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30 de abril de 2013

Los conventillos

Crónicas proletarias

 El conventillo fue la vivienda de miles y miles de trabajadores en las grandes ciudades de Argentina y otros países de América. La existencia de este tipo de viviendas donde se hacinaban hombres, mujeres y niños es un correlato de la política de superexplotación por parte de las clases dominantes. Que fue una política habitacional, lo muestra que estas “casas de inquilinato” proliferaron en las principales ciudades argentinas a fines del siglo 19. No sólo en Buenos Aires, donde la oligarquía y la burguesía “tenderil” porteña aprovecharon las casonas desalojadas por la fiebre amarilla a comienzos de la década de 1870. En Bahía Blanca y Rosario eran comunes estos conventillos, en muchos casos construidos especialmente para lucrar con ellos, como el “Conventillo de la Paloma”, hecho para los obreros de la Fábrica Nacional de Calzado por los dueños de la misma.
El conventillo era una casa con varias piezas en una, dos o tres plantas alrededor de un patio central, con baños y comedores colectivos, y terribles condiciones de hacinamiento. A mediados de 1890 vivía en alguno de los 2.249 conventillos el 22% de la población de Buenos Aires, inspirando tangos, sainetes, novelas y películas que mostraron, con mayor o menor veracidad cómo se vivía en los mismos. Las condiciones de hacinamiento eran caldo de cultivo de frecuentes enfermedades, que se multiplicaban ya que el pequeño cuarto era también lugar de trabajo, especialmente para mujeres y niños, en las ramas del vestido, calzado, cigarrerías, etc. La desenfrenada codicia de los dueños de los conventillos llevó a una gran huelga de inquilinos en 1907, que veremos en otra columna.
Adrián Patroni, dirigente del Partido Socialista, describía en 1898 uno de estos conventillos cuyas piezas “cualquiera diría que son palomares”: “Las habitaciones son generalmente de 3 x 4 metros de altura, excelentes piezas, cuando llegan a tener una superficie de 4 x 5. Esas celdas son ocupadas por familias obreras, la mayoría con 3, 4, 5 y hasta 6 hijos, cuando no por 3 o 4 hombres solos”. Para Santiago de Estrada -en 1889- “El conventillo es la olla podrida de las nacionalidades y las lenguas… En ellos crecen, como mala hierba, centenares de niños que no conocen a Dios, pero que dentro de poco harán pacto con el diablo”.
A comienzos del siglo 20, con la expansión del tranvía y la política de apropiación de los terrenos del centro porteño, comenzó el desplazamiento de los trabajadores hacia los barrios, y nacieron las “villas miseria”, una de las primeras fue el Barrio de las Ranas, en Parque Patricios.