El 28 de agosto, con cargos fraguados, la policía holandesa detuvo al dirigente revolucionario filipino José María Sison. Junto con el arresto, fueron allanadas las casas de otros filipinos residentes en Holanda y la Oficina Internacional de Información del Frente Nacional Democrático de las Filipinas (FNDF). Poco antes, la Suprema Corte de Filipinas había desestimado varias acusaciones de orden político contra Sison. También el Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas anuló, el 11 de julio en Luxemburgo, la inclusión del dirigente en el infame listado de “terroristas” elaborado por el Consejo Europeo. “Filipinas, Holanda y Estados Unidos utilizan medidas judiciales para presionar políticamente al FNDF a rendirse al gobierno de Manila”, denuncia el Comité Internacional de Defensa.
Perseguido por buenas razones
José María (Joma) Sison es un prestigioso dirigente del movimiento revolucionario filipino. Es fundador y presidente del Partido Comunista de las Filipinas (PCF). Preso y torturado durante la dictadura proyanqui de Ferdinando Marcos entre 1977 y 1986, una vez liberado fue obligado a emigrar, radicándose en Holanda. Actualmente es consejero político principal del Frente Nacional Democrático de las Filipinas (FNDF).
Bajo su dirección, en 1969 el PCF inició la guerra popular revolucionaria del pueblo filipino organizado en el Nuevo Ejército Popular (NEP). Paralelamente se constituyó el FNDF, una organización revolucionaria de frente único que lucha por la independencia nacional y por los derechos democráticos del pueblo.
Filipinas es, desde hace décadas, prácticamente una semicolonia del imperialismo yanqui. Sus gobiernos títeres persiguieron a Sison sin cesar. Su clasificación como “terrorista”, ahora anulada, le permitió al gobierno hostigarlo constantemente: le impedían trabajar y recibir prestaciones sociales, y lo calumniaban públicamente poniendo en riesgo su seguridad física. Cuando a fines de junio las denuncias internacionales llevaron a la anulación de la etiqueta de “terrorista”, el dirigente del FNDF Luis Jalandoni previno que había que mantenerse alertas porque “las autoridades de Estados Unidos, Filipinas y Europa quieren mantenerlo en sus listas de terroristas, a pesar de que jamás ha cometido un acto de terrorismo en Filipinas o cualquier otra parte”. Apenas dos meses después se decidió su detención.
Los ataques fascistas contra Sison tienen como objetivo doblegarlo y poner fin a la lucha armada y a la lucha democrática y antiimperialista del pueblo filipino. Su detención motivó manifestaciones de protesta en Filipinas, Holanda, Estados Unidos, Australia, Bélgica y otros países.
El Partido Comunista Revolucionario de la Argentina hizo llegar su solidaridad revolucionaria al líder filipino “perseguido y encarcelado por disposición de la Unión Europea y los EEUU”.