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05 de marzo de 2014

La ocupación de Lugano deja al desnudo la falta de una política de viviendas para los sectores populares y la falta de cumplimiento del gobierno nacional y de la Ciudad.

Ocupación en Villa Lugano

Capital Federal: Falta de techo para vivir, un drama que crece

El predio está ubicado en la avenida Fernández de la Cruz y Pola, en el barrio de Lugano de la Capital Federal. En sus alrededores hace tiempo se levantó una de las villas más populosas de la zona suroeste de la Ciudad. Hasta hace muy poco en ese perímetro estaba asentado un “cementerio de coches” de la policía. los vecinos junto con la CCC venían reclamando la desinfección del terreno y lograron -en el año 2007- una ley que ordena sacar los coches, sanearlo y construir 1.400 viviendas para la gente que las necesita.
Pero nada de esto sucedió. El gobierno porteño de Mauricio Macri solamente sacó los coches pero –en complicidad con el kirchnerismo- ordenó el proyecto “Plan Maestro” que se trata de retener todas las tierras de la zona sur para realizar sus grandes negocios inmobiliarios. 
Mientras tanto, alentados por la política de abandono de los gobiernos nacional y de la Ciudad, y ante la demanda creciente de familias que son despojadas de sus tierras y forzadas a migrar a las ciudades, crece en el interior de las villas el negocio de alquileres de habitaciones que oscilan entre los 600 y los 1.500 pesos. Montos que frente a la insoportable inflación, falta de changas y magros salarios, son imposibles de costear.
Frente a la falta soluciones, porque ya no esperan más y no creen en las promesas de ambos gobiernos –como la de poner un peso y un peso para viviendas tras la ocupación del Parque Indoamericano para resolver el drama habitacional- la gente tomó en sus manos el problema y ocupó las tierras.
 
Las enseñanzas de la ocupación del Indoamericano
 Tanto el gobierno nacional como el de Macri temen que las tomas se repliquen en la Ciudad y en todo el país. Hay más de 20 millones de hectáreas en manos extranjeras mientras millones de asalariados y desocupados no tienen acceso a la tierra para trabajar ni para vivir.
  Como relatan los ocupantes, este drama “no se aguanta más”. En su mayoría son jóvenes, chicas embarazadas y con pequeños, que con valentía se decidieron ocupar un pedacito y aguantar hasta poder empezar a levantar, primero una carpita con nylon, después, con el transcurrir de las horas, comenzaron a acarrear maderas, chapas…
En los primeros días, la ocupación parecía una operación punteril de Marcelo Changalay, un puntero a sueldo de los distintos gobiernos de la Ciudad, que intentó instalar frente a los medios a los ocho delegados de la ocupación, quienes pasaron a negociar con el gobierno y trajeron a su regreso la “magnífica” propuesta del censo por familia y la promesa de un subsidio para vivir si firmaban y se retiraban. Se trata de la misma operación mediática que hizo el gobierno durante la ocupación del Indoamericano a través del “Pitu” Salvatierra…
Pero varios de los ocupantes ya conocían la jugada porque lo habían vivido: “Entregás tus datos al gobierno, no te dan nada, y te abren una causa por usurpación de propiedad”. Por lo bajo, comienzan a organizarse delegados de la toma, los ocho que negociaron con el gobierno se fracturan. Los nuevos delegados y referentes de la toma no dan sus nombres, lo hacen en forma anónima, porque cuando les toman los datos los criminalizan, les crean una causa.
Al acuerdo del censo lo aceptaron unas treinta familias. Pero en el interior de la toma corría la voz: “Cuando el Indoamericano, lo único que siguieron fueron los procesos contra el Tano Nardulli y Pérez…” y de ahí “si no hay nada firmado, que nos garantice la vivienda, de acá no nos vamos nada”. 
La bronca y la necesidad comenzaron a crecer. El jueves a la mañana había 300 familias; cuando se fueron las 35 familias que aceptaron el censo entraron otras 300 familias más. Para el viernes 28 eran ya 900. Durante el fin de semana, con la orden de retiro de la policía, la fisonomía de la ocupación fue cambiando aceleradamente, las carpas se empezaron a transformar en ranchitos, con la solidaridad los vecinos de la villa, quedando cada vez más en claro que de la ocupación del Indoamericano para acá no se hizo nada en lo que respecta a viviendas.
 
No pueden desalojar
Mientras la ocupación crecía, el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, se pavoneaba frente a los medios, acusando al juez Vega no haber hecho el desalojo a tiempo. Ambos gobiernos se pasan la pelota: el de la Ciudad que acusa su falta de cooperación con no disponer de la Federal y Gendarmería para reprimir, y el nacional por haberse “dormido”. Heroicamente, con las mujeres al frente y un cordón de personalidades políticas, se enfrentó la represión que se avecinaba el viernes 28 alrededor de las 19 hs.
Si bien el desalojo fue dispuesto el viernes por el juez Vega, la suspensión del operativo se dio por la presentación del amparo del defensor de la Ciudad, Luis Duacastella, en representación de los vecinos para que no se concrete, y la gigantesca solidaridad de organizaciones sociales y políticas que rodearon la ocupación, entre ellas la CCC y el PTP-PCR.
Tanto temor tienen (y acuerdos para ajustar y reprimir) que la presidenta en su discurso inaugural de la Legislatura no pudo eludir la ocupación de Lugano y relatar sus coincidencias con el macrismo: “Hablé con (Mauricio) Macri. Lo digo para desmitificar que no hablo con nadie. Yo atiendo a todos. Él me llamó. Parecía raro, coincidíamos en muchos puntos”. Parece que el kirchnerismo y el macrismo no sólo tienen acuerdos económicos sino también cuando lo que urge es limpiar el terreno…
 
La gente no quiere nada gratis
Durante la ocupación, distintos medios intentaron dividir la opinión pública tildando de ridículo el reclamo de tierra para vivir, de absurdo ocupar un lugar, basado en legitimar el derecho de propiedad. Así como durante la ocupación del Indoamericano se montaron sobre la xenofobia contra los hermanos latinoamericanos, esta vez esgrimieron el enfrentamiento de pobres contra más pobres.
Conversamos con un compañero de la CCC de Villa Lugano, quien echaba luz sobre el tema: “La gente no quiere nada gratis, quiere pagar la casa que tenga. Ha habido una propaganda de enfrentamiento de sectores medios con desocupados”.
Por eso desde la CCC “Tratamos de unir lo más pobre con lo menos pobre en el tema de la vivienda. En vez de pagar a Repsol o el Club de París, o los fondos buitres, se use esa plata para levantar la Argentina. ¿Cuántos quieren pagar su casa o departamento? ¿Cuántos podrían tener su casita con esa plata? Acá todo el mundo paga impuestos. Los más pobres son los que más pagan. Cuando una persona va a comprar leche paga el 21% del IVA. Hubo familias que estuvieron en la ocupación del Indoamericano, que se solidarizaron con los compañeros Nardulli y Pérez, y además fueron a ocupar en Lugano porque el tema de la vivienda no se solucionó”.
Al cierre de esta edición, el lunes 3, mientras la toma del predio del “cementerio de coches” se mantenía, una nueva ocupación en Lugano era reprimida y desalojada.