Palabras de Luis Molinas
En los homenajes es común usar las grandes frases, y si hay una que siempre me resultó difícil de comprender en profundidad, es aquella de que “la felicidad está en la lucha”.
Porque hablamos de la lucha de clases, que es una lucha de una crueldad infinita, como lo pueden entender a fondo, los que han sido golpeados por el enemigo de clase en sus seres mas queridos.
Rendimos homenaje a Gra, que lejos de quebrarse cuando asesinaron a su hijito redobló la lucha por Enriquito primero, por todos los Enriquitos después, como orgullosa madre de Plaza de Mayo, y luego nos enseñó con su practica persistente que había una doble opresión de la mujer. Que sin luchar hoy contra esa doble opresión de la mitad del cielo, no era posible liberar a las mujeres, pero tampoco podía hacerse la revolución y conquistar una nueva sociedad, donde fuera mas fácil y posible eliminar las injusticias y lograr una verdadera igualdad.
No debe haber sido la tarea mas fácil de Grá la de convencernos hasta donde pudo.
Transformar el dolor en lucha. Pero hacerlo de tal modo que los que militamos años con ella no sintiéramos ese dolor como una distancia. De esto pueden hablar mejor que yo, sus queridas compañeras de Nuevo Alberdi, sus compañeras en la Psicología Social, las comisiones femeninas del partido, sus amigas de la Multisectorial de la Mujer.
Tengo para mí que pudo ser así porque ella creyó siempre en lo esencial de los “grandes relatos”, tan bastardeados después que fuéramos derrotados temporariamente en la Argentina y en el Mundo.
Esos relatos de libertad, de independencia, de igualdad, de revolución, de una sociedad sin opresión por género o por raza, sin explotación del hombre por el hombre.
La conocí en 1974, recién afiliada en la Zona de Profesionales, cuando la delegación que había ido a China en ese año, dio una charla en Rosario. Fue de las que mas preguntaron y que último se fue. Ahora pienso que quería saber si era cierto, si existía “eso”. Y era muy importante porque ella y nosotros sabíamos que entrabamos en tiempos muy difíciles, esos en que toma sentido la frase de “dar la vida”. Aunque no nos imaginábamos el tamaño del horror que se venía. Y era importante saber que lo que buscábamos existía y por lo tanto era posible.
La parte menos conocida de Grá es su militancia sin desmayo en los años mas negros, en el Mundial del 78, cuando íbamos a la guerra con Chile. Cuando no se veía la luz al final del túnel.
Y después de la dictadura militar esas convicciones fueron imprescindibles para combatir los “pequeños relatos”. El escepticismo, el posibilismo, todo aquello que es el modo hoy de justificar la miseria, la opresión y la entrega.
Me he puesto demasiado solemne para lo que le hubiera gustado a Gra en un homenaje.
Pero después de una vida tan difícil, cuando llega el tiempo de ir entregando las banderas a los mas jóvenes, para que las lleven al triunfo, es muy bueno poder decir simplemente:
GRA, MISION CUMPLIDA
No olvidamos, no perdonamos el crimen de Enriquito, queremos esclarecimiento y castigo de todos, absolutamente todos los culpables. Por vos Gra, por Jorge, por tu familia, por el Partido y por la Juventud, porque es parte imprescindible de la lucha por el triunfo final.