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14 de agosto de 2013

Dos fatalidades seguidas en Rosario, ambas evitables, que dejan en evidencia el abandono del Estado con la vida de nuestro pueblo.

Crónica de una catástrofe evitable

Los responsables del derrumbe en Rosario

El martes 6 de agosto era un día lindo, luminoso y agradable en Rosario. Hasta las 9.38 de la mañana. A esa hora en un edificio de calle Salta 2141 se produjo una explosión demoledora como consecuencia de un brusco escape de gas que comenzó pocos minutos antes en el subsuelo del edificio. Inmediatamente después de la explosión se generaron llamas de hasta 10 metros de altura con el gas que seguía saliendo de la red de suministro de media presión. La empresa Litoral Gas, concesionaria de la distribución en la ciudad, debió hacer dos excavaciones en las esquinas cercanas para obturar la cañería de suministro. No había una válvula general que cerrara el servicio. Después de tres horas y media se cortó el gas y se apagaron las llamas.
Bomberos y voluntarios trabajaron desde el primer momento para auxiliar y ayudar a las víctimas. Salvaron a los que pudieron. Pero enseguida se vio que la pérdida de vidas iba a ser muy grande, ni qué hablar de los daños materiales. La noción de la magnitud de esta catástrofe hizo que todas las autoridades se hicieran presentes (locales, provinciales y nacionales). Con sus motivaciones y con mayor o menor suerte estuvieron todos: intendenta, gobernador, ministros y hasta la presidenta. La sensibilidad de la gente, de los parientes de las víctimas especialmente, generó muestras de rechazo cuando se intuyó la utilización política del hecho. Algún candidato y hasta la propia CFK tuvieron que aguantar muestras de hastío de muchos de los que estaban en la zona devastada. 
La explosión demolió totalmente los 9 pisos con todos sus departamentos en la torre donde se produjo la explosión. En dos torres linderas similares volaron ventanas y paredes de los departamentos. En toda la cuadra, y aún más lejos, se destruyeron ventanas y vidrieras de negocios. Pero lo más grave, lo irreparable: al día lunes, siete días después de la explosión, se contabilizaban 21 personas fallecidas, además de casi 60 heridos.
Mientras cuadrillas de rescatistas siguen trabajando para tratar de encontrar entre los escombros a personas con vida, rodeados por una inmensa solidaridad del pueblo y alentados por la esperanza y el deseo de encontrar sobrevivientes, mientras el dolor y la tristeza nos toca a todos, mientras acompañamos a amigos y familiares, nos asaltan y persiguen tremendas preguntas. 
 
Hay responsables
¿Qué pasó? ¿Por qué no se pudo evitar esta catástrofe? ¿Quién o quiénes son los responsables? ¿Hay responsabilidad política? ¿Quién se hará cargo de todos estos daños, físicos y morales? ¿Puede volver a ocurrir, podemos ser las próximas víctimas?
La explicación inmediata es que el trabajo de un gasista que debía hacer un cambio de medidor produjo una fuga de gas a alta presión. De ahí la explosión y las llamas. Ese gasista al no poder controlar la pérdida se fue, quiso avisar y fue demasiado tarde. Hoy está detenido y procesado por la Justicia. También han citado a declarar a los directivos de Litoral Gas. Fiscal y jueces apuntan ya a la responsabilidad de la concesionaria. Porque, ¿puede la impericia o el error de una persona producir semejante daño? La concesionaria de la red de gas ¿no es la principal responsable de velar por la seguridad? ¿No hay procedimientos de seguridad, no hay supervisión, no hay control para protegernos? ¿Quién controla a la concesionaria?
Una rápida búsqueda nos pone ante lo que parece ser la matriz de la indefensión ciudadana y el hilo conductor entre ésta y otras catástrofes que han costado muchas vidas y mucho dolor en nuestro país. 
Quien maneja hoy el gas en Rosario es una sociedad anónima con mayoría de Suez y Techint, con concesión por 35 años y opción a 10 más luego del desguace y la vergonzosa aprobación de la privatización de Gas del Estado en el año 1992, con diputados falsos dando el quórum (los célebres “diputruchos”). Suez, una compañía de capitales franceses, es bien conocida porque integró las sociedades concesionarias de Aguas Argentinas y Aguas Provinciales de Santa Fe, donde se les revocó el contrato por incumplir cláusulas de inversión. Con esos antecedentes se entiende que hayan soslayado, como se presume, inversiones tendientes a dar seguridad en la prestación del gas. El Enargas (Ente Nacional Regulador del Gas) fue creado para, supuestamente, controlar a las privadas que entraron en el negocio del transporte y la distribución del gas natural. 
Como en otros servicios los resultados de esas privatizaciones están a la vista. Control de un mercado cautivo, empresas monopólicas, deficiencia de controles o directamente corrupción y negociados para que no haya controles. Hay un hilo conductor entre la catástrofe ferroviaria de Once y la explosión del 6/8 en Rosario: es la destrucción y pérdida de servicios, estructuras, personal idóneo y controles estatales como consecuencia de la ola privatista iniciada de la era menemista con el visto bueno de los Kirchner. 
Si no se profundiza en buscar a los responsables máximos entre los cuales está la concesionaria, si no se los procesa y hace pagar los daños y perjuicios, si no se les exige severísimas medidas de seguridad y reformas que permitan todo el control y la seguridad, si no se les aplica todo el peso de la Ley, si no se reforma la legislación que nos deja indefensos, estamos expuestos a que se vuelvan a producir catástrofes como ésta. Ellos son los verdaderos responsables. 
Y los responsables políticos son todos aquellos que han permitido y siguen permitiendo la existencia de estos bastiones de privilegio y beneficio a costa de la nación y del pueblo.
Seguramente los familiares de las víctimas, los que han perdido sus casas y sus bienes, acompañados por una gran mayoría de la población de Rosario reclamarán que se haga justicia. Y justicia significará que a los fiscales y jueces no les tiemble la mano para ir a fondo en descubrir a los responsables de la trama de omisiones y negociados que han conducido a esta tragedia. 
Una respuesta y solución de fondo igualmente requiere que se recupere para el Estado y la Nación Argentina el manejo de recursos como el Gas y el Petróleo. Se necesita recuperar a la empresa estatal Gas del Estado tal como la fundara el Ing. Canesa en 1929 y ponerla al servicio del pueblo. 
 
Una nueva catástrofe 
El viernes 10/8 a la tarde en el parque de diversiones del Parque Independencia, en la rueda de la vuelta al mundo, se desprendió uno de los carritos con cinco personas en el mismo. Cayó desde 20 metros de altura provocando la muerte a dos hermanas, una de 14 y otra de 12 años, hijas de un matrimonio de Rafaela. Los otros integrantes sufrieron lesiones, algunas de gravedad. 
Nos recorrió nuevamente el dolor y la tristeza, pero también la bronca. ¿Cómo no se pudo evitar esta tragedia? Otra vez pensamos en los responsables de prevenir y evitar dramas como éste. Acaso ¿no debe la municipalidad supervisar y controlar todos estos juegos? La ciudad cuenta con innumerables profesionales y técnicos que pueden inspeccionar todo mecanismo que pone en peligro la vida de las personas, ¿Por qué no se los contrata a ellos y sus colegios profesionales? 
Como triste confirmación de lo que anticipábamos al hacer la nota de la explosión del 6/8, esta nueva tragedia nos ratifica en la necesidad de encontrar a los responsables políticos y tomar medidas que se anticipen a los hechos. Caso contrario, como dijimos en esa nota, “estamos expuestos a que se vuelvan a producir catástrofes como ésta”.