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04 de noviembre de 2013

Palabras de la compañera de Manuel Guerra.

Teresita Castrillejo: “Fue fruto del Cordobazo”

Acto Homenaje a Manuel Guerra

“Lo primero que tengo para decir es que agradezco enormemente y coincido plenamente con lo expresado por la compañera del IEM. Siempre hemos sido conscientes de que somos parte de una generación de 30 mil que dieron su vida por un mundo mejor, una Argentina mejor, por una Argentina donde no hubiera opresión, donde no hubiera represión, que pudiéramos vivir felices en esta tierra tan rica que nos podría brindar a todos si hubiera justicia y otra distribución de la riqueza.

“Lo primero que tengo para decir es que agradezco enormemente y coincido plenamente con lo expresado por la compañera del IEM. Siempre hemos sido conscientes de que somos parte de una generación de 30 mil que dieron su vida por un mundo mejor, una Argentina mejor, por una Argentina donde no hubiera opresión, donde no hubiera represión, que pudiéramos vivir felices en esta tierra tan rica que nos podría brindar a todos si hubiera justicia y otra distribución de la riqueza.

Somos, evidentemente, parte de ese gran torrente. Por eso, lo primero es ese  agradecimiento inmenso porque nos hayan acogido en este lugar al que lamentablemente no podemos concurrir seguido como quisiéramos, porque vivimos muy lejos pero nuestro corazón está muy cerca.

Yo llegué a ellos a través de los juicios, a través de lo que conseguimos con la lucha en 2005, que se pudieran derogar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final; esto hizo que nos fuéramos metiendo de nuevo y que ya no fuera solo una consigna, que pudiera ser una realidad, que pudiéramos ver a algunos de los genocidas sentados en el banquillo de los acusados. Eso nos provocó una conmoción inmensa al pueblo y se imaginan ustedes a los familiares. En esa búsqueda está lo maravilloso de lo conseguido y está todo lo por conseguir. Nosotros hace ocho años que somos -con Facundo- querellantes. Estos juicios están bajo una fórmula, no la que pedíamos las Madres -Nora debe recordarlo-; pedíamos una bicameral que pudiera tener poder de policía, entrar a todas las unidades militares y recorrerlas para encontrar los datos, eso no lo logramos.

Se lograron otras cosas y llegamos a los juicios. Esos juicios que son fundamentales, hay un antes y un después del 2005, han sido hechos bajo la fórmula del Código Penal. Y evidentemente no pueden responder a lo que ha sido un terrorismo de Estado. Porque estuvieron hechos para no tener testigos, no eran chorros comunes. Tenemos que probar si fue Juan o Pepe. Está todo escrito en la memoria. Pero no sólo en la memoria del pueblo, está todo escrito en los archivos. Ya nos decía Mignone -se acuerdan las más viejas-: “está todo microfilmado”, un Estado no se suicida, un Estado jamás destruye su información. Sabemos que la CIA da a conocer temas después de 40 o 50 años cuando ya no afectan. Estamos convencidos de que no falta un solo dato en ningún lado. Pero si bien es gigantesco lo que hemos logrado, no hemos logrado lo que queremos todavía porque no se han abierto los archivos, y los archivos están.

Esto hacen las clases dominantes: devuelven la culpa a la víctima. Entonces siempre hace falta que hagamos algo nosotros para que encontremos testigos; ahí encuentro el canal por el que llegué al IEM, porque le pedí al juez, porque yo no tengo casi testigos en mi caso. Norita tiene un caso peor, no tiene absolutamente nada. Miles, quizás el 80, el 90%, no tienen nada, porque todo fue hecho para no tener nada.

Al entrar en el juicio, había un testigo que lo nombra (a Manuel Guerra). Este dice “no sé, no me acuerdo, no estoy seguro”, no es testigo válido, y yo necesito más testigos. Nosotros necesitamos más testigos, que por supuesto no los busca el Estado, los busca el familiar. Yo le dije al secretario del juez: dígame quiénes son los sobrevivientes de esa época, porque yo con una foto los voy a ir a buscar. Claro, yo soy de la generación del 70… de los que todavía quiere verle las caras, si puedo les voy a ver las caras… Mandé mail pero también fui, y me encontré con Luis Poloto. Así llegué al IEM hace un año y medio. Con la suerte de tener compañeros y amigos que hemos logrado este vínculo, porque tenemos compañeros que están viniendo todos los segundos lunes de cada mes y es por eso que estamos logrando esto y yo lo agradezco enormemente. Por otra parte, agradezco enormemente la presencia de Nora Cortiñas.

El Negro fue secuestrado el 1 de noviembre de 1977, yo entré a Madres a la semana siguiente de lo de Astiz, a principio de diciembre del 77. No entendía por qué me trataban tan mal. Muy mal me trataban, venían y me decían “¿Y vos a quién tenés? ¿Vos quién sos?”. Me costó mucho entender que habían sido infiltradas por jóvenes, por Astiz por ejemplo. Les costó mucho aceptarme y conocer que no era parte de lo de Astiz. Las pude entender después, con el tiempo, cuando fui armando ese rompecabezas. Fue entrañable nuestra relación.

Yo decidí volver a Mendoza… cometimos muchas locuras, yo iba a la Plaza de Mayo con Facundo que era un bebé de un año. Me di cuenta de que eso era muy grave, que era muy posible que nos secuestraran. Empezamos a tomar, con este Partido que nunca me abandonó, medidas para que yo pudiera ir y Facundo estuviera seguro. Está acá la compañera a la que yo le entregaba Facundo, que yo no sabía adónde lo llevaba, y me lo devolvía en otra esquina después de que yo recorría la plaza. No teníamos familia acá y entonces en el ‘79, me volví a Mendoza. En aquella oportunidad, en una confitería en Corrientes y San Martín, Nora me dijo: si te vas a Mendoza entonces te damos un encargo, fundá Madres en Mendoza. Y le hice caso: fui parte de la fundación de las Madres de Plaza de Mayo en Mendoza. Lamentablemente tenemos dolores, tenemos decepciones, tenemos transformaciones que nos cuestan entender, que nos duelen, pero que también nos dan rabia. Pero siguen las Noras.

Tengo también la alegría de saber que hay presencia del Serpaj, que los sigo atentamente porque creo que los organismos de derechos humanos tenemos la obligación de seguir con la memoria, de pelear por la justicia.

El tema es si seguimos llevando las banderas de nuestros compañeros. Si las Madres siguen siendo paridas por sus hijos, si los hijos siguen siendo paridos por sus padres, las banderas porque no tiene que haber un solo niño en la calle continúan, porque hay miles de niños en la calle. Sigue habiendo trabajo en negro.

Si bien hemos avanzado desde el 2001 para acá, perdimos mucho. Seguimos luchando contra el trabajo en negro, por el 82% móvil para los jubilados, y contra la desocupación. Y decimos que no puede ser la impunidad de ayer, pero tampoco la de hoy, porque está Julio López, porque está Silvia Supo para recordárnoslo.

 

“El Cordobazo fue un antes y un después en la vida del Negro”

He empezado con lo que tengo más en el corazón: para todos estos jóvenes que están acá, aunque sé que muchos ya lo conocen, quiero agradecerles y darles una pequeña semblanza de Manuel: Manuel nace en 1951 en un pequeño pueblito de Santiago del Estero, en Frías. Un pueblito como tantos que aun siguen siendo parte de nuestro país, un pueblito casi feudal, con un solo patrón, la Amelita Fortabat. Su padre, minero. Su mamá, con sangre originaria de los lules. Cuatro hermanos, él era el menor. A los diecisiete viaja a Córdoba para terminar sus estudios secundarios. Ahí se conecta con el colegio Cassaffousth, con la Córdoba que tenía la sangre revuelta. A los dieciocho participa de lo que le va a cambiar la vida, el Cordobazo. Ese fue un antes y un después en la vida de el Negro y en la vida de miles de jóvenes de esa época… hoy seguimos escuchando campanazos de esa gigantesca pueblada. Ese aprendizaje fundamental, fue fruto del Cordobazo, del renacimiento del clasismo y la recuperación del Smata de Córdoba. Allí con Salamanca, forma parte de la comisión juvenil del Smata Córdoba, se hace amigo de los delegados, de Luis  Marquez que trabajaba en Transax, era delegado. A Luis lo secuestran en octubre del 75, Facundo se llama Luis Facundo por este Luis.

El Negro a los 22 años, muy joven, se echó al hombro la tarea de organizar la Juventud Comunista Revolucionaria, trasladándose a Buenos Aires. Allí nos encontramos en una esquina histórica, San Juan y Boedo, nos presentó Fierro. Al principio sólo fueron tareas hasta que comenzó a nacer algo que fue más que una tarea.

¿Qué puedo rescatar del Negro, como principal? Su capacidad de escucha, su humildad con infinita comprensión. Por ahí los que venimos de otros sectores creemos que el que te escucha y te mira no nos está entendiendo, y la respuesta es de un grado de profundidad gigantesco. Al Negro no sólo le debemos lo que fue la lucha en Córdoba sino encabezar la lucha antigolpista. Dimos todo lo que teníamos por dar para que este golpe no se diera. Fue gigantesco lo que hicimos, pero lograron dividir al pueblo y logró imponerse esta dictadura sangrienta que se llevó a miles y miles de compañeros.

¿Qué más tengo para rescatar del Negro? Que con su juventud, con solo 23 años fue el que definió, convenció y luchó para que tuviéramos un hijo. Yo estaba muy asustada, venía el golpe, fines del 75. Yo decía “Negro pero se viene el golpe” y el negro me dijo: “Mirá Tere, todos los pueblos que han luchado, aún en la guerra aman, tocan la guitarra, cantan, juegan al fútbol, y nosotros vamos a traer un niño para que siga todo lo que tiene que seguir. Nos vamos a cuidar y vamos a vivir para él. Pero a él le vamos a dar la oportunidad de vivir”. Sin esa decisión del Negro, no estaría el Facu, entonces es mucho lo que tenemos que agradecerle.

Quiero también decir dos cosas: le gustaba el locro, se peleaba con Rosita (Nassif) si el locro era santiagueño o tucumano. Le gustaban las empanadas, le gustaba el truco. Que amaba su familia. Ese fue el Negro.

Quiero decir lo difícil que es para nosotros usar el tiempo verbal: decimos “fue” porque nos han hecho deducir como pueblo y como familiar que deben estar muertos, pero en realidad no lo sabemos. Nunca nos han contestado sobre su vida. Eso me da mucha bronca. Estoy de acuerdo en revisar la palabra desaparecido, porque es un pequeño triunfo de Videla, es “ni vivos, ni muertos, desaparecidos”. Y yo digo: lo quiero vivo, y si no que me digan quién lo mató, dónde lo mataron, dónde lo tiraron porque queremos ir a ponerle una flor.

Como todo está escrito, es un gran dolor, es un gran cachetazo para nosotros: la ley antiterrorista es inexplicable porque sabemos para qué está hecha. Nosotros en Mendoza luchamos mucho contra la megaminería contaminante y todos los que salen a luchar contra la minería contaminante son “subversivos”. Todavía no la aplican, no vamos a dejar que la apliquen pero la tenemos que derogar, compañeros. Esa ley tiene que ser derogada.

Y respecto a los juicios, yo no soy abogada, no sé cómo se tiene que hacer pero sí sé que no es la familia la que tiene que seguir probando. Tenemos que dar vuelta el guante. Tenemos que lograr algún tipo de ley, tenemos que inventarla porque no existe, tampoco existió antes del 76 y del genocidio y el terrorismo de Estado. Con la apertura de los archivos, son ellos los que tienen que ser citados. Y cuando ellos sean citados, nosotros alguna vez tenemos que hacer realidad eso que “Dios y la Patria se lo demanden”. Los que se lo tenemos que demandar somos el pueblo con juicios populares, con juicios por jurado para que vayan a la cárcel todos y cada uno de los genocidas. Por todos y cada uno de los 30 mil. Queremos saber donde están los nietos, porque ellos saben donde están los nietos, no tenemos que buscarlos nosotros. Y no tenemos que cargar con la culpa de que no los encontramos. Ellos tienen el deber de decirnos dónde están, y más hoy que han puesto de jefe del Ejército nada menos que a Milani. Milani es de inteligencia; si alguien tiene datos es Inteligencia, como lo demostró el 601 con todo lo que se sacó a relucir. Por eso, tenemos mucho, nos falta mucho pero no vamos a terminar hasta que todos y cada uno de nuestros compañeros tenga justicia y todos y cada uno de los genocidas vaya a una cárcel común. ¡30 mil compañeros detenidos-desaparecidos, presente!