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21 de agosto de 2013

“Una vil gauchocracia”

Crónicas proletarias

 Durante la Semana Roja de 1909, esa prolongada huelga general convocada por el conjunto de las organizaciones obreras luego de la masacre del 1 de mayo de ese año, pasaron a otra etapa argumentos utilizados por las clases dominantes durante décadas, para justificar la represión.

 Durante la Semana Roja de 1909, esa prolongada huelga general convocada por el conjunto de las organizaciones obreras luego de la masacre del 1 de mayo de ese año, pasaron a otra etapa argumentos utilizados por las clases dominantes durante décadas, para justificar la represión.
Junto a la ya conocida represión policial con instrumentos como la Ley de Residencia, hicieron su estreno las bandas parapoliciales de niños bien de la oligarquía, reforzando el discurso “patriótico”, contra los portadores del “trapo rojo”, prohibido por decreto en 1905. Esta línea de pensamiento fue reforzada con la caracterización de la anarquía como una “enfermedad”, cuyos “patógenos extranjeros” había que extirpar, como dice el informe policial de Falcón. La Prensa, en un artículo del 18/5/1909, afirmó que la huelga la provocaron “elementos anónimos, en gran parte extranjeros, detritus arrojados por otros países, que se refugian en nuestro seno constituyendo un factor exótico no asimilable a nuestra sociedad”. 
Esta ofensiva fue contestada desde posiciones erradas, por las direcciones tanto del Partido Socialista como de la FORA, lo que dificultó la solidaridad de otros sectores sociales con la lucha obrera, y ni hablar de la construcción de una frente de clases con una perspectiva revolucionaria. 
El Partido Socialista insistía en culpar de todos los males a “la política criolla”, como sostenía Juan B Justo desde 1893, llegando a caracterizar al gobierno de “una vil gauchocracia” (La Vanguardia, 7/5/1909). Esta posición venía acompañada de opiniones sobre los trabajadores de las provincias “las zonas del país donde [el proletariado] es más abyecto y servil”, utilizados por este “concepto mezquino y retrógrado de la política criolla… Su patriotismo les permite pedir a los patrones extranjeros que manden a sus peones argentinos a votar por las facciones de la política criolla”.
Esta confrontación iría creciendo, hasta expresarse con toda crudeza al conmemorarse el Centenario de la Revolución de Mayo. Los anarquistas ya amenazaban en mayo de 1909 con una “declaración de huelga general para los festejos del Centenario”, cuando “las campanas de la democracia americana burguesa, la más repugnante de todas, se echarán al vuelo, para conmemorar un acontecimiento histórico al que quieren vincularse conquistas progresistas, liberales y humanas”, si no se conseguía la renuncia del jefe de policía Falcón (La Protesta). Esta incomprensión de la cuestión nacional en un país dependiente afectó durante décadas a las principales corrientes del movimiento obrero, lo que fue aprovechado tanto por la oligarquía como por la burguesía nacional.