Partimos de decir que el libro tiene el mérito de haber acumulado una cantidad de datos sobre los crímenes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) en La Plata en la década de 1970. Y que éstos fueron importantes para encarcelar a algunos de sus miembros y “escrachar” a otros que están hoy procesados. En ese sentido saludamos el avance en encontrar a los culpables de decenas de asesinatos
Partimos de decir que el libro tiene el mérito de haber acumulado una cantidad de datos sobre los crímenes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) en La Plata en la década de 1970. Y que éstos fueron importantes para encarcelar a algunos de sus miembros y “escrachar” a otros que están hoy procesados. En ese sentido saludamos el avance en encontrar a los culpables de decenas de asesinatos
La diferencia con el enfoque de los autores es que no parten de que las clases dominantes de la Argentina habían confluido en un amplio frente golpista y quiénes componían ese frente. En el golpe de Estado de 1976 no estaban sólo los sectores pro-yanquis, sino que ese frente estaba hegemonizado por los sectores que respondían al socialimperialismo ruso. Los yanquis eran (y son) un enemigo conocido y odiado por el pueblo argentino. Pero esa superpotencia imperialista rusa era un enemigo nuevo, ocultado y desconocido. Precisamente si no partimos de quienes componían este amplio frente golpista y no puntualizamos sobre el carácter socialimperialista de la ex URSS y el papel que jugó en Argentina, quedan ocultas las verdaderas razones del golpe de Estado y los principales responsables que estuvieron detrás de estas bandas fascistas.
Los autores afirman que “la CNU era una banda parapolicial que respondía a la derecha del peronismo, dirigida por el gobierno de Isabel Perón”. Conclusión que leyendo el libro se choca permanentemente con los datos que allí vuelcan los propios autores. Ellos demuestran con información concreta que la CNU era dirigida por la policía del gobernador Calabró y por inteligencia del Ejército videlista. Es decir que era dirigida en forma directa por los que encabezaron el golpe fascista de 1976 y que justamente encarcelaron a Isabel Perón durante largos años.
El otro problema es lo que no dice. Porque si alguien denunció a esta banda de asesinos, los caracterizó como golpistas y enfrentó el golpe de Estado en La Plata fue el PCR. Tuvo 6 asesinados y 57 detenidos por la policía de Calabró, y en la investigación apenas se menciona tangencialmente el asesinato de Enrique Rusconi, y no menciona a Guillermo Gerini, Carlos Polari, Ana María Cameira, Herminia Ruiz y David Lesser. Tampoco menciona que estas bandas fueron denunciadas, no ahora que pasaron 40 años, sino en ese mismo momento por el PCR, incluso en solicitadas en el diario El Día que tuvieron gran repercusión política.
Por ejemplo, relatan que un infiltrado en la CNU perteneciente a la FAL 22 de agosto (Enrique Rodríguez Rossi, luego asesinado por la propia CNU), avisó a su conducción de que iban a matar a Rusconi y el aviso no llegó al PCR. ¿Cómo saben qué es lo que llegó o no al PCR? El carácter sesgado de la investigación lo muestra el hecho que los autores no hicieron ninguna entrevista a la familia de Enrique Rusconi, ni a ningún dirigente del PCR. No conocemos si es por prejuicios políticos o por otro motivo. Pero más allá de esto, la resultante política es un conjunto de verdades a medias que son la base de un relato engañoso.
Qué fue la CNU
La CNU nació a fines de la década de 1960 como una organización peronista ultranacionalista. Su ideólogo fue Carlos Disandro. Estos grupos de fachos actuaban principalmente en las universidades de La Plata y Mar del Plata donde asesinaron en una refriega a la estudiante Silvia Filler en 1971.
A mediados de 1974, a la muerte de Perón y con el desplazamiento del hombre del socialimperialismo ruso en el gobierno, el ministro de Economía Gelbard, comienza la cuenta regresiva para el golpe de Estado. Para ese juego la CNU se convierte en un grupo parapolicial comandado por la policía del gobernador Calabró, a través del comisario Garachico, y coordinando con inteligencia del Ejército a través del Tte. Coronel Mario López Osornio, que fuera segundo jefe del distrito militar La Plata y también el jefe del Regimiento 7, coronel Presti.
El suboficial Vaello, un represor que fuera miembro del 601 de inteligencia del Ejército, declaró ante la Conadep que la CNU operaba bajo la dirección de este organismo. El 601 de Inteligencia del Ejército fue una cueva de los militares golpistas pro-rusos. Quienes fueron sus jefes nunca salieron a la luz, ni fueron juzgados. (Dicho sea de paso allí se “crió” y aprendió su libreto de represor fascista el general Milani). Esto tiene gran importancia porque fue desde allí y desde la gobernación de Calabró desde donde se digitaban los asesinatos de la CNU.
Asesinaron a nuestros camaradas del PCR, al intendente de La Plata Rubén Cartier que estaba organizando una reunión de intendentes y gobernadores para enfrentar el golpe. Asesinaron estudiantes, obreros, militantes y luchadores populares. Fuera cual fuera su posición política, a todos ellos rendimos homenaje y haremos lo que esté a nuestro alcance para que los culpables se pudran en la cárcel.
Pero a la luz de los hechos, la vida demostró que los que enfrentamos el golpe teníamos razón. Que estaban equivocados aquellos que decían “mejor que Isabel cualquier cosa”, muletillas nacidas en inteligencia del Ejército que repetían muchos sectores sin conocer su origen.
El asesinato
de nuestros compañeros
Para tener una comprensión cabal de los momentos previos al golpe en La Plata, Berisso y Ensenada, hay una lectura imprescindible que es Así luchamos contra el golpe de Jacinto Roldán, del libro La trama de una Argentina antagónica (Editorial Agora, 2006).
Enrique Rusconi era un dirigente reconocido del PCR, fue asesinado el 7 de diciembre de 1974. En el grupo que lo asesinó participó un estudiante de Arquitectura de la CNU. Enrique, que trabajaba como no docente en esa facultad le dijo “yo te conozco, ustedes son rusos”, marcándolos a fuego. Hacía pocos días el PCR había resuelto enfrentar el golpe de Estado, venga donde venga y Enrique había llevado esa posición a la asamblea de su gremio. El PCR de La Plata, convirtió el dolor en fuerzas, hizo hablar las paredes, llevó la denuncia a las asambleas obreras, estudiantiles y populares. También denunció en una solicitada en el diario El Día a las bandas golpistas que asolaban la provincia de Buenos Aires bajo la gobernación de Victorio Calabró.
El 12 de mayo de 1975 fue detenido Horacio Micucci, quien estuviera preso durante toda la dictadura. Al día siguiente, mientras pintaban por su libertad, fueron asesinados Carlos Polari, Ana María Cameira, Herminia Ruiz y David Lesser. El 22 de mayo fue asesinado Guillermo Gerini. Nuevamente la respuesta fue la denuncia ante las masas, no pudieron apartarnos de las masas obreras, campesinas y populares. Como cuenta Jacinto Roldán, si nos mataban pintando de noche, salimos a pintar de día, para que sean las masas nuestra mejor defensa. Nuevas solicitadas creaban gran conmoción en la política platense.
Algunas conclusiones
El libro está construido con la lógica “La derecha mata a la izquierda”, pero pasa por alto que en el golpe confluían no solo los pro- yanquis, sino que también los sectores pro-rusos, que eran los más activos. Los Montoneros, por ejemplo, sacaban en la tapa de su revista El Descamisado: “La URSS es amiga de los pueblos”. Con el golpe de 1976 irrumpió una dictadura fascista que era defendida por la URSS en los foros internacionales. Una dictadura que era la “cantinera” de carne y trigo para ese imperialismo que invadía Afganistán. No solo la URSS ya hacía años que no era amiga de los pueblos si no que sostenía a los Generales Videla y Viola que bañaron de sangre nuestra patria.
Desde la visión kirchnerista se quiere demostrar que la dictadura fue continuidad del gobierno peronista (lo que lavaría las culpas de aquellos dirigentes que jugaron activamente para el golpe). Pero de ser así ¿Por qué el 24 de marzo de 1976, el gobernador Calabró hizo una recepción para entregarle el mando de la provincia de Buenos Aires al General Sigwald y luego se fue tranquilo a su casa, mientras Isabel Perón era encarcelada por más de 5 años?
El golpe de Estado de 1976 tuvo como objetivo ahogar a sangre y fuego el maravilloso período de auge de luchas obreras y populares que se había abierto en 1969 con el Cordobazo. Es necesario defender la verdad histórica. Se lo debemos a las nuevas generaciones, porque como decía Alberdi “la falsa historia es la base de la falsa política”, y hoy, con el relato K, vemos cómo esa sentencia se cumple a rajatabla.
Pero sobre todo se lo debemos a nuestros camaradas caídos en la lucha antigolpista. Haber enfrentado el golpe es una página gloriosa del PCR y unió definitivamente su destino al de las grandes masas obreras y populares de la Argentina. Las clases dominantes han construido un “relato histórico” que corre la magnitud de tamaño heroísmo. No plantarse para reivindicar su lucha como patriotas y comunistas revolucionarios, no indignarse ante los que la desprecian, sería traicionar su memoria.
El golpe pasó. El PCR se quedó en la Argentina, siguió editando su periódico en la clandestinidad y siguió la lucha bajo la dictadura más sangrienta que conociera nuestro pueblo. La región de La Plata, Berisso y Ensenada fue una de las más castigadas por la represión. Sin embargo, en 1979, en Berisso, la cuna del 17 de octubre, los obreros de la carne protagonizaron la huelga larga del frigorífico Swift. Y el PCR jugó un papel decisivo en esta lucha. Una verdadera epopeya de la clase obrera argentina que ha sido ocultada. Pero esa ya es otra historia que merecería también una profunda investigación que la saque a la luz para las nuevas generaciones.