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18 de septiembre de 2013

El atentado a Falcón (2)

Crónicas proletarias

 Tras el atentado al jefe de policía Ramón L. Falcón el 14 de noviembre de 1909 por parte de Simón Radowitzky, todas las corrientes obreras tomaron posición. Falcón había dirigido crueles represiones e infiltraciones hacia las organizaciones obreras, la última el 1º de Mayo de ese año y la Semana Roja que lo siguió, donde se calcula que fueron muertos al menos 25 trabajadores.

 Tras el atentado al jefe de policía Ramón L. Falcón el 14 de noviembre de 1909 por parte de Simón Radowitzky, todas las corrientes obreras tomaron posición. Falcón había dirigido crueles represiones e infiltraciones hacia las organizaciones obreras, la última el 1º de Mayo de ese año y la Semana Roja que lo siguió, donde se calcula que fueron muertos al menos 25 trabajadores.
Ya hemos comentado el apoyo por parte de la FORA anarquista. ¿Qué decían los socialistas y los sindicalistas, los otros sectores del movimiento obrero organizado? Los sindicalistas, que habían conformado la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), menos de dos meses antes del atentado, se manifestaron solidarios con el “vindicador” de tantos crímenes contra los obreros. En su periódico La Acción Socialista del 20/11/1909, publicaron un artículo titulado “La ejecución del verdugo”: “El que fue jefe de policía pagó su deuda al proletariado… Nosotros, ante la caída del déspota, no podemos permanecer fríos analizadores del hecho, porque tenemos sangre obrera en nuestras venas, esa sangre que clamaba venganza en la Avenida de Mayo; nosotros, ante la caída de la hiena, no seremos simples cronistas, porque somos combatientes de la gigantesca batalla de clase y vemos que en la arena cayó tendido un enemigo sanguinario; nosotros, ante la caída del verdugo, nos descubrimos para saludar á su heroico ejecutor. ¡Gajes de la sangrienta tragedia de clase!”.
Por el lado del Partido Socialista no hubo unanimidad. Algunos artículos aparecidos en La Vanguardia se mostraban “comprensivos” con el anarquista Radowitzky. Otros, como el dirigente Alfredo Palacios, estuvieron en contra: “Repruebo enérgicamente el atentado, por convicción y por sentimiento y soy el primero en deplorar sus dolorosas consecuencias”. Otro dirigente del PS, Enrique Dickmann, expresó con claridad su línea reformista: “Desde que existen gobernantes, surgen del seno de los gobernados, fanáticos que creen remediar todos los males sociales con suprimir a algunos de aquellos. El triunfo de la democracia y del sufragio universal tiende a suprimir la violencia individual”.
Muchos años después, el Partido Comunista, en su Esbozo de historia del PCA, de 1948, decía sobre este hecho: “Los comunistas, si bien participaron desde la fundación del partido en la campaña por la libertad de Radovitzki, consideraron y consideran que los atentados individuales no contribuyen a hacer avanzar a la clase obrera y al pueblo por el camino revolucionario, y que por eso son perjudiciales para la revolución”.