“Pido reflexión, porque se está perjudicando a miles y miles de niños”, dijo sin sonrojarse el ministro de Educación a los docentes que acampan en plaza 9 de Julio desde hace tres semanas. La respuesta firme a semejante despropósito del gobierno fueron cuadras y cuadras de docentes, estatales de distintas reparticiones junto a madres y padres autoconvocados de niñas y niños a quienes con el ajuste les quitaron hasta la copa de leche -que en algunos casos era el único alimento de la mañana- que se servía en las escuelas de Salta.
Las más de diez mil personas en la marcha, el apoyo y solidaridad con el acampe docente, muestran el malestar que se vive en la provincia y que se trasladó a otros sectores de la administración pública. Mientras los gremios oficialistas pierden poder de convocatoria, con desafiliaciones masivas en el caso de los docentes, crecen movimientos sindicales o frentes de lucha sin personería que obligan al gobierno a negociar con las asambleas que conducen una lucha que transformó el tablero político salteño. Como sucede con toda gran lucha, Salta no será la misma después de abril, mes que la docencia salteña reivindica como propio desde aquella salvaje represión denominada Noche de las Tizas, cuando fueron brutalmente reprimidos por las fuerzas de seguridad en la Plaza 9 de Julio el 1º de abril de 2005.
Víctor Gamboa, dirigente de Sitepsa, dijo que “el problema es el sueldo básico, que es el más viejo y desactualizado del NOA”. El paro por tiempo indeterminado continúa y los docentes volverán a marchar este lunes, tanto en capital, como en el resto de la provincia exigiendo el aumento salarial que lleve el básico a $5.500.
