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06 de agosto de 2014

El velorio de Stalin, contado por el embajador argentino

 El embajador argentino fue recibido por Stalin, el 7 de febrero de 1953. Fue el último diplomático extranjero que tuvo audiencia. A la salida elaboró un comunicado donde, en forma inusual para el servicio diplomático, decía que lo había encontrado en plena salud y con aspecto óptimo.

 El embajador argentino fue recibido por Stalin, el 7 de febrero de 1953. Fue el último diplomático extranjero que tuvo audiencia. A la salida elaboró un comunicado donde, en forma inusual para el servicio diplomático, decía que lo había encontrado en plena salud y con aspecto óptimo.
El 5 de marzo de 1953, a las 21.50, Stalin falleció. Llovieron llamados y preguntas del periodismo y del cuerpo diplomático en la Embajada argentina, tratando de averiguar el motivo de esta apreciación sobre la salud del entrevistado, que alimentaba las especulaciones de que Stalin había sido envenenado o, por lo menos, no atendido médicamente en forma correcta.
Las respuestas del embajador desilusionaban las especulaciones “Yo lo vi bien, jovial, fresco, no parecía albergar ningún temor”, repetía Leopoldo Bravo, versión que mantuvo durante décadas.
Durante todo el 5 de marzo, Radio Moscú leyó el mismo parte médico, que solamente daba cuenta de que Stalin había sufrido un derrame cerebral, con pérdida de conocimiento y que, para atender al paciente, se habían congregado las mejores fuerzas médicas y la observación constante del Comité Central.
El embajador argentino a la noche fue a la Embajada de Irán, escuchando con el embajador de ese país el último informativo radial, de las 23.30, que repitió el mismo comunicado. Cuando despertaron el día 6, ya el velorio se estaba realizando en la Casa de los Sindicatos.
Ese mismo día, Malenkov fue designado como presidente del Consejo de ministros, secundado por Beria, Molotov, Bulganin y Kaganovich.
Bravo comunicó a Buenos Aires que la edad de Malenkov, tenía 51 años, había sido muy importante en su designación, porque le habían informado que se necesitaba un nuevo líder por muchos años. En solo 24 meses quedó demostrado que ésta era una información susceptible de admitir prueba en contrario.
De los Estados no comunistas, solamente Argentina y Suiza enviaron coronas florales. Argentina mandó dos, una del Estado Nacional y otra personal del general Juan Domingo Perón.
No existían flores naturales que se pudieran comprar en Moscú, razón por la cual las coronas viajaron por avión desde Europa, y costaron 2.500 dólares. El resto de las miles de coronas eran de papel. Los días 6 y 7 se permitieron delegaciones del pueblo en el velorio, pero el cierre, el 9 de marzo, se reservó exclusivamente para 20.000 invitados especiales. Se dieron los discursos oficiales y entre los invitados estaban el cuerpo diplomático, Dolores Ibarruri, Pietro Nenni, Palmiro Togliati y Jacques Duclos.
El diario oficial Pravda reprodujo una foto de Stalin, un crespón negro, y la noticia del nuevo gobierno. En Argentina el diario La Nación, el 6 de marzo de l953, decía que “La muerte de Stalin es uno de los acontecimientos capitales de nuestro siglo”. Fuente consultada: Zelmar Barbosa, El Federalismo Bloquista, Edit. Sudamericana. 1988.