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06 de agosto de 2014

La superficialidad

En el Partido tenemos el unilateralismo (ya hablaremos de él) y el eclecticismo. Pero también nos encontramos muchas veces con la super-ficialidad. La superficialidad significa “mirar” desde lejos, sin ir al fondo de las cosas. En el Partido muchos tenemos esta tendencia. Por ejemplo, en una empresa tenemos un compañero miembro de una célula pequeña ¿se puede dirigir una empresa de 4.000 obreros con una célula de 10 hombres? Se puede sólo dirigir un movimiento sindical. 

En el Partido tenemos el unilateralismo (ya hablaremos de él) y el eclecticismo. Pero también nos encontramos muchas veces con la super-ficialidad. La superficialidad significa “mirar” desde lejos, sin ir al fondo de las cosas. En el Partido muchos tenemos esta tendencia. Por ejemplo, en una empresa tenemos un compañero miembro de una célula pequeña ¿se puede dirigir una empresa de 4.000 obreros con una célula de 10 hombres? Se puede sólo dirigir un movimiento sindical. 
Nosotros dirigimos el Smata Córdoba con 5 afiliados; a partir de eso hicimos un proceso; pero nosotros no dirigíamos cuando ganamos por primera vez; porque siempre la visión es muy parcial y eso lo supimos tiempo después, cuando ya teníamos varias células y perdimos la asamblea de la huelga grande del Smata… hacíamos las asambleas en el Córdoba Sport; se reunían 4.000 obreros, lo más combativo de la masa. 
La noche anterior al levantamiento de la huelga de 1974 hicimos una reunión de la Comisión Política, en la que estaba Pablo (seudónimo de Renée Salamanca), y parecía seguro que al otro día se ganaba la asamblea. Ese día participaron en Santa Isabel 8.000 obreros y cuando habló la masa se perdió la asamblea; porque la masa quería levantar la huelga. Si bien había algunos compañeros que sabían o alertaban sobre esta tendencia en la masa, nosotros estábamos encandilados con las asambleas de los 4.000 obreros del Córdoba Sport. 
Pero solamente un comité de empresa con células poderosas, que pudiera estar en el comedor cuando los obreros contaban las penurias que estaban pasando, que ya no aguantaban más, lo que contaba la gran masa peronista de la empresa que temía que se usase la huelga contra el gobierno, etcétera… Solamente un comité que pudiera recoger no sólo la opinión de los más avanzados, sino también la de los más atrasados, habría podido alertarnos con tiempo de que esa asamblea se iba a perder. Teníamos entonces en el Smata un comité de empresa importante, pero no lo suficiente para asegurar ese tipo de dirección”. Otto Vargas, Los Ignorados. Cuadernos de Agora, pág. 10.