El golpe de Estado de 1976, vino a garantizar, a sangre y fuego, una política en beneficio de los grandes terratenientes, los grandes monopolios y los imperialistas. Para esto tenía que descabezar al movimiento obrero y popular que había avanzado en el enorme auge de masas de los años 60 y 70 y que hacía peligrar los intereses de los más poderosos.
El golpe de Estado de 1976, vino a garantizar, a sangre y fuego, una política en beneficio de los grandes terratenientes, los grandes monopolios y los imperialistas. Para esto tenía que descabezar al movimiento obrero y popular que había avanzado en el enorme auge de masas de los años 60 y 70 y que hacía peligrar los intereses de los más poderosos.
El 8 de agosto de 1976, los camaradas Ángel Manfredi y Ana Sosa eran secuestrados por fuerzas del Ejército en la Colonia 2 del Ingenio Concepción, en la provincia de Tucumán, mientras llevaban adelante una celebración con motivo del día del niño, en casa de uno de los vecinos del lugar. Les ponen bolsas en la cabeza, les atan las manos con sogas, los empujan al interior de una camioneta del mismo Ingenio Concepción en la que se movilizaban, dentro de la cual iba un empleado de ese establecimiento que presenció los secuestros, un individuo de apellido Ledesma, apodado “Chilalo”, quien actualmente vive en una localidad denominada “Las Piedritas”, distante a un km. del lugar de los hechos, contado por Ana Sosa a Diana Fabio, compañera de cautiverio en el campo de concentración que funcionó en los arsenales del ejército en la provincia de Tucumán.
Ángel y Ana fueron llevados primero a la jefatura de policía y luego al centro clandestino de detención más tenebroso del Noroeste argentino, Arsenales. Por testigos sabemos del comportamiento heroico de nuestros compañeros, sabemos que Ana se sacó el trapo que les ponían en los ojos a los secuestrados para evitar que vieran a sus torturadores, y se dedicaba a ayudar como podía a algunos compañeros de cautiverio.
Ni Ángel ni Ana cambiaron su vida por la de sus compañeros, fueron torturados salvajemente, pero murieron sin entregar ningún secreto. Cayeron en una colonia del Ingenio concepción, el bastión más importante de la oligarquía azucarera tucumana y uno de los fundamentales centros de concentración del proletariado azucarero .
Ángel Vicente Manfredi al momento de su secuestro tenía 34 años de edad, a los 14 años ingresó a trabajar a los talleres ferroviarios de Tafí Viejo. A la fecha de los hechos era técnico ferroviario de los talleres, fue delegado y participó de las luchas gremiales y estudiantiles. Estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Era el secretario político del Partido Comunista Revolucionario de Tucumán y miembro del Comité Central del PCR.
Ana María Sosa de Reynaga tenía 38 años de edad cuando la secuestran, era profesora en Ciencias de la Educación, participó de la creación, junto a otros intelectuales y profesionales, de la primera escuela de Psicología Social de Pichón Rivére en Tucumán, trabajaba en la Escuela Normal Juan B. Alberdi de Tucumán y en la escuela Normal de Simoca. Integraba la dirección zonal del PCR.
Las banderas por las que lucharon y dieron sus vidas Ángel y Ana siguen en pie y el ejemplo de nuestros heroicos camaradas nos fortalece para asumir la responsabilidad que nos corresponde en la lucha por la liberación definitiva.