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21 de mayo de 2014

Laura Schargrodsky, en nombre de los médicos y estudiantes universitarios: “Norma marcó a fuego a una generación”

Homenaje a Norma Nassif

Yo quiero decir unas palabras en nombre los médicos y de los jóvenes universitarios que tuvimos la suerte, cuando Normita salió de la cárcel, de tenerla entre nosotros, y que nos enseñe qué era una medicina ala servicio del pueblo. Qué era una universidad científica, democrática y popular, la universidad del pueblo liberado. Y que sólo la lograríamos con cambios revolucionarios, sin que esto significara regalar ningún aspecto de las necesidades estudiantiles, apuntes a bajo costo, comedores, becas, la lucha contra los filtros, etc.

Nos enseñó que los centros de estudiantes tenían que ser organismos de lucha y no empresas de servicios, y que había que formar cuerpos de delegados por curso, para garantizar el real protagonismo estudiantil. Norma fue el motor para descubrir los recovecos que nos quedaban en el alfonsinismo para fundirnos con las masas.

En la lucha contra el punto final y la obediencia debida, gracias a su ayuda, conseguimos que la Franja Morada, que era la dirección del Centro de Estudiantes de Medicina, votara en contra del punto final y la obediencia debida, y pudiéramos marchar con la bandera del centro de estudiantes de Medicina en la movilización contra la obediencia debida y el punto final.

Gracias a la ayuda de Norma, en pleno alfonsinismo recorrimos los cursos con los obreros de Ford, mientras ellos tomaban la fábrica. Fue efectivamente, como decía Ana, de la mano de ella, que formamos la primera agrupación después de la dictadura, en Medicina de la dictadura, que se llamaba APLEM, y luego Lista Recuperación. Me alegra muchísimo que haya tantos compañeros de esa experiencia hoy en este acto.

Norma nos enseñó que a partir de encabezar las luchas por las necesidades del movimiento estudiantil, había que abordar siempre el debate político – ideológico, que permita encauzar a los estudiantes como parte de un torrente obrero y popular, para que desemboque en un camino liberador. Norma fue el puente para mostrar el camino, para heredar aunque sea un poco del glorioso Faudi, y constituir nuevas agrupaciones que desembocaran en la CEPA.

Creo que nosotros, en Medicina, con Normita, nos pasaron tres cosas –algunas las compartíamos el otro día con los compañeros acá presentes-. Primero nos conmovía y nos generaba una gran admiración, que no sólo hubiera luchado contra la dictadura, sino que hubiera estado en la cárcel de la dictadura durante siete años, con la valentía y la firmeza que tuvo en sus convicciones, tema del cuál, salvo que uno le preguntara, ella nunca hablaba. Esta actitud ha sido la guía y el sostén de muchos de nosotros, cuando, salvando las distancias, por encabezar las luchas, en nuestro caso en defensa de la salud pública y contra los despidos del gobierno de Macri, con el kirchnerismo acordando o mirando para otro lado, nos persiguen con cambios de función, aprietes y sumarios. La figura de Norma nos fortalece frente a los ataques del enemigo para doblegarnos y para aleccionar a la masa para que no luche en defensa de sus intereses, y predomine el camino del sometimiento frente a las injusticias, y el individualismo.

En segundo lugar, nos enseñó Norma la forma en la cual nos ayudaba. Normita tenía un estilo que se enfrentaba con cualquier tipo de sectarismo. Un estilo que buscaba siempre tirar de lo mejor de cada uno, sin dejar nunca de criticarnos lo malo. Ella lograba, en un café, una reunión de célula o de agrupación, unirnos con el debate franco ante las diferencias, dándole siempre batalla al individualismo y a las miserias humanas que todos tenemos en esta sociedad. Ella seguía los procesos de esta forma.

Recuerdo como si fuera hoy, cuando me, o nos esperaba en Dun Dun, un bar a media cuadra de la facultad, y arrancábamos la reunión con ella diciendo “díganme diez opiniones de los cursos de este debate”. Así empezábamos siempre. Casi se había convertido un chiste, que se empezaba con las diez opiniones. Y desde allí nos ayudaba.

En tercer lugar, quiero destacar que a ella le importaban siempre, y escuchaba atentamente, los problemas que uno quisiera contarle, de cualquier tipo. Recuerdo que cuando terminé la facultad, dudaba entre varias especialidades, y ese tema me tenía bastante mortificada. Ella, en el mismo bar, con la humildad que la caracterizaba, me dijo: “yo seguiría pediatría, porque la gente lo que más quiere en el mundo, y en muchos casos lo único que tiene, son los hijos”.

Por eso siento que Norma marcó a fuego a una generación que empezaba a cuestionarse muchas cosas, y a transitar la lucha por la liberación nacional y social. Ella transmitía pasión por la revolución, con una profunda confianza en las masas, y odio a los enemigos del pueblo. Norma brillaba porque podía combinar la sencillez, la ternura, el amor, con la tenacidad, la entrega revolucionaria, y una firmeza de acero. Así se transformó en un estandarte moral para nuestro Partido, para la Juventud, para muchos aliados, y para muchos amigos.

Muchos tenemos mucha para aprender de Norma. Su ejemplo demuestra que es posible luchar cada día por ser comunistas. Normita nos dejó enseñanzas muy profundas y se ganó el corazón de todos nosotros, por eso siempre la tenemos presente. Y estará muy presente cuando triunfe la revolución.