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04 de junio de 2014

En pocos días la pelota comenzará a rodar dando inicio a la vigésima Copa Mundial de Fútbol. Nuevamente en Sudamérica, tras su paso cómplice con la dictadura en 1978, y en Brasil, que buscará la revancha al Maracanazo.

Un Mundial marcado por la protesta social

El 12 de junio comienza el campeonato en Brasil

El mundo entero se detendrá frente a las pantallas para seguir atentamente con la vista los movimientos de la Brazzoka (pelota oficial fabricada por Adidas), hinchar “como un loco” por su selección y ser, subliminalmente o no, parte de la máxima cita de consumo de publicidad y productos de las grandes marcas que lucran con el evento, y que lógicamente también lo financian.

El mundo entero se detendrá frente a las pantallas para seguir atentamente con la vista los movimientos de la Brazzoka (pelota oficial fabricada por Adidas), hinchar “como un loco” por su selección y ser, subliminalmente o no, parte de la máxima cita de consumo de publicidad y productos de las grandes marcas que lucran con el evento, y que lógicamente también lo financian.
Los preparativos vienen desde 2007, año en que Brasil fue elegido como sede. En 2012, los diputados de Brasil aprobaron la llamada Ley General del Mundial o “Ley FIFA”, ya que se aplicó el mismo modelo en Sudáfrica y Alemania. A través de la ley 12.663, el Estado creó el COL (Comité Organizador Local) dependiente de la FIFA con una personería jurídica independiente. A partir de esto, Brasil cedió su soberanía a merced de la FIFA asumiendo todos los costos y las responsabilidades por los daños que se puedan causar en el mundial, ya sean por acción u omisión. 
Los diputados del PT votaron suspender, durante el Mundial, la aplicación del estatuto del aficionado que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas dentro de los estadios. Todo esto pedido por la FIFA, que en lugar de alentar el deporte como hábito saludable de las masas, fomenta deporte para espectadores que respondan al consumo de sus sponsors, por ejemplo, a la cerveza yanqui Budweiser o la Play Station 4 de Sony. 
 
Las relaciones de producción
La ley implantó a la FIFA como propietaria original de todos los derechos comerciales que emanan de la Copa, incluyendo los ingresos por las entradas, la transmisión y retransmisión de todos los derechos relacionados con las imágenes, sonidos y otras formas de expresión. También se determinaron áreas de exclusividad para la FIFA y sus marcas en el radio de los 2 Km alrededor de las sedes mundialistas, únicamente para los sponsors oficiales. 
Salieron a la venta 3 millones de entradas, con precios fijados por la FIFA (que oscilan entre los 90 y los 990 dólares). Se destinarán un 65% a los aficionados, y por ley, se asumió el compromiso de vender 300 mil entradas para público de bajos recursos con descuentos para estudiantes, jubilados y discapacitados. Se espera que un gran número de éstas terminen en una magnífica reventa. 
 
Categoría de aportantes
La FIFA tiene sus marcas asociadas: Adidas, Coca Cola, Hyundai, la aerolínea Emirates, Sony y Visa; que son las que participan en todos los espectáculos realizados por la misma.  En cambio, los patrocinantes de la Copa son: Budweiser, Castrol, Continental, Johnson & Johnson, Mc Donald´s, Moy Park, Oi y Yingli. Los promotores oficiales de Brasil son: ApexBrasil, Centauro, Garoto, Itau, Liberty Seguros, Wise Up, y Football for Hope.
 
Teletransmisión
Claramente, el negocio redondo está en los derechos de transmisión vía TV, radio, teléfonos móviles e Internet. Las redes sociales, de cada vez más influencia en el mundo, tendrán su partido protagónico para la retransmisión de fotos y videos. 
El gobierno le pagó a Torneos y competencias 18 millones de dólares por los derechos de transmisión del Mundial. De esta manera Canal 7 y Deportv llevarán las imágenes a todo el país y cumplirán la política del gobierno que fijó Kirchner (según lo recordó Hebe de Bonafini cuando el affaire Tinelli), que “el fútbol no es para hacer plata, es para hacer política”. La primera muestra fue la presentación del preseleccionado, con Capitanich presente, adelantando el usufructo de la decisión estratégica de transmitir el fútbol, pasión de multitudes. 
 
Demandas populares
Las principales críticas periodísticas versaron en las quejas que tuvo la FIFA por el incumplimiento de los plazos en la construcción de los estadios. A partir de la designación de Brasil como sede del Mundial y de los próximos juegos olímpicos se viene diciendo que la infraestructura de vastas ciudades se verían beneficiadas. 
Políticos opositores como Romario (Partido Socialista de Brasil) plantean que se dejó pasar una oportunidad de inversiones millonarias, y que el Estado doblegó su soberanía a las decisiones de la FIFA y el COL, presidido por Ronaldo, a cambio de ser el anfitrión de la gran fiesta. Sólo así se explica la elección de sedes y la construcción de enormes estadios (llamados elefantes blancos) en ciudades que no tienen grandes equipos de fútbol como Brasilia, Manaos y Cuiabá.
A través de una mirada crítica, vale decir que los costos presupuestados en 1.100 millones de dólares, se vieron más que triplicados. Asimismo, el Standard FIFA vino a colisionar con la cultura brasileña y latinoamericana. Por ejemplo, el majestuoso estadio Maracaná pasó luego de las reformas, de 120.000 espectadores a los 60.000 espectadores sentados que requiere la FIFA.
Lo que no dice la ley es quién pagó las obras de infraestructura, los refuerzos de seguridad y la razzia en las calles a mano de más de 180.000 agentes de fuerzas de seguridad con equipamiento y entrenamiento antiterrorista de la DEA.
Los pagó y lo pagarán los trabajadores brasileños, así como pagaron la falta de seguridad en las obras de infraestructura con la muerte de hasta ahora, nueve obreros. 
La presidenta Dilma Rousseff sólo espera poder controlar los clamores sociales para recibir bien a sus pares, y subir su imagen en las encuestas locales para la elección presidencial del próximo 5 de octubre. 
Como ha ocurrido en la Copa Confederaciones y en la previa al Mundial, se esperan reclamos, protestas y huelgas de trabajadores relacionados a los servicios públicos. En los últimos días, manifestantes populares del Movimiento de trabajadores sin techo (MTST) expresaron “la Copa es de las empresas, el poder es del pueblo”, mientras tanto, los del Movimiento sin Tierra (MST) llevan en sus banderas “Los brasileños queremos hospitales y casas estándar FIFA”.