“Se puede engañar a muchos por un tiempo, pero no a todos por todo el tiempo.”
“Se puede engañar a muchos por un tiempo, pero no a todos por todo el tiempo.”
En su discurso de la noche del lunes 26 de agosto, hablando de los pagos de deuda del sector público nacional, la presidenta Cristina Fernández, reiteró enfáticamente: “desde el año 2003 a la fecha, hemos pagado 173.733 millones de dólares”. Y aclaró, que 41.044 millones de dólares correspondían a pagos “dentro del propio sector público nacional”; 81.487 millones de dólares “al sector privado (extranjero y nacional, en dólares, tenedores de bonos) y “a los organismos multilaterales de crédito, (…) 51.201 millones de dólares; en total, 173.733 millones de dólares”, volvió a repetir.
Pero nada dijo de cómo evolucionó esa deuda pública nacional en la década supuestamente “ganada”. De cómo está hoy esa deuda, después de semejantes pagos realizados en estos 10 años. Si lo hubiera hecho, hubiera tenido que explicar por qué, con toda la “épica del desendeudamiento”, la deuda pública nacional sigue siendo la que es, y vuelve a rondar la imposibilidad de su pago más temprano que tarde.
También es cierto que la deuda con tenedores de bonos en el exterior es menos que antes, pero el gobierno sigue jurando que también la deuda interna en dólares se va a pagar en dólares. Aunque la mención que hizo la Presidenta de que el mayor aumento es en la llamada deuda intra-Estado (diferenciándola de la deuda con privados) puede esconder la idea de un “paga Dios” para el Banco Central, la Anses, etc. En el caso del Banco Central se le han enchufado 37.447 millones sólo en letras intransferibles en dólares, lo que ya supera la totalidad de sus activos nominales en reservas internacionales (35.232 millones de dólares), que se han venido disminuyendo por los sucesivos pagos a los tenedores privados de bonos en dólares, sean externos o internos. Primero se abrió la puerta con el argumento del pago al FMI y otros organismos internacionales, después se modificó directamente la ley del Banco Central, para pagar también la deuda a los privados en dólares y además hacerle emitir en pesos –con el consiguiente aumento de la inflación–, para cubrir el déficit del propio gobierno.
Las inconsistencias del “relato”, que se ven si uno mira en detalle los argumentos y la confusión de cifras que utiliza la propia Presidenta, hace que muchos de sus seguidores entren en confusiones peores, cuando hacen el listado de los “logros” de estos 10 años, para pedir el voto. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, entre esos logros se dice: “115. Renegociación de la deuda externa, con una quita del 76%, que es equivalente a la deuda ilegítima” (Militancia, Nº 9, agosto 2013). Así lo que era el 76% de la deuda defaulteada que entró en el canje de 2005, al decir de la Presidenta, “se transforma” en el porcentaje de lo que habría sido la quita, incluso mucho mayor de la que surgiría de la media verdad que dijo en pesos la propia Presidenta (ver “Más pagamos, más debemos”, en hoy Nº 184). La otra media verdad que hace desaparecer la mentada “quita” es el “caramelo” del Cupón PBI (creado, según la Presidenta, para demostrar “que si la Argentina crecía los acreedores iban a recibir más dinero producto de acompañar y de asociarse al crecimiento de esa Argentina”), que viene gatillando anualmente unos 3.000 millones de dólares, que en los 9 años de su vigencia significan 29.054 millones (de los cuales se han tenido que pagar ya 13.200 millones). Y esto sin descontar la usura que en los bonos Discount (con quita) devengan un 8,28% anual de intereses en dólares hasta 2033, cuando los bonos Par (sin quita) perciben una tasa de interés de 2,5% anual en dólares.
Así, con la “exitosa” reestructuración de la deuda de Kirchner-Lavagna de 2005, como ocurrió con Alfonsín y el Plan Brady en 1985 y el Megacange de De la Rúa-Cavallo en 2000, lo único que se ha seguido logrando es que se “renueven” y sigan extendiendo en el tiempo los pagos sobre la deuda ilegítima y fraudulenta que “heredamos” de la dictadura de Videla-Martínez de Hoz, como lo demostró la investigación de Alejandro Olmos y dictaminó el fallo del juez Jorge Ballestero (cajoneado también por el kirchnerismo). Y así también –al no haberse roto la cadena de la usura de la deuda pública, al contrario habiéndosela embellecido como “el canje más exitoso de la historia” (haciendo abstracción de los holdouts que otros no tuvieron), y “la quita más grande de la historia” (haciendo abstracción también del Cupón PBI y de la magnitud de la usura de los nuevos bonos)–, estamos de nuevo “en los cuernos del toro”, pese a haber sido éste “el gobierno más pagador de la historia”. Cosa que a los usureros imperialistas no los conmueve, por más que la Presidenta decida pedirle a Dios que “los ilumine”.
El cuadro que acompañamos incluye además de la deuda por capital en situación de pago normal, los intereses que la misma devengará hasta 2089, según el perfil de vencimientos que publica el propio Ministerio. A esa cifra agregamos los Valores Negociables Vinculados al PBI, es decir los extras que implicarán anualmente los cupones de Crecimiento, cuando éste supere el 3,2% anual. En la deuda atrasada reconocida (casi toda con el Club de París), se incluyen los intereses vencidos, pero no incluye los intereses moratorios ni punitorios ni los intereses que se seguirán devengando mientras esa deuda exista. En tanto, en la cifra que se publica por separado de la deuda no ingresada en los anteriores canjes (ahora reconocida con la propuesta de un nuevo canje), no se incluyen los intereses vencidos desde diciembre de 2001, ni los intereses que se seguirán generando en el futuro o los nuevos intereses que pudieran surgir de una eventual renegociación. Agregamos también, para tener un cuadro más completo de la deuda pública nacional –ya no solo del gobierno nacional (llamado sector público nacional)–, los datos hasta donde conocemos de deudas de otros organismos estatales, que tampoco incluyen intereses devengados o a devengar, como se aclara en el cuadro.