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16 de abril de 2014

El narcotráfico ha crecido de la mano de la complicidad del gobierno nacional y del pacto de tolerancia policía/gobierno provincial. El pueblo no necesita droga de las blandas ni de las duras, necesita pan, trabajo, tierra, unidad y fuerzas para luchar.

El narcotráfico en Rosario

Ganar a la mayoría del pueblo para la batalla contra la droga

Rosario y la provincia de Santa Fe dejaron de ser un territorio para el tránsito de drogas hacia otros países, con un consumo reducido. Hoy, se ha multiplicado varias veces el tránsito, y ya hay numerosas “cocinas” para procesar cocaína y otras drogas sintéticas, y el consumo desde el “paco”, pasando por la marihuana hasta la cocaína, ha crecido en forma exponencial. Lo que obliga a la pelea por el control “territorial” de las villas y barrios.

Rosario y la provincia de Santa Fe dejaron de ser un territorio para el tránsito de drogas hacia otros países, con un consumo reducido. Hoy, se ha multiplicado varias veces el tránsito, y ya hay numerosas “cocinas” para procesar cocaína y otras drogas sintéticas, y el consumo desde el “paco”, pasando por la marihuana hasta la cocaína, ha crecido en forma exponencial. Lo que obliga a la pelea por el control “territorial” de las villas y barrios.
Esta lucha por el territorio es la que produce la tasa escalofriante de homicidios, casi todos de jóvenes, que junto a la ejecución por sicarios de algunos personajes intermedios, son la cara del narcotráfico más visibilizada en los últimos meses.
Desde hace mucho tiempo, se sabía que transitaba droga (ocasionalmente se hacía algún procedimiento en las rutas 11 y 34) y que se vendía en algunas villas como La Lata. Después aparecieron hechos nuevos como el copamiento del barrio Santa Lucía, donde un día a la semana los patrulleros de la policía “cuidaban” la llegada del cargamento mayor y su reparto a los vendedores, con un despliegue que intimidaba a todos los vecinos. Después estalló en Villa Gobernador Gálvez al amparo de las autoridades municipales. Hasta que, en los últimos dos años se produjo la explosión en todo el Gran Rosario, por la que llegamos a una situación extrema. “Ya nos parecemos a México y vamos a ser como Colombia”, dicen todos.
 
El gobierno nacional y la droga
El tránsito, la exportación y la comercialización de drogas es uno de los principales negocios mundiales. Encuentra en la Argentina un gobierno nacional con políticas absolutamente favorables para este tráfico criminal.
 Esto quedó totalmente en claro, a partir del sostenimiento oficial de la aerolínea Southern Winds cuyo itinerario “estrella” partía de Tacna (centro del comercio de drogas en la frontera peruano chilena) pasando por Córdoba y con destino final España, que terminó cuando fueron halladas valijas de droga en el aeropuerto español con membretes de la Embajada Argentina. Era todo tan descarado, que justificaron un recipiente especial de acero inoxidable en sus aviones, diciendo que estaba ¡para poder transportar los féretros de ciudadanos peruanos residentes en Córdoba que deseaban ser enterrados en su suelo natal! 
 Se han desmantelado totalmente los controles de fronteras, no se han instalado los radares imprescindibles para vigilarla, siendo que la Argentina es un país productor de esos medios de detección. Se han establecido políticas completamente favorables para el lavado de dinero, actividad colateral indispensable para el narcotráfico. La participación de pilotos y pistas de la Aeronáutica (caso Juliá). El Operativo Langostino. El triple asesinato de la efedrina, etc., etc. 
El gobierno nacional es además el principal responsable, por su política de concentración y extranjerización de la producción, del mantenimiento de cientos de miles de personas, muchas de ellas expulsadas de otras provincias, en condiciones precarizadas, sin trabajo estable y sin viviendas dignas. Particularmente, es responsable de la existencia de miles de jóvenes que no estudian, ni pueden obtener un trabajo, sin futuro y sin perspectivas. Víctimas de la discriminación y el “gatillo fácil”, son tentados por los narcotraficantes con cuantiosos fondos, para convertirse en sus vendedores y “soldados”, “escapando” ellos y en algunos casos sus madres y hermanos del doloroso presente.
 
La provincia de Santa Fe
La provincia de Santa Fe es clave para el tránsito, recepción y sobre todo para la exportación de drogas. En primer lugar porque tiene la mayor actividad portuaria de ultramar de la Argentina, con puertos privados que no tienen ningún tipo de control. Además existen numerosas pistas de aviación clandestinas, sobre todo en el norte. Es un nudo de las rutas nacionales de la droga. La RN34 que viene desde Santa Cruz (Bolivia), donde se elabora una gran parte de las hojas de coca para producir cocaína o pasta base. Y la RN 11 que nos une con Paraguay, donde se produce, hasta hoy la mayor cantidad de marihuana. 
En segundo lugar, porque tiene condiciones especiales para el lavado de dinero en gran escala. Se lava en la compra y venta de cereales en negro o en blanco, en el “boom” inmobiliario de Rosario (“la Barcelona argentina”), en la compra y venta de automóviles de altísima gama y muy especialmente en los casinos de Rosario y Santa Fe (oh, casualidad, propiedad de Cristóbal López). El “pequeño” casino de la ciudad de Santa Fe, deposita en un solo banco de la ciudad, diez millones de pesos en efectivo por semana.
En tercer lugar, porque el gobierno de Santa Fe, en manos del socialismo, tuvo una actitud de silencio sobre esta actividad, negando públicamente la realidad, hasta que explotó la bomba en sus manos con una intensidad tal, que amenaza con “llevárselo puesto” usando palabras de ellos mismos. El socialismo continuó, sin modificar, el pacto histórico de tolerancia policía-gobierno provincial, por el cual la policía puede regentear actividades ilícitas y sus jefes enriquecerse sin medida, después de pagar tributo a todas las “cajas” que garantizan la impunidad, mientras no le creen “problemas” al gobierno. Frente al crecimiento explosivo del narcotráfico de una policía “normalmente corrupta”, se pasó a una policía absolutamente comprometida con el narcotráfico desde los niveles más altos.
El nivel de este fenómeno aparece claramente cuando, al estallar el escándalo público y frente al chantaje del kirchnerismo, el gobierno intentó cambiar algunas de esas condiciones, se ejecutó un atentado al propio gobernador de la provincia por efectivos de la policía. Los principales autores no están detenidos. Que hay “zonas de contacto” entre estas mafias y el gobierno, particularmente en el lavado de dinero, lo demuestra la desesperación del gobierno provincial por hacerse de la computadora personal de Medina (jefe encargado del lavado, asesinado de 14 balazos en la Navidad pasada junto a su novia, cuando volvía a su alojamiento en el Casino de Rosario) y un intento ilegal de allanar su casa en Nordelta antes de que llegara la policía de la provincia de Buenos Aires
Es infame la utilización del kirchnerismo de estos escándalos, siendo ellos los responsables principales a nivel nacional, del crecimiento del narcotráfico y sus consecuencias. Pero el gobierno provincial no puede colocarse al margen de cómo se llegó hasta aquí y principalmente es responsable de las medidas a tomar en adelante. Para “sanear” la policía, contrató técnicos del FBI. Quien dice FBI, dice la DEA, o sea una organización dedicada a proteger a un cartel de drogas frente a los competidores. Ha metido el zorro en el gallinero. 
Sectores importantes del gobierno, particularmente de la Municipalidad de Rosario, propagandizan la política del mal menor, o sea la legalización de la marihuana. Coinciden en este punto con importantísimos sectores del gobierno nacional expresados crudamente por Berni. Desalientan la participación del pueblo en la lucha contra la drogadicción y han llegado incluso a la denuncia de jóvenes militantes de la CCC, varios de ellos originarios, por el delito de cortar una calle, pidiendo planes sociales para dar una salida a los miles de jóvenes que no trabajan ni estudian y que son candidatos a ser consumidores o peor aún a ser “soldaditos”.
 
Somos más
En la misma medida que aparece descarnada la tragedia asociada a la droga, se multiplican los sectores populares que quieren luchar. Hay que atreverse a ganar a la mayoría de los jóvenes para esta batalla.
Un contingente particularmente decidido son los familiares y sobre todo las madres de los jóvenes que están amenazados por la droga. En Rosario han demostrado hasta donde han sido capaces de poner el pecho en una batalla que es absolutamente desigual y peligrosa. Porque la droga les arrebata lo más querido, sus hijos. Son mayoría también, los docentes que tocan con sus manos el drama en sus alumnos.
Conscientes de lo difícil de la pelea, hay que animarse a decir que hay en la historia ejemplos de derrota de la drogadicción. Empezando por la Revolución China, dirigida por Mao Tsetung, que erradicó la droga que afectaba a una inmensa proporción de los habitantes varones de ese país.