La gran “Marcha negra” de 400 kilómetros de los mineros asturianos, leoneses y aragoneses se convirtió en multitud el miércoles 11, colmando con más de 20.000 personas el Paseo de la Castellana, en pleno centro de Madrid. Tras la gran pancarta con la frase “Madrid obrero, apoya a los mineros”, trabajadores, familias, activistas obreros, militantes políticos, miembros del movimiento 15-M, profesores (que venían de realizar su propia “marea verde” contra los recortes en educación) y otros, se unieron para voltear el recorte de la ayuda a la minería que el reaccionario Rajoy sumó al brutal ajustazo con que descarga la crisis sobre las espaldas populares. Además de dirigentes sindicales, también se sumaron a la manifestación los alcaldes de las cuencas mineras asturianas, después de estar encerrados tres días en sus ayuntamientos, mientras continuaban su encierro los trabajadores de las minas de varias comunidades.
Recortando lo ya recortado
Unos mil empleados públicos volvieron a movilizarse el viernes 13 a la Puerta del Sol. Con los ecos aún no acallados de la marcha minera, marcharon de allí hacia la sede del Partido Popular (PP) de Rajoy y a la del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del anterior presidente Rodríguez Zapatero, en repudio a los ajustazos antipopulares que se descargan sin pausa sobre los sectores populares desde hace dos años. Los empleados públicos españoles ya sufrieron una rebaja salarial de un 5 por ciento en promedio en 2010 –que motivó una huelga de estatales–, y tienen los sueldos congelados en todo 2011 y 2012.
“Primero fueron a por los mineros. Ahora nos vienen a estrangular a nosotros”, gritaron al salir espontáneamente a la calle el día anterior. Y otros realzaban la “popularidad” del jefe de gobierno: “Rajoy te quiero, Rajoy, te adoro, y tengo tu foto en el inodoro”.
Rajoy acababa de anunciar, con mentirosos anuncios de mejoras futuras en el bienestar y trabajo, el mayor hachazo a los salarios y el empleo de la historia de España: suba del IVA, reducción a seis meses de los subsidios a los desocupados (declarando con cara de piedra que es ¡para “animar a la búsqueda activa de trabajo”!), eliminación de la paga extra de Navidad a los empleados públicos, despidos y recortes en los ministerios, reforma de las pensiones (aumentando la edad jubilatoria), etc. Y renovó sus planes de privatizar ferrocarriles, puertos, aeropuertos y hasta a la madre para cumplir las exigencias de los jefes monopolistas europeos y “recuperar la confianza de los inversores”, es decir para seguir endeudando al país y salvar a los bancos.
Con lenguaje rastrero, más propio de la burguesía intermediaria de un país humillado por el imperialismo que de una burguesía imperialista que creyó haber ingresado al primer mundo, Rajoy reconoció que España está intervenida, sin autonomía y vigilada por los mandamases de la UE. “Hemos llegado a un punto en que no podemos elegir entre quedarnos como estamos o hacer sacrificios. No tenemos esa libertad… No disponemos de más ley ni de más criterio que el que la necesidad nos impone. Hacemos lo que no nos queda más remedio que hacer, tanto si nos gusta como si no”; para terminar admitiendo el gigantesco fraude de las promesas electorales que esgrimió hace apenas unos meses para capitalizar la indignación popular contra su antecesor Zapatero.
Al salir esta edición de hoy estarán culminando los preparativos para masivas manifestaciones en todo el país el jueves 19. Los dirigentes de las centrales UGT y Comisiones Obreras auguraron un otoño caliente.
“Si esto no se apaña, ¡caña!”
Antes había sido la “noche minera”, que pobló las calles céntricas de Madrid con decenas de miles de personas haciendo cordón, saludando y aplaudiendo a las cinco hileras de trabajadores que llevaban sus cascos con las linternas encendidas –muchos de ellos seguidos de familias y compañeros–, entre sones del himno minero “Santa Bárbara bendita” y consignas de: “¡Que viva / la lucha / de la clase obrera!”, y “Hoy con banderitas, ¡mañana dinamita!”.
Hacia las dos de la tarde, la represión salvaje de los “antidisturbios” enviados por Rajoy con porras y disparos de pelotas de goma derivó en fuertes enfrentamientos. 43 manifestantes fueron heridos, pero la policía no la sacó barata: también quedaron contusos 33 efectivos.
Los recortes de Rajoy amenazan de cierre a la minería del carbón, de la que viven 8.000 trabajadores de las minas y pueblos enteros del norte español. Tras una pancarta con los lemas “Sí a la reactivación de las comarcas mineras” y “No al cierre de la minería del carbón”, la columna echó a andar en un ambiente festivo acompañado del estallido de petardos.
La marcha de los mineros se constituyó en el punto de unidad de numerosos sectores sociales afectados por los recortes. Cuando la cabecera ya había alcanzado su destino frente al Ministerio de Industria, la cola se prolongaba a lo largo de varios kilómetros. “Si esto no se apaña, ¡caña, caña, caña!”, coreaban grupos de manifestantes.
Los Indignados del 15-M tradujeron las cosas al plano de la política: “¡Lo llaman democracia y no lo es!”, volvió a escucharse.
La movilización del proletariado minero tiene una significación especial en España: en particular la cuenca asturiana estuvo a la cabeza de la revolución y la lucha republicana en 1934 y después en la resistencia contra la dictadura de Franco con las grandes huelgas del ’62.
Ahora, la Marcha minera y la gigantesca movilización popular en solidaridad con ellos puso a la clase obrera española en el centro del tablero: marca un antes y un después en la situación política de España y, junto con la lucha de Grecia contra el ajustazo imperialista, puede abrir un otoño caliente en toda Europa.