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02 de octubre de 2010

Mientras el kirchnerismo trabaja para armar el partido del sistema, y ponerle un techo a las negociaciones salariales, por abajo estallan nuevas luchas masivas, duras y prolongadas, como en Acindar, Santa Rosa y Córdoba.

La pulseada de las paritarias

1. Lo nuevo crece
La lucha de los trabajadores de Acindar en Villa Constitución, obligando al sindicato al paro, y movilizándose masivamente con el apoyo de la población, volvió a mostrar la rebeldía que brota en el movimiento obrero. La propia dirección sindical debió reconocer que desde los 70 no se producía un estallido así (ver pág. 9).
Lo nuevo crece en el movimiento obrero. Se lo ve en la continuidad, con avances y aprietos, de las luchas del Casino, el pescado, los petroleros, Mafissa, Terrabusi-Kraft, Arcor, los trabajadores rurales de Río Negro, Misiones, Tucumán, Mendoza, y otras provincias.
Lo nuevo viene desde abajo, empujando luchas duras y prolongadas, que desbordan a las direcciones traidoras y conciliadoras, calentando los motores para las paritarias. El Plenario Nacional de la CCC, en el que participarán muchos que están a la cabeza de esas luchas, será una gran oportunidad para valorar el estado de ánimo de las masas obreras, intercambiar y resumir las experiencias, las buenas y las malas y trazar una política hacia las paritarias.
La pueblada de Santa Rosa, la capital pampeana, siguió avanzando, con una nueva movilización masiva. La multisectorial unitaria ha unido en la lucha a los trabajadores y el pueblo, dejando en el aire al prepotente intendente K a pocos meses de su asunción.
En la capital cordobesa, los abrazos del intendente Giacomino y el gobernador Schiaretti con Cristina Kirchner no les sirvieron para imponer el brutal aumento del transporte. La movilización popular y la división del propio partido oficialista, tiraron abajo el aumento.
Se profundizaron los cortes en Entre Ríos ante las respuestas de Cristina Fernández con a los vecinos. La presidenta dejó en claro que no apoya los cortes ni las medidas que le reclaman, y quiere que se tome como “palabra santa” la resolución del tribunal imperialista de La Haya. Crecen las protestas por el proyecto de la minera imperialista Río Tinto (anglo australiana) en Mendoza, que amenaza con salinizar el Río Colorado y contaminarlo. También contra la Barrick en San Juan.

Mentiras y represión
La receta kirchnerista tiene “costillas débiles”, por eso no cierra sin represión.
Ya nadie cree la mentira de los índices K. En los lugares de trabajo se parte de que, para recuperar lo perdido por la inflación hay que tomar como base la canasta familiar de $ 3.200 (en muchos lugares por encima de esa cifra). En los gremios con salarios más atrasados, como textiles y comercio, igual que la mayor parte de los estatales y los docentes, los reclamos de porcentajes no arriman ni a la mitad de la canasta familiar.
El aumento de las jubilaciones del 15% es una burla. El gobierno quiere tapar con ese aumento miserable la falta de una ley que recoja la movilidad de las jubilaciones, reconocida en el fallo de la Corte Suprema. El aumento del 15% le significa al Anses $ 500 millones del “superávit”; el resto del “superávit”, $ 17.500 millones, que pertenece a los jubilados, los usará el gobierno pagar deuda y hacer negocios.
En las empresas recuperadas y el movimiento de desocupados crece la conciencia de que la política del gobierno es liquidarlos. Cristina Fernández tuvo un superávit fiscal en enero de $ 3.100 millones, gracias al “ahorro” en jubilaciones y giros a las provincias. La presidenta no le dedicó un minuto al drama del hambre, pero atendió a conocidos fascistas como el paraguayo Lino Oviedo y el genocida presidente de Guinea, Teodoro Obiang. La presidenta no podía ignorar que Obiang es un Videla, su problema fue que se hizo pública esa visita, y salió a la luz que los negocios petroleros están muy por encima del verso K sobre los derechos humanos.
Después del fracaso del pacto social, el problema central del kirchnerismo es ponerle un techo a los reclamos de paritarias y a las jubilaciones de miseria, y avanzar en liquidar los planes sociales congelados. Con una inflación real cercana al 30% el año pasado y por lo menos otro tanto este año, su objetivo es que la carestía licue los salarios, las jubilaciones y los planes sociales, para hacerle pagar a los trabajadores la crisis que sacude el centro del sistema, y va corroyendo la economía nacional.
La brutal represión kirchnerista a los trabajadores del Casino, con encarcelamientos, vejámenes y apaleaduras, mostró que el gobierno no vacila en usar la mano dura para defender sus intereses (la empresa es de Cristóbal López y Kirchner) y los del sistema.
También en Córdoba, a escasos meses de asumir, debieron recurrir a una brutal represión a la movilización contra el aumento del transporte, con numerosos heridos de balas de goma, entre ellos jóvenes de la JCR.

2. La crisis de hegemonía
“Quizá le haya restado votos el hecho de que fuera mi esposa. Algún sector de la sociedad no lo vio bien. Pero era el único camino posible en medio de la debilidad política del sistema”, afirmó Néstor Kirchner, y agregó: “Debemos mostrar con Cristina que también somos capaces de ordenar un partido y fomentar candidaturas al margen de nosotros” (Clarín, 17/2).
“Los límites del poder del Estado son una frontera demasiado permeable. Pilotos alucinados, gremialistas ambiciosos, asambleístas fanáticos, dirigentes barriales que levantan rascacielos mal hechos en villas de emergencia céntricas” (Joaquín Morales Solá en La Nación, 17/2).
Kirchner confiesa la debilidad política del sistema, Morales Solá enumera ejemplos de esa “debilidad”, y Kirchner revela su asignatura política pendiente ante los mandamás del bloque dominante, orquestar un partido hegemónico del sistema luego del fracaso del “partido transversal” y de la “concertación plural”. Estas cuestiones, dichas después de las elecciones de octubre pasado, muestran que el balance político del poder es muy distinto a su propaganda:
1) La candidatura de Cristina Fernández era “el único camino posible” (es decir, la única posible) frente a la debilidad del sistema. Debilidad graficada en los poco más del 30% de los votos que logró para ser presidenta (incluyendo los que sumó con fraude), y en el fracaso de los candidatos “alternativos” del sistema, como Lavagna, Carrió o Rodríguez Saá.
2) La debilidad del sistema se mostró en que fueron las elecciones presidenciales “con el nivel más bajo de votantes de la historia argentina” (Clarín, 30/10), y que la suma de abstenciones, votos en blanco y nulos “fue la primera fuerza en las urnas (8.802.757) por encima de la ganadora Cristina de Kirchner (sacó 8.494.017). (…) No hay legitimidad ni representación que se sostenga sobre mayorías tan endebles” (Ambito Financiero, 20/11), como recogió el Informe del CC del PCR del 25/11/2007.

Acuerdos y disputas
Es esa debilidad del sistema la que obliga a Kirchner, ahora desde Puerto Madero, a organizar el partido del sistema; de un sistema herido por la crisis de hegemonía que viene, con avances y retrocesos, desde diciembre del 2001. Para esa tarea, Kirchner tiene como balance, ante el bloque dominante, que él tuvo en sus manos la única carta válida en las elecciones de octubre.
Kirchner tiene el apoyo de lo fundamental del sector hegemónico del bloque dominante: los monopolios petroleros, mineros, pesqueros, los grupos Aluar, Clarín, Techint, aceiteras y cerealeras, y los principales grupos de grandes terratenientes. Lo apoyan los que acuerdan con el eje estratégico de la alianza con China (que incluye a los monopolios yanquis que están haciendo gigantescos negocios con la soja), y también otros sectores, como las terminales automotrices que han superado su récord histórico de producción.
Kirchner, al “fortalecerse relativamente entre los diferentes grupos que disputan el predominio en el bloque dominante” (Informe del CC del PCR del 27/1//2008) se ha colocado en el centro, y tiene la iniciativa, en el reagrupamiento de fuerzas del sistema. Al mismo tiempo, la endeblez de su base propia (después del fracaso “transversal y de “la concertación”), lo obliga a hacer acuerdos. Esa combinación de razones hace que Lavagna, Reutemann, Barrionuevo, la CGT y “las 62”, y otros amarrados por cuestiones de “caja” como Scioli, tengan que ir a negociar en Olivos, la Casa Rosada o Puerto Madero. Lo que no significa que “se vuelvan kirchneristas”. Sino que sobre la base de compartir lo esencial de la política neodesarrollista, en una situación de debilidad del sistema, y con la perspectiva de la crisis, acuerdan en el armado del partido hegemónico del sistema, adentro del cual seguirá la disputa interimperialista, intermonopolista y entre sectores terratenientes. Será un partido con mayoría y minorías, y Kirchner va a tener que hacer un juego de alianzas para dirigirlo (como el que ya está haciendo para presidirlo).

3. El calorcito de las brasas
Los estallidos de Villa Constitución, Santa Rosa, Córdoba, Gualeguaychú, la movilización de La Plata a 17 meses del secuestro de Julio López, y luchas de muchos otros lugares, muestran la otra cara de la Argentina. La que, con avances y aprietes, se va haciendo oír a fuerza de huelgas y puebladas, uniéndose en multisectoriales.
Son huelgas y puebladas en las que se unen contra la política kirchnerista sectores que votaron con bronca, otros que buscaron castigar al gobierno votando a otra lista, e incluso sectores que lo hicieron por Cristina Fernández por temor a volver al infierno de la crisis y ahora la critican por la carestía.
El gobierno boliviano hizo público que no habrá gas suficiente para la Argentina y Brasil, en el invierno. El frío traerá más enfermedades y muertes a los hambreados. El gobierno no da respuestas, salvo la mentira de Cristina Fernández anunciando “el éxito” del plan de ahorro de energía, y anunciando otro lujoso “tren bala”, de Buenos Aires a Mar del Plata.
Cómo se ve, si el tiempo viene frío, habrá que calentarse con brasas, las que dejó el Argentinazo, las nuevas que brotan en el combate popular, y las que se vienen con la pulseada de las paritarias.