Desde comienzos de 1910, al influjo de las luchas urbanas y ferroviarias y por las malas cosechas que hacían insostenibles los contratos leoninos, los peones rurales y chacareros arrendatarios venían sosteniendo distintas luchas. En agosto de 1910, se produce en La Pampa el “alzamiento de los colonos de Macachin”, reclamando: abolición de los contratos esclavistas y de los pagarés en blanco y, ante la tremenda sequía que soportaba entonces la zona, exigían harina para alimentarse y semillas para nuevas siembras. Pese a que el gobierno conservador de Figueroa Alcorta envió un tren con tropas para reprimirlos, la huelga resultó triunfante.
Desde comienzos del año 1912, particularmente en las colonias del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires, los campesinos habían comenzado a reunirse en las chacras e incluso, en algunos casos, en establecimientos de comerciantes o en las parroquias. Así surgen organizaciones como las de Firmat, Bigand, Pergamino, etc.
A iniciativa de los chacareros de Alcorta, dirigidos por Francisco Bulzani, que cuentan con el apoyo del comerciante socialista Angel Eugenio Bujarrabal y el cura Pascual Netri, se convoca a una reunión para el 25 de junio. Allí, en medio de manifestaciones combativas, se declara la huelga por tiempo indeterminado hasta conseguir: 1) rebaja general de los arrendamientos y aparcerías; 2) entregar en las aparcerías el producto en parva o troje, como salga; 3) contratos por un plazo mínimo de 4 años y, 4) libertad de trillar y asegurar sus sementeras.
La huelga se extendió rápidamente hacia Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Entre Ríos. Y a medida que se desarrollaba, se hizo carne la necesidad de la creación de una organización central de chacareros. Así fue como el 15 de agosto se fundó la Federación Agraria Argentina, FAA. El 21 de septiembre apareció el primer número de su periódico Boletín Oficial, que a partir del 25 de junio de 1913 se llamó La Tierra.
En esos años, al igual que la clase obrera, los chacareros también tuvieron sus jornadas sangrientas y sus mártires, por la represión policial y de los terratenientes, como ocurrió con los anarquistas organizadores Francisco Mena y Eduardo Barros en un acto de los agricultores en Firmat y luego en Rosario con el propio líder de la FAA, el abogado Francisco Netri. Sin embargo, la organización de la huelga, el trabajo secreto de los campesinos y a la vez sus movilizaciones públicas, su accionar sobre el resto de la población logró mantener la unidad, acrecentar su vigor e incorporar nuevos sectores a la lucha.
Al poco tiempo de su inicio, los huelguistas eran apoyados por profesionales y amplios sectores urbanos, además, por los anarquistas y socialistas y por los curas y pequeños comerciantes locales, originando un movimiento de opinión que dificultaba la labor represiva, llegándose a fracturar el frente de los terratenientes. Esto se reflejó en la actitud “moderadora” del recientemente asumido primer gobierno radical de la provincia de Santa Fe y de dirigentes de origen conservador como Lisandro de la Torre o Enrique Carbó en Entre Ríos, recomendando “a sus colegas de la Rural que era preferible ceder, a fin de salvar la cosecha del año y no perderla totalmente” (Jimena Sáenz, Entre dos centenarios. 1910-1916, Ed. La Bastilla, Buenos Aires, 1976, pág. 162).
Así fue como muchos terratenientes fueron optando, aunque fuera temporalmente, por ceder a las demandas de sus colonos. Para agosto de 1913, cuando se da por terminada la huelga, la mayoría de los chacareros han obtenido rebajas en los arrendamientos, aunque se mantenían las cláusulas leoninas de los contratos, que incluían las restricciones a la libertad de comprar y vender (Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo III: “El Grito de Alcorta”, págs. 151/4).
A comienzos de 1914, dos entidades que se habían desarrollado paralelamente en el sur bonaerense y La Pampa, la Liga Agraria de Bahía Blanca y la Liga Agraria de La Pampa, convocaron a un congreso al que invitaron a la FAA. En el mismo, además de resolverse no iniciar la próxima siembra de cereales hasta tanto no se obtuvieran rebajas en los arrendamientos, quitas en las deudas pendientes con los terratenientes y comerciantes y una moratoria general, se estableció el principio: “la tierra debe pertenecer en propiedad del que la trabaja” (Antonio Diecidue, Netri, líder y mártir de una gran causa, FAA, Rosario, 1969, pág. 144). ¡La misma bandera que levantaban en ese momento los revolucionarios chinos con Sun Yatsen y los mexicanos con Emiliano Zapata!
Con el inicio de la primera guerra mundial, el mismo 1914, y la disminución de las bodegas, los terratenientes aprovecharían para tomar la revancha, produciendo desalojos en masa. No obstante el desaliento provocado por esta situación, la FAA dirigida por Francisco Netri continuaba su brega, con iniciativas que iban desde el pedido de una moratoria general para el pago de las deudas de arrendamientos, rebajas en las tarifas ferroviarias, impuesto progresivo a los latifundios y una ley de arrendamientos, hasta la propuesta de un Banco Agrícola y otra de creación de una Flota Mercante Nacional. La respuesta sería la bala asesina de un esbirro de la oligarquía, el 5 de octubre de 1916, apenas una semana antes del ascenso de Yrigoyen al gobierno nacional.
Ninguna de esas iniciativas prosperarían bajo el gobierno radical –más sensible a los ganaderos que a los agricultores– aunque el pacto solidario entre la FORA y la FAA de 1920 y la histórica marcha chacarera de agosto de 1921 lo obligaron a sancionar la primera ley de arrendamientos y aparcerías rurales, la 11.170 (hoy, número 1522, pág. 13: “Acuerdos entre obreros y campesinos”). Recién durante la segunda guerra mundial se crearía la Flota Mercante Argentina y se lograría el crédito agrícola, la rebaja y extensión de los arrendamientos y la prohibición de los intermediarios (equivalentes a los pools actuales), lo que quedaría plasmado durante durante la presidencia de Perón, con la ley 12.246 de 1948. (Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo III: “El movimiento campesino”, págs. 194/8).