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30 de enero de 2013

Egipto llegó al segundo aniversario de la caída de Mubarak, envuelto en grandes luchas. Las manifestaciones de protesta por el incumplimiento de las demandas sociales y democráticas de estos años, fueron duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad del actual gobierno de Morsi, perteneciente a los Hermanos Musulmanes.
 

Egipto a dos años de la caída de Mubarak

“Las demandas sociales están insatisfechas”

Según las informaciones de los grandes medios, al menos nueve muertos por balas policiales se han producido en la ciudad de Suez, y hay casi 400 heridos en distintos lugares de Egipto como, Luxor, Kafr al Sheij o Mahalla el Kubra.

Según las informaciones de los grandes medios, al menos nueve muertos por balas policiales se han producido en la ciudad de Suez, y hay casi 400 heridos en distintos lugares de Egipto como, Luxor, Kafr al Sheij o Mahalla el Kubra.
En la capital El Cairo, el centro de las protestas volvió a ser la Plaza Tahrir, adonde marcharon decenas de miles de personas, convocadas por un heterogéneo arco opositor al gobierno de Morsi. Se vieron muchos grupos juveniles atacando con molotovs los grandes muros de cemento montados frente a los edificios de ministerios y del propio palacio presidencial.

“Pan, libertad y justicia social”
Ahmed Maher, fundador del Movimiento 6 de Abril, uno de los más activos en el proceso de lucha contra Mubarak, remarcó que “Los fines de la revolución todavía no se han conseguido”, recordando la consigna de “Pan, libertad y justicia social”, que unificó las luchas contra el régimen.
Hoy la situación política en Egipto presenta diferencias. Está en el gobierno, desde mediados del 2012, un gobierno electo, que es una alianza del partido Hermanos Musulmanes y grupos “salafistas”. Una de las principales acusaciones a este gobierno es que han dejado intocado los pilares del régimen de Mubarak, en particular los mandos del Ejército. Mientras se han realizado miles de juicios a civiles, ningún militar ha sido juzgado por los crímenes contra el pueblo cometidos bajo la dictadura mubarakista, a pesar de que tan solo en los 18 días de las revueltas murieron 840 personas y más de 6.000 resultaron heridas.
Recientemente los Hermanos Musulmanes promovieron un referéndum con polémicas reformas a la Constitución, que si bien fue aprobado mayoritariamente, las elecciones se dieron en medio de una altísima abstención, según algunos, superior al 60%. El panorama se complica porque entre los opositores han tratado de ganar en río revuelto los seguidores de Mubarak, y otros sectores vinculados a distintas potencias, que se disputan la maltrecha economía egipcia, uno de los países más poderosos de África.
Entre los convocantes a la protesta de este 25 de enero, figuran el Partido de la Constitución del premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei y otros partidos integrantes del opositor Frente de Salvación Nacional, y formaciones y movimientos naseristas, socialistas y revolucionarios.
En vastos sectores populares, incluso entre los que han votado a los Hermanos Musulmanes, hay descontento por la mala situación económica del país, donde el 40% de la población se encuentra bajo el índice de pobreza. El turismo, una de las principales fuentes de trabajo y divisas, ha disminuido. Suben los precios, y la depreciación de la libra egipcia frente al dólar ha alcanzado en las últimas semanas un récord histórico.
El gobierno ha dicho, a través de su primer ministro, que espera reanudar en febrero las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre un controvertido préstamo que este organismo tiene pendiente con Egipto. No hace falta aclarar que con dicho préstamos vienen las consabidas “recetas” de ajuste. Esto ha causado la reacción de sectores opositores que se oponen al pago de una deuda contraída por la dictadura, y plantean que en vez de seguir pidiendo dinero al FMI, se repatríen los cuantiosos fondos llevados al exterior por miembros del régimen de Mubarak.

Una poderosa clase obrera
Egipto, a diferencia de otros países envueltos en lo que se conoce como la “primavera árabe”, tiene una poderosa clase obrera, asentada en centros industriales textiles, metalúrgicos, y… con fábricas de más de 10.000 obreros en distintas ciudades.
Al calor de la lucha contra el régimen de Mubarak, se dio un inmenso proceso de luchas y reorganización sindical, que sigue en curso. El aparato sindical que controlaba Mubarak a través de la oficialista FES, estalló, y en estos dos años se han creado cientos de sindicatos independientes (las cifras varían entre 300 y 1.000, según las fuentes), nucleados en la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes (FESI) o en el Congreso Obrero Democrático Egipcio (CODE).
El proceso de lucha obrero no se detuvo con la asunción del gobierno de Morsi. A las múltiples demandas salariales y de libertad sindical, se le ha sumado un fuerte reclamo de renacionalización de empresas, que habían sido privatizadas durante la dictadura. En un proceso dolorosamente conocido por los argentinos, estas empresas fueron entregadas en medio de gigantescos actos de corrupción, ocasionando miles de despidos y que en algunos casos los compradores, inversores extranjeros las más de las veces, malvendieran inmuebles y tierras para obtener dinero rápido.
Producto de la lucha popular, que ya hacia 2008 avanzó en estas demandas de renacionalización, hay en la actualidad cinco fábricas que tienen sentencia firme en los tribunales ordenando su renacionalización. Los trabajadores de una de ellas, la textil Shebeen el Kom, obtuvieron la sentencia pocos días antes del 25 de enero. El tribunal dispuso que el Estado egipcio tendrá que devolver el dinero obtenido por la transacción y reasumir la propiedad de Shebeen el Kom.
Sólo en el último mes del 2012 tres grandes centros industriales estuvieron en huelga. Estas son la Compañía de Tabaco Oriental, de propiedad estatal y ubicada en Giza, donde sus 13.000 trabajadores reclamaban incentivos cortados por la patronal, que redujo la producción de cigarrillos tras el anuncio del presidente Muhammad Mursi de incrementar los impuestos al tabaco, echar al director general, consiguiendo ambos reclamos. También fueron al paro los 8.000 trabajadores de la Compañía Egipcia de Aluminio, del sector público, ubicada en el sur de Egipto, que obtuvieron que se restablezcan sus bonos de participación en los beneficios. Una tercera huelga importante se dio en el puerto de ‘Ayn Sujna, que opera bajo la concesión de la Dubai Ports World,
Estas son sólo algunas de las más de 3.400 protestas por cuestiones económicas y laborales registradas por el Centro Egipcio para los Derechos Económicos y Sociales para el año 2012. Más de 2.400 de estas protestas se produjeron después de que Muhammad Mursi se estrenara como presidente el 30 de junio.
Entre los reclamos más comunes, en los que acuerdan ambas centrales opositoras, está el de libertad sindical (ante los intentos del gobierno de limitar a un sindicato por sector, privilegiando los de la época de Mubarak), la reincorporación de los despedidos por su actividad sindical; el derecho a paritarias, y un salario mínimo mensual de 1.200 libras egipcias, o unos 181 dólares (el mínimo actual es de 700 libras, o 105 dólares). También se libra una gran batalla contra disposiciones del gobierno de Morsi que pretenden limitar la actividad sindical, y favorecen a los jerarcas de la vieja FES mubarakista.

Una jornada de protesta
“En todos lados se cuecen habas”, dice un viejo dicho que viene a cuento cuando se conoce cómo ha crecido la criminalización de la protesta en Egipto, donde en septiembre de 2012 un tribunal de Alejandría condenó a cinco dirigentes sindicales de la Compañía de Contenedores del Puerto de Alejandría a tres años de cárcel por dirigir una huelga de 600 trabajadores en octubre de 2011. El caso se encuentra en apelación.
También allí, mientras crecen las luchas de los trabajadores de la salud, algunos medios consignan que “El desastroso estado de las instalaciones de salud pública ha llevado a las familias de algunos pacientes a desquitarse de sus frustraciones con personal hospitalario”,  o que “el país ha sufrido una cadena de trágicos accidentes ferroviarios y derrumbe de edificios que revelan el deterioro de las infraestructuras y se suman a la decadencia de los servicios públicos de educación y sanidad”.
Como se ve, muchas son las razones de las organizaciones populares egipcias para que el 25 de enero haya sido más una jornada de protesta que de “festejos”.