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22 de agosto de 2012

La matanza de mineros en Marikana desnuda el “milagro” sudafricano. Tras casi 20 años de fin del “apartheid”, el pueblo negro sigue pagando con explotación y muertos las ganancias de los monopolios imperialistas.

Sudáfrica: A balazos contra el pueblo

Hoy 1433 / Sudáfrica: cómo se sostiene el “milagro”

En los últimos años la burguesía imperialista de todo el mundo bate el parche sobre el supuesto “milagro” sudafricano. Por su espectacular “crecimiento” económico la ex colonia inglesa mereció ser incluida en el grupo BRIC (el menjunje de países llamados “emergentes” en el que son mezclados países del tercer mundo como Brasil y la India con potencias imperialistas como Rusia y China), que a partir de eso pasó a ser llamado BRICS.

En los últimos años la burguesía imperialista de todo el mundo bate el parche sobre el supuesto “milagro” sudafricano. Por su espectacular “crecimiento” económico la ex colonia inglesa mereció ser incluida en el grupo BRIC (el menjunje de países llamados “emergentes” en el que son mezclados países del tercer mundo como Brasil y la India con potencias imperialistas como Rusia y China), que a partir de eso pasó a ser llamado BRICS.


El bestial asesinato masivo de 34 mineros en huelga cerca de Johannesburgo (nordeste de Sudáfrica) mostró en qué condiciones para el pueblo se erige el supuesto “milagro”.

Balas para los que no quieren pagar el “desarrollo”
Los trabajadores de la mina de platino Lonmin en Marikana, a unos 100 kilómetros de Johannesburgo, se declararon en huelga reclamando un aumento salarial del 200%. Piden unos 1.450 dólares mensuales, ya que en la actualidad ganan apenas 485.


Varios centenares de policías, armados con ametralladoras y pistolas automáticas y respaldados por helicópteros, fueron enviados por el gobierno a desalojar el campamento que el viernes 10 habían instalado 3.000 mineros de la Lonmin. Los trabajadores, en huelga desde hacía una semana, se habían hecho fuertes en una colina armados con lanzas y machetes junto a la mina. Los huelguistas se negaron a dispersarse aunque la policía los atacó con carros hidrantes y granadas de aturdimiento. “No vamos a ninguna parte… estamos dispuestos a morir aquí”, expresó por megáfono Joseph Mathunjwa, presidente de la Asociación de Mineros y Sindicato de la Construcción (AMCU). La huelga fue declarada ilegal; al parecer desde hace varios meses el gobierno ya había intentado impedirla utilizando los servicios y los matones de la “tradicional” y colaboracionista Unión Nacional de Trabajadores Mineros (NUM, por su sigla en inglés) para enfrentar a la más reciente y combativa AMCU, dirigente de la huelga.


La Lonmin había obtenido una orden judicial que obligaba a los mineros a volver al trabajo el miércoles, y autorizaba a la compañía a despedirlos “si seguían con su actividad delictiva”. La policía argumentó que había sido “atacada” por los mineros. La jefa de la policía sudafricana justificó la matanza diciendo que “los agentes se vieron obligados a usar la fuerza para protegerse”. Pero las cámaras de televisión que estaban cubriendo las negociaciones con los huelguistas mostraron a los agentes ametrallando a los manifestantes desarmados, que caían abatidos en medio de una nube de polvo. 34 mineros fueron muertos, otras 78 personas resultaron heridas, y 250 fueron detenidas por hechos relacionados con la lucha minera. Las imágenes retrotraen a las brutales matanzas de Sharpeville en 1960, de los estudiantes negros de una escuela de Soweto (cerca de Johannesburgo) en 1976, y del poblado de Boipatong en 1992.


Del “apartheid” de ayer al de hoy
El infame sistema racista del “apartheid” terminó formalmente en Sudáfrica en 1994, hace menos de dos décadas. Ello fue una enorme conquista del pueblo negro sudafricano después de largas décadas de luchas sangrientas, teñidas por numerosas matanzas causadas por el sistema opresor neocolonialista aliado al imperialismo inglés. Pero el sistema social sobre el que el “apartheid” estaba fundado sigue vivo, como lo muestra este asesinato masivo contra el pueblo negro trabajador.


El rumbo “desarrollista” del gobernante partido Congreso Nacional Africano (CNA) bajo los 18 años de presidencia de Nelson Mandela, Thabo Mbeki y ahora de Jacob Zuma, no quebró la dependencia de Sudáfrica ni su “relación privilegiada” con diversos imperialismos, desde el viejo amo británico hasta la nueva “asociación estratégica” con China.


Detrás de los altos edificios de las corporaciones extranjeras, la pobreza y la miseria siguen imperando en los “bantustanes”, enormes barriadas villeras dentro mismo de la capital Pretoria y otras grandes ciudades, y en los “campos de tránsito” de las afueras. Los apaleamientos en las comisarías y baleamientos en las calles son pan cotidiano. Ahora está emergiendo el descontento de los sectores populares empobrecidos a quienes la crisis mundial golpea con desempleo y bajas salariales.


Y esto en el país que es el principal productor mundial de platino, y que posee el 80 por ciento de las reservas conocidas. La Lonmin, cuyas operaciones en Sudáfrica cubren el 12% de la producción de platino de todo el mundo, se lleva ese metal precioso, y al “país emergente” no le queda ni un gramo. Lonmin ya anunció que reducirá su plan de inversión para 2014 debido al descenso de la demanda y de los precios, descargando los efectos de la crisis mundial sobre los sudafricanos.


Como a otras multinacionales imperialistas, el gobierno del CNA concede a la británica Lonmin ventajas y privilegios para “atraer” sus inversiones y así “crear fuentes de trabajo”. Según su página de Internet, la Lonmin emplea en Sudáfrica a 28.000 trabajadores. “Creemos en nuestra gente y en la igualdad de oportunidades para todos”, proclama. Pero tras la huelga y la matanza del 16 de agosto, la principal de sus lamentaciones es que “perdió el equivalente a 15.000 onzas de platino por la paralización de seis días”…


El gobierno pone a sus fuerzas represivas a garantizar que la Lonmin siga llevándose sus ganancias “con pala”, y rechaza la exigencia de muchos sudafricanos –incluida la fuerte ala juvenil de su partido CNA– de estatizar la minería del país.