Es necesario un largo proceso, una larga experiencia directa que le permita comprobar a las masas que el Partido no las traicionará. “La Revolución es un drama pasional”, dijo Mao. Y agregó: “no hemos atraído al pueblo apelando a la razón, sino desarrollando la esperanza, la confianza y la fraternidad. Frente al hambre, la voluntad de igualdad adquiere la fuerza de un sentimiento religioso. Después, luchando por el arroz, la tierra y los derechos concedidos por la reforma agraria, los campesinos adquirieron la convicción de que luchaban por sus vidas y las de sus hijos”.