestan mucho más al consumo, al gasto y luego hablan de que hay inflación”.


Señora presidenta, ¿hay inflación o no hay inflación? Usted dice que hablar de “pautas inflacionarias” es ser neoliberal. Pero, ¿qué es hablar de “pautas salariales”? Volvió a hablar de “aumentos de salarios que no existen en el mundo”, cuando su política es que dichos aumentos sean menores que la inflación y apoderarse de parte de esos aumentos a través de gravarlos como si fueran Ganancias. O haciendo que cada vez sean menos trabajadores los que tengan derecho a las asignaciones familiares, u obligando a las provincias a que desdoblen el aguinaldo y recorten sus presupuestos en salud, educación, vivienda, etc.


Usted dice que sostiene “la demanda agregada”, que no hace lo que hacen los capitalistas en Europa, pero el efecto es el mismo: ajuste, pero con inflación, para que no se note… También se asemeja a los capitalistas europeos en creer que con solo obligar a los bancos a prestar a bajas tasas de interés se va a reanimar la economía, que los “empresarios” van a invertir en lo que no invierte el Estado, que haciendo achicar el consumo, “el gasto”, va a lograr que aumente la inversión y la producción. ¿Para qué mercados? ¿Los que gestiona Guillermo Moreno, como Angola y “ese país del que nunca me sale el nombre”? “Se refiere a Azerbaiján”, aclara la taquígrafa en la transcripción.