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07 de mayo de 2014

Los call centers y el cierre de paritarias

Teleoperadores: los precarizados pararon contra el ajuste

 Pagar en la caja del supermercado nunca fue tan peligroso para cardíacos y teleoperadores como ahora. Han cerrado las paritarias de Comercio, gremio que encuadra a la mayoría de los 54 mil trabajadores, y una vez más se pone al descubierto el penoso sueldo que tenemos los que laburamos con la vincha. 

 Pagar en la caja del supermercado nunca fue tan peligroso para cardíacos y teleoperadores como ahora. Han cerrado las paritarias de Comercio, gremio que encuadra a la mayoría de los 54 mil trabajadores, y una vez más se pone al descubierto el penoso sueldo que tenemos los que laburamos con la vincha. 
Es de resaltar que estas paritarias fueron las que más ágilmente se resolvieron en los últimos años. Es que fue Tomada en persona quien, ante el paro del 10 de abril, redactó a puño y letra el nuevo acuerdo salarial. El aumento es en cuotas: un 17% de aumento a partir de abril, un 10% restante en septiembre y dos cuotas  de $1.200 en julio y noviembre, ha dejado en evidencia que la inflación gana por goleada a los aumentos que tenemos. En mayo, un trabajador de callcenter va a cobrar $4.189,85. Esto es posible porque no está contemplada la tarea del teleoperador en el convenio de comercio. Siendo nuestra jornada de trabajo de 30 horas máximo por insalubridad,  sólo cobramos un proporcional por jornada reducida al básico del convenio (que ya de por si es bajo).
Este es un punto importante, porque en todos estos años, una rama de trabajo que abarca a 54 mil trabajadores en la Argentina no tiene regulación en ningún convenio y cuando se intentó reglamentar por una ley, fue el mismo gobierno nacional de Cristina Kirchner que abrió el paraguas a los monopolios tercerizadores y dejó sin quórum el proyecto.
 
 
El ajuste pasa por la superexplotación
Sumado a los tarifazos y la inflación, las empresas de call por su parte también ajustan con sus métodos. La Cámara de Comercio (que agrupa a las principales empresas) decidió aumentar los ritmos de trabajo sin importar la salud de los trabajadores. El grupo Konecta, por ejemplo, está haciendo firmar una nota ilegal en la que el trabajador “acepta ser despedido” sólo con una llegada tarde. En Aegis siguen los aprietes y la persecución: en campañas de VISA nos bajaron las remuneraciones variables (que suelen alcanzar hasta el 50% de nuestro sueldo de bolsillo), enviando decenas de apercibimientos “por baja productividad”, amenazando con despidos masivos en caso de no cumplir con la superexplotación que pretenden.
 
 
El paro del 10 de abril: gran faro para poder organizarnos
Ante toda esta situación los trabajadores fuimos respondiendo a nuestra manera: en Konecta, el 8 de abril se realizó un paro de actividades en el segundo piso, logrando que campañas que antes no tenían comisiones las implementen, comprometiendo a la empresa española a depositar con el próximo sueldo las asignaciones mal realizadas estos meses. Tuvieron también que habilitar más baños de mujeres (había un baño para 50 mujeres) y un dispenser de agua. En Aegis, los laburantes vienen organizándose para en caso de enfermedades, cambiar el injusto sistema impuesto por la empresa, que se niega a llamar a junta médica y pretende negar todos los certificados por enfermedad. En la encuestadora alemana GFK el 11 de abril se reunieron trabajadores activos y suspendidos para exigirle a la empresa que asigne tareas, logrando que todos ingresen a trabajar y planteando el problema de mantener la estabilidad más allá de lo que pretende la gerencia. 
Todo esto se logró en la misma semana del paro nacional del 10 de abril, que generó buenas condiciones para que los precarizados salgan a pedir lo que corresponde junto con el resto de los trabajadores. Ahora hay que redoblar los esfuerzos. Los aprietes y los papeles que quieren hacer firmar las empresas, buscan dispersar la unidad que se logró. Estamos en mejores condiciones para recuperar nuestras herramientas gremiales, imponiendo un programa a los delegados como en Konecta o eligiendo desde abajo como hicieron en GFK con el Sindicato Único de Publicidad.
Las empresas que se enriquecieron todos estos años pretenden que paguemos el ajuste, comprando a las direcciones sindicales traidoras como las de comercio. La única garantía somos los trabajadores, luchando por un movimiento de recuperación gremial que plantee la jornada completa por seis horas de trabajo, un aumento salarial de emergencia para los callcenter y dé pasos adelante para enfrentar la tercerización laboral que prima en los laburos precarizados como el nuestro.