“Recuerdo vivamente su notable testa, sus ojos inteligentes y vivos, que resplandecían en medio de un rostro que desconocía la expresión de afecto. Así no es de extrañar que fuera ese mismo hombre quien, en una carta de Kugelmann citara con placer los siguientes versos del poeta obrero, Weerth: No hay nada más hermoso en el mundo, que morder a nuestros enemigos”. James Guillaume, 1/7 de septiembre de 1872.
02 de octubre de 2013