El jefe de la AFIP acaba de emitir dos resoluciones que revelan –una vez más- el carácter de este gobierno. La primera es el encarecimiento de las tarjetas de crédito como una nueva traba para los turistas argentinos que viajen al exterior; trabas que serían un “mito urbano” para la presidenta, como dijo desde su atril mientras desgranaba con bronca cifras sobre cuántos lo hacían.
El jefe de la AFIP acaba de emitir dos resoluciones que revelan –una vez más- el carácter de este gobierno. La primera es el encarecimiento de las tarjetas de crédito como una nueva traba para los turistas argentinos que viajen al exterior; trabas que serían un “mito urbano” para la presidenta, como dijo desde su atril mientras desgranaba con bronca cifras sobre cuántos lo hacían.
Lamentablemente, la última encuesta de hogares fue en 2006. Allí se dice que del total de turistas argentinos, los que viajan en avión (principal medio de transporte si no se trata de un país vecino) es el 0,1 por ciento. Contando los que viajan por tierra o por agua a los países vecinos, no llegan al 10%. Si bien ahora se viaja un poco más al exterior, la proporción no puede haber variado significativamente, y ha sido porque una inflación de más del 20% anual con un dólar fijo, junto con el tremendo aumento de los alquileres en los lugares de veraneo, vuelve atractivo viajar al exterior, aunque sigue siendo una proporción insignificante en relación al turismo interno. Amén de los burgueses y funcionarios que tienen casa en Punta del Este, incluidos Etchegaray y Kicillof.
Por otro lado, hay mucho turismo que viene desde el exterior hacia la Argentina, que por la misma razón ha comenzado a decaer. La Argentina es cara para el extranjero. En los centros de turismo importantes, un almuerzo con bebidas y postre no sale menos de 30 euros por persona. Con la vestimenta ocurre lo mismo. Como corolario, el pato lo pagan los consumidores. Además miles de habitantes de los países hermanos envían dinero al exterior con el que se mantienen sus familias y están prácticamente imposibilitados de hacerlo. Las atribuciones que se toma unilateralmente este gobierno son directamente fascistoides y obligan, a aquellos que pueden, recurrir al mercado paralelo para conseguir dólares o euros. Y los que no pueden, que se jodan.
La otra resolución de Etchegaray obliga a todos los establecimientos de venta al público a colocar en sus negocios un cartel que habilita a los consumidores para revisar la situación impositiva del contribuyente y delatarlo a la AFIP. Los más perjudicados son los pequeños contribuyentes, ya que los grandes comercios son formadores de precios e incluyen en sus costos la carga impositiva.
Estas medidas, acompañadas por las ridículas cifras del Indec, el encarecimiento del crédito, las restricciones a las importaciones (en el caso de bienes de capital, se une al hecho de que el empresario ajusta por precio y no por aumento de la productividad porque no se atreve a importar debido a la incertidumbre sobre el futuro), el trabajo en negro y trabajadores temporarios, la existencia de una importantísima franja de pobreza y un alto nivel de indigencia, la destrucción de la educación pública, la deserción escolar primaria y media, la existencia de un dramático porcentaje de jóvenes que no pueden entender lo que leen, todo está siendo taponado por el gobierno basándose en su gran apoyo electoral y el carácter casi sumiso de la oposición burguesa. En el año 1995, cuando ya aumentaba el desempleo y se acentuaba el ritmo recesivo de la economía, Menem obtuvo su reelección con el 49% de los votos, y en 2003 sacó más votos que Kirchner. El pueblo es muy paciente, mientras no le obturen la salida de vapor a la olla a presión. Se están empezando a producir síntomas de tormenta. ¿Presagiarán un nuevo 2001? Con el revoleo de medidas que va a tomar el gobierno para ganar las elecciones legislativas y la creciente combatividad de los obreros, que lenta pero progresivamente –como entre otros hechos lo demuestra el reciente encuentro de dirigentes obreros en la reunión de Plataforma 12- se van uniendo, las amenazas de tormenta pueden llegar a convertirse en un huracán. No será la primera vez que ocurra.