Para aceptar esto como “un logro”, tenemos que olvidarnos que gran parte de esa deuda viene originada en préstamos para la compra de armamentos por la dictadura videlista, de 1976 a 1980, cuando preparaba la guerra contra Chile. Por lo que se la llama una “deuda odiosa”, que nunca fue repudiada como tal en los treinta años posteriores, incluida la década kirchnerista. Ahora, el gobierno compromete convalidar el acuerdo con su escribanía del Parlamento y así el Club de París habrá logrado cambiar una deuda por la que no recibió nada en 12 años y medio en una deuda legitimada (“La realización de un pago inicial bajo un compromiso formal de Argentina es necesario e importante”, dice el comunicado oficial).
Eso sí, Kicillof “logró” patear la pelota hacia delante con el acuerdo (contempla pagos por 1.150 millones de dólares hasta las elecciones de 2015; quedarán los 8.550 restantes a cargo del próximo gobierno, con facturas cada vez más saladas de más de 2.000 millones por año), como ocurrió con el pago en bonos a Repsol.
El acuerdo, por otro lado, reconoce todas las imposiciones financieras de los acreedores. Hasta las últimas publicaciones oficiales del Ministerio de Economía sobre la deuda del sector público nacional, se venía registrando una deuda por 5.195 millones de dólares, más 1.037 millones por los intereses normales. O sea, un total de 6.432 millones de dólares.
Pero ahora resulta que con este acuerdo se reconoce a los países del Club de París, una deuda por 9.700 millones de dólares más los intereses. Es decir que el gobierno kirchnerista terminó aceptando que nos cobren además de los intereses normales, intereses moratorios y punitorios sobre los mismos por 3.332 millones de dólares más. Eso sí, como dijo Kicillof del acuerdo con Repsol, nos permiten pagarlos en cuotas como cuando compramos una heladera, en este caso cargando además intereses sobre los intereses.
Así se entiende que una deuda de 5.195 millones de dólares se haya prácticamente duplicado a 9.700 millones, que se hayan “conseguido” intereses más bajos sobre este abultado monto y sin la exigencia del monitoreo del FMI.
No obstante, el ministro alardeó: “Peleamos palmo a palmo, centímetro con centímetro, número por número”. Y por si alguien piensa que hizo esto para conseguir dólares para que siga funcionando la bicicleta con las tasas de interés, afirmó: “Queremos financiamiento, pero no para la timba financiera”. Se ve que tiene la cola sucia…