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30 de julio de 2014

Yrigoyen y el movimiento obrero (3)

Crónicas proletarias

 El comienzo del gobierno de Hipólito Yrigoyen, quien asume la presidencia en octubre de 1916, coincide con el inicio de una gran oleada de huelgas. La corriente sindicalista se había transformado en mayoría en la central sindical FORA del 9 Congreso. La FORA del 9, en esos años, tuvo un gran papel en el desarrollo de sindicatos por industria, que permitieron la sindicalización de miles de trabajadores en las industrias del transporte -principalmente ferroviarios y marítimos-, y un importante desarrollo gremial en el interior del país, incluso en zonas rurales como los quebrachales chaqueños y entre los mensúes misioneros.
En ese contexto, uno de los principales gremios de la FORA, la Federación Obrera Marítima, lanzó a fines de 1916 una huelga que afectó al Puerto de Buenos Aires y a los principales puertos del país, en momentos de mayor actividad portuaria, por las cargas de los productos agropecuarios. El pliego de reivindicaciones presentado a las empresas navieras incluía, además de aumentos salariales, medidas reglamentando el régimen de trabajo, reconocimiento del sindicato, y la conformación de una comisión bipartita para resolver futuros conflictos.
El gobierno de Yrigoyen se diferenció de los anteriores, al plantear la posibilidad de un laudo arbitral favorable a los trabajadores (delegado en el jefe de policía de la ciudad de Buenos Aires), y una mayor intervención del Departamento Nacional del Trabajo, jugando un papel activo en la defensa de los intereses estratégicos de las clases dominantes en la Argentina. Esta característica, propia del doble carácter de un gobierno de burguesía nacional como el radical, no fue correctamente analizada por las corrientes clasistas del movimiento obrero hasta muchos años después. Aún hoy muchos investigadores parten del supuesto de que Yrigoyen actuaba “según las presiones de los sectores interesados”.
La corriente sindicalista, que en sus inicios se concebía como revolucionaria y planteaba la toma del poder a través de los sindicatos, había virado a un creciente reformismo y economicismo. Desde ahí se planteó una táctica de mucha mayor relación con el poder ejecutivo, para obtener mejoras para sus sindicatos. Esto fue caracterizado como “connivencia” y “colaboracionismo” por otras corrientes como los anarquistas y los socialistas, pero habría que matizar esta afirmación. 
Ciertamente, algunos de los dirigentes sindicalistas se acercaron políticamente al radicalismo, y a Yrigoyen, pero el grueso de los sindicatos de la FORA del 9 libró grandes batallas durante este gobierno.