Con el pomposo nombre de Certificados de Depósito para Inversión (Cedin), como parte de su afán de conseguir dólares sin mirar su origen (un nuevo “blanqueo”), el gobierno kirchnerista ha creado un nuevo un instrumento de pago y financiero destinado a la realización de inversiones en el sector inmobiliario y de la construcción, principalmente.
Con el pomposo nombre de Certificados de Depósito para Inversión (Cedin), como parte de su afán de conseguir dólares sin mirar su origen (un nuevo “blanqueo”), el gobierno kirchnerista ha creado un nuevo un instrumento de pago y financiero destinado a la realización de inversiones en el sector inmobiliario y de la construcción, principalmente.
Estos certificados implican de hecho también un blanqueo de la devaluación: la creación de una nueva moneda convertible en dólares en efectivo para esos fines por el Banco Central. Para obtener estos certificados, los interesados deberán depositar dólares estadounidenses en un banco y solicitar la emisión de los certificados (uno o más), por un importe total equivalente al depositado. Las entidades no podrán aplicar cargos adicionales.
Cómo se llegó a esto
Frente a los descalabros económicos que provoca su política inflacionaria, en el contexto de corrupción que lo caracteriza, el gobierno kirchnerista viene apelando a distintas medidas que no van al fondo de la cuestión y que empeoran el diagnóstico. Comenzó adulterando el termómetro, con la intervención del Indec “manu militari” por Guillermo Moreno desde 2007, y como no bajaba la fiebre recurrió a distintos tipos de acuerdos y controles de precios, uno tras otro a medida que el anterior se agotaba en sus efectos.
Lo mismo ocurrió en el llamado mercado de cambios con el precio del dólar, porque el problema hoy no es que aumente su valor por la crisis mundial que lo afecta, sino que el problema principal está aquí: en la pérdida de valor del peso por la política inflacionaria del gobierno. Por más controles que se han ido poniendo, al seguirse con esa política el deterioro del peso se ha seguido incrementando, y el control de cambios tampoco ha dado resultados como todos los otros controles de precios, aunque siga insistiendo tratando de llegar a octubre.
Parte de esto es la nueva ley de “blanqueo impositivo” por la que quienes hayan hecho dólares “en negro” puedan entrarlos al mercado legal, sin tener que explicar cómo los consiguieron. El objetivo explícito sería lograr de aquí a setiembre suficientes divisas como para mantener “equilibradas las cuentas”, aunque tenga otros fines “non sanctus”, como permitir el “lavado” de fondos provenientes de la corrupción, la trata o la droga, hoy obstaculizados de enviar al exterior por la mira que sobre dichos “envíos” se han puesto en el exterior, tras la denuncia de casos como los de Lázaro Báez, Boudou, etc.
Blanqueo de la devaluación
Pero ese es solo un aspecto de la ley de “blanqueo”. Otro, es que con dicha ley, se está reconociendo y dando status legal a una devaluación de más del 50%, de $5,40 a 8,40 por dólar. Pues quienes depositen las divisas “blanqueadas”, recibirán un bono en dólares (el Baade) o un certificado (el Cedin), directamente canjeable por dólares contantes y sonantes para operaciones inmobiliarias (urbanas y rurales) y actividades de la construcción.
Según la reglamentación del Banco Central, los Cedin serán emitidos por los bancos a partir de dólares depositados por adherentes al régimen de blanqueo, los cuales se encajarán en un cien por cien en el Central. Los tenedores de estos instrumentos podrán utilizarlos para pagar operaciones de toda índole, desde inmuebles y hasta materiales de construcción. Es decir, que el gobierno que quería obligar a los argentinos a dejar de pensar en dólares, ahora ofrece un papel verde convertible.
Esto implica el reconocimiento oficial de que el peso argentino ha perdido su función de reserva de valor, cosa que ya no es novedad desde hace prácticamente cinco años. También un reconocimiento de que ha perdido su función de instrumento de pago y financiero.
Los Cedin podrán ser utilizados para el pago de operaciones de toda índole, ya que su conversión en dólares en efectivo para la aplicación a los destinos previstos en la ley (operaciones inmobiliarias y de la construcción), podrá hacerse con anterioridad o con posterioridad a su aceptación y recepción como medio de pago. También podrán comprarse en pesos, ya que, una vez suscripto en una entidad financiera mediante la entrega de dólares estadounidenses billete o mediante transferencias del exterior, la compra en el mercado secundario dependerá del acuerdo entre las partes.
Para los Cedin, aunque surjan de un blanqueo, el gobierno da todas las garantías de que podrán circular sin dejar rastro. A diferencia de los cheques en pesos, se podrán transferir sin endosar.
Así, la Argentina está entrando en el bimonetarismo: con los Cedin, el país tendrá dos monedas. Una convertible a dólares y ciento por ciento respaldada en divisas y la otra, el peso, que seguirá devaluándose. Una moneda “buena”, que sirve para ahorrar y para las transacciones inmobiliarias y financieras, y otra “mala”, para los mortales que tendremos que seguir manejándonos con el peso devaluado.