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29 de abril de 2014

Una enorme tajada se llevan los bancos

Los principales beneficiados de la devaluación y el aumento de las tasas

 La devaluación del peso, que aceleró la inflación y amenaza seriamente el poder adquisitivo de los trabajadores, no fue mala para todos: sólo en enero pasado, los bancos se beneficiaron con una ganancia extraordinaria, de casi 10.000 millones de pesos. Lo peor es que el gobierno teniendo a mano una herramienta para evitarlo, sólo recurrió a ella en febrero, después del salto devaluatorio, que las entidades bancarias aprovecharon al máximo.

 La devaluación del peso, que aceleró la inflación y amenaza seriamente el poder adquisitivo de los trabajadores, no fue mala para todos: sólo en enero pasado, los bancos se beneficiaron con una ganancia extraordinaria, de casi 10.000 millones de pesos. Lo peor es que el gobierno teniendo a mano una herramienta para evitarlo, sólo recurrió a ella en febrero, después del salto devaluatorio, que las entidades bancarias aprovecharon al máximo.
La cifra exacta, de 9.737 millones de pesos, corresponde a lo que ganaron los bancos por “diferencias de cotización” solamente en enero de 2014. Representa el 73% de lo que obtuvieron por el mismo concepto en todo 2013 y equivale también a un tercio de las ganancias totales de los bancos durante todo el año pasado, que fue de 29.169 millones de pesos, según datos oficiales: un 50,2% más de lo que ya habían logrado en 2012, que fue de $19.415.
¿Cómo se explica el beneficio extraordinario de enero? Antes de la devaluación, los bancos tenían en moneda extranjera más de dos tercios de sus activos o, en términos técnicos, de su Responsabilidad Patrimonial Computable (RPC). Pudieron llegar a ese nivel porque desde 2005 estaba suspendida la resolución dictada en 2003 que fijaba un límite para la tenencia de moneda extranjera del 30% del RPC. Pero esa suspensión no se levantó antes de devaluación de enero, sino después (el 4 de febrero), por lo que los bancos pudieron quedarse con la diferencia entre lo que el dólar valía antes y lo que el Banco Central les pagó después de la devaluación, eso sí con el “castigo” de que tenían que vendérselos.
La razón de este despropósito no habría sido el acuerdo previo de Kicillof con los bancos, sino “el desconocimiento” por parte de los funcionarios de la existencia de la resolución del 30% y que la misma estaba suspendida. Al menos eso argumentó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en la Cámara de Diputados, el 3 de abril, cuando lo interpelaron sobre el tema el diputado de UNEN y ex ministro de Economía Martín Lousteau.
Sea por “ignorancia” o por una “componenda” con los bancos, lo cierto es que éstos se embolsaron casi 10.000 millones de un saque, que los perdimos todos los argentinos. Cuesta creer en la “inocencia” de los funcionarios kirchneristas, cuando pocos días después de la devaluación el Banco Central restableció la norma del 30% suspendida, pero sin hacerlo con efecto retroactivo, para que los bancos devolvieran la ganancia extraordinaria de enero, como se hacía históricamente en la década de 1980 cuando había devaluaciones diarias, que se obligaba a los bancos a devolver el excedente al final del día.
Además de esta ganancia fabulosa con que se premió a los que venían estando entre los principales ganadores de la “década ganada”, con la suba de las tasas de interés por el Banco Central, éste les garantiza que a pesar de la suba en las tasas de interés pasivas (las que pagan a los depositantes), puedan más que compensarlas con invertir en las letras del Banco Central, cuyas tasas son muy superiores. Así los bancos pueden seguir ganando, aunque el aumento de las tasas les reduce el crédito al sector privado (con el consiguiente estrangulamiento al consumo y a la producción). Otro de los grandes ganadores de la “nueva política económica” son los monopolios que controlan el embudo de la cadena sojera dada la mayor producción esperada, los altos precios internacionales y la devaluación de enero.
Por supuesto, todo esto sin olvidarnos que la mayor tajada de la devaluación la saca el gobierno kirchnerista a costa también de las pérdidas de los trabajadores y de todo el país, con la inflación y el aumento en sus ingresos impositivos que le proporciona la misma. En el caso de esta devaluación se ha apropiado de un saque de casi 80.000 millones de pesos del Banco Central en el primer trimestre del año, haciendo figurar como ganancia del mismo, para apropiársela, a la diferencia en sus activos de reserva calculados con el dólar a 6 pesos y su nueva “valuación” con el dólar a 8 pesos.