Como hemos dicho, la “gran guerra” que se desató en 1914 en Europa tuvo graves consecuencias en nuestro país. El gobierno de ese entonces, del sector oligárquico representado por Victorino de la Plaza, mantuvo lo que se dio en llamar un “neutralismo oligárquico” ya que, como dice Eugenio Gastiazoro, “Lo fundamental que dividía en ese momento a las clases dominantes argentinas y que enfrentaba a sus distintos sectores era la guerra interimperialista en curso”. El mismo autor refiere que “La guerra interimperialista haría estallar la cáscara del ‘modernismo’ del régimen, poniendo al descubierto la estructura de atraso y dependencia que con ese slogan había forjado”.
Como no podía ser de otra manera, los principales perjudicados fueron los trabajadores. Hemos hablado de las consecuencias entre los obreros. Florindo Moretti, quien sería uno de los principales dirigentes del Partido Comunista en Santa Fe, recuerda que “El problema de la guerra o la paz era fundamental para el campesino. No se puede decir que hubiera una conciencia pacifista. Más bien había un espíritu de conservación que se expresaba en la preocupación por aquellos que habían quedado en Europa… La pobreza empezó a reflejarse en el andar de la gente que pedía en los comercios un pedazo de pan, un hueso. Y comenzaron a rodar los linyeras, que no eran desclasados. Eran trabajadores rurales…”
En los comienzos del conflicto bélico, tanto los anarquistas, como el Partido Socialista y la corriente sindicalista, se expresaron contra la guerra. La posición de los socialistas la veremos en detalle en otras columnas, pero baste citar un artículo de La Vanguardia del 18/08/14, para ver la debilidad de su neutralismo: “Inglaterra debía intervenir en la guerra porque veía amenazado en el continente la independencia de los pueblos y… debía defender la libertad… de los individuos…”
Por el lado de los sindicalistas, el 9º Congreso de la FORA en 1915, donde este sector logró la hegemonía, planteó: “Considerando que la guerra es el producto de los intereses eminentemente burgueses, antagónicos en un todo con las aspiraciones de emancipación de la clase trabajadora, el noveno congreso de la FORA declara: que condena enérgicamente la barbarie del militarismo y aconseja a las sociedades adheridas que en el caso de producirse una declaración de guerra, sea de carácter agresivo o defensivo, se declare la huelga general revolucionaria y se empleen todos los procedimientos que las circunstancias aconsejen para desbaratar los planes criminales del Estado”.