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11 de septiembre de 2013

Métodos de trabajo de los comités del partido

Texto de Mao Tsetung (1ª parte)

La siguiente es la primera parte del texto de parte de las conclusiones expuestas por Mao -de quien se cumplieron 37 años de su fallecimiento, el 9 de septiembre de 1976-  en una reunión del Comité Central del Partido Comunista de China, el 13 de marzo de 1949 (Obras escogidas, tomo IV, Págs. 391 a 396; completa en Cuadernos de difusión del marxismo-leninismo-maoísmo, Nº 31).

La siguiente es la primera parte del texto de parte de las conclusiones expuestas por Mao -de quien se cumplieron 37 años de su fallecimiento, el 9 de septiembre de 1976-  en una reunión del Comité Central del Partido Comunista de China, el 13 de marzo de 1949 (Obras escogidas, tomo IV, Págs. 391 a 396; completa en Cuadernos de difusión del marxismo-leninismo-maoísmo, Nº 31).
1. El secretario de un comité del Partido debe saber actuar como un buen “jefe de escuadra“. Un comité del Partido tiene de diez a veinte miembros; es como una escuadra del ejército, y el secretario, como el “jefe de la escuadra”. Por cierto, no es fácil dirigir bien esta escuadra. Cada buró o subburó del Comité Central dirige actualmente una vasta región y asume tareas muy pesadas. Dirigir no significa tan sólo decidir la orientación general y las medidas políticas específicas, sino también establecer los métodos de trabajo correctos. Aun cuando sean correctas la orientación general y las medidas políticas específicas, pueden surgir complicaciones si se desatienden los métodos de trabajo.
Para cumplir su tarea de dirección, un comité del Partido debe apoyarse en los “hombres de la escuadra” y hacerles desempeñar plenamente su papel. Para ser un buen “jefe de escuadra”, el secretario debe estudiar e investigar lo mejor posible. Al secretario o subsecretario le será difícil dirigir bien a los “hombres de la escuadra” si no se preocupa de realizar una labor de propaganda y organización entre ellos, si no sabe mantener buenas relaciones con los miembros del comité ni estudia cómo conducir con éxito las reuniones. Si los “hombres de la escuadra” no marchan a compás; ¡que ni piensen en poder dirigir decenas de millones de personas en el combate y en la construcción! Claro está que las relaciones entre el secretario y los miembros del comité se fundan sobre el principio de que la minoría debe someterse a la mayoría y, por lo tanto, difieren de las relaciones entre un jefe de escuadra y sus hombres. Decimos esto sólo a modo de analogía. 
2. Colocar los problemas sobre la mesa. Esto lo deben hacer no sólo el “jefe de la escuadra”, sino también los miembros del comité. No se debe hablar a espaldas de la gente. Cuando surge algún problema, hay que celebrar una reunión, colocar el problema sobre la mesa para discutirlo y tomar decisiones, y el problema quedará resuelto. Si existen problemas y no se colocan sobre la mesa, permanecerán sin resolver por largo tiempo y hasta seguirán pendientes durante años.
Entre el “jefe de la escuadra” y los miembros del comité debe haber mutua comprensión. No hay nada más importante que la comprensión, el apoyo y la amistad entre el secretario y los miembros del comité, entre el Comité Central y sus burós, así como entre los burós y los comités regionales del Partido. En el pasado se prestó poca atención a este punto, pero desde el VII Congreso del Partido se han logrado grandes progresos en este sentido y se han fortalecido considerablemente los lazos de amistad y unidad. En adelante, debemos continuar prestando constante atención a este asunto. 
3. “Intercambiar informaciones”. Esto quiere decir que los miembros de un comité del Partido deben mantenerse mutuamente informados e intercambiar opiniones sobre los asuntos que hayan llegado a su conocimiento. Esto es de gran importancia para lograr un lenguaje común. Algunos no lo hacen así y, como los vecinos de que habla Laotsi, “no se visitan durante toda la vida, aunque unos oyen el canto de los gallos y el ladrido de los perros de los otros” [Laotsi, cap. LXXX]. El resultado es que carecen de un lenguaje común. 
Algunos de nuestros cuadros de alto rango no tenían un lenguaje común ni siquiera sobre problemas teóricos fundamentales del marxismo-leninismo, porque no habían estudiado lo suficiente. Hoy hay mayor comunidad de lenguaje en el Partido, pero el problema aún no se ha resuelto del todo. Por ejemplo, en la reforma agraria, aún existen algunas diferencias en la comprensión de lo que se entiende por “campesino medio” y por “campesino rico”. 
4. Consultar a los subordinados sobre lo que no se comprenda o no se conozca, y no expresar con ligereza aprobación o desaprobación. Algunos documentos, después de redactados, no se expiden, sino que se retienen por un tiempo, precisamente porque en ellos aún quedan problemas por aclarar y es necesario consultar primero a los niveles inferiores.
Nunca debemos fingir saber lo que no sabemos; “no hay que sentir vergüenza de consultar a los de abajo” [Analectas de Confucio, libro V, “Kungye Chang”], sino saber prestar oído a las opiniones de los cuadros de los niveles inferiores. Hay que ser alumno antes de ser maestro; hay que consultar a los cuadros de abajo antes de dar órdenes. Así lo deben hacer, al tratar los problemas, todos los burós del Comité Central y los comités de frente del Partido, excepto en caso de urgencia militar o cuando los asuntos estén ya claros. Lejos de disminuir su prestigio, eso sólo puede elevarlo. Como nuestras decisiones incluyen las opiniones correctas de los cuadros de abajo, es natural que éstos las apoyen.
Lo que dicen los cuadros inferiores puede ser correcto y puede no serlo; es preciso analizarlo. Debemos escuchar las opiniones justas y actuar en concordancia con ellas. Si la dirección del Comité Central es correcta, se debe principalmente a que sintetiza los materiales, los informes y las opiniones justas que le llegan de las diferentes regiones. Al Comité Central le sería difícil dar órdenes justas si las diferentes regiones no le proporcionaran materiales ni le expusieran sus opiniones. Hay que escuchar también las opiniones equivocadas de abajo y es erróneo no escucharlas en absoluto; sin embargo, en vez de seguirlas, hay que criticarlas.