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26 de agosto de 2014

El trabajo de los mensúes (2)

Crónicas proletarias

Hacia fines de la primera década del siglo 20, como desarrolla Cristina Mateu en su artículo Encuentros y desencuentros entre dos grandes obras: El río Oscuro y Las aguas bajan turbias (Argentina, 1943/1952): “las nuevas apropiaciones de tierra y las nuevas formas de organizar la producción (que desplazan a las anteriores formas extractivas) cambiaron el carácter de la conflictividad obrera rural. En la primera etapa de colonización oficial que se inició a fines del siglo 19 y terminó en la primera década del siglo 20 (con la instalación de las grandes explotaciones de yerbatales) aparecieron las primeras organizaciones de cosecheros que estuvieron influidas por el anarquismo”.
Justamente el escritor y periodista de filiación anarquista Rafael Barret, español que residió muchos años en Paraguay, decía en ese entonces “He denunciado al público, en 1908, que 15.000 paraguayos son esclavizados, saqueados, torturados y asesinados en los yerbales del Paraguay, de la Argentina y del Brasil. Nadie manifestó el menor afán de verificar los hechos y remediar tanta infamia”.
La vida de los mensúes –palabra que deriva de mensuales, por la frecuencia del pago- fue retratada por escritores como Augusto Roa Bastos, Horacio Quiroga, el citado Barret y Alfredo Varela, cuya obra “El río oscuro”, fue llevada al cine en la afamada “Las aguas bajan turbias”, dirigida y protagonizada por Hugo del Carril. 
El inspector del Departamento Nacional de Trabajo, Elías Niklison informaba hacia 1914 “Cuatro estacas con horquetas, que a una altura de 50 o 60 centímetros del suelo sostienen a lo largo media docena de cañas alineadas, formando algo así como un banco rústico, constituyen las camas de los trabajadores (…) La cama ya mencionada, un baúl de menor tamaño, un candil o farolillo y dos o tres trebejos más, completan el ajuar de la habitación obrera.” 
Eran frecuentes los castigos corporales por parte de los capataces. Barret describe “También se usa mucho estirar a los peones, es decir atarlos de los cuatro miembros muy abiertos. O bien se les cuelga de los pies a un árbol. El estaqueamiento es interesante: consiste en amarrar a la víctima, de los tobillos y las muñecas, a cuatro estacas, con correas de cuero crudo, al sol. El cuero se encoge y corta el músculo; el cuerpo se descoyunta. Se ha llegado a estaquear a los peones sobre tacurús (nidos de termita blanca) a los que se ha prendido fuego.” 
 Hacia fines de la segunda década del siglo 20, ya bajo el gobierno de Yrigoyen, creció el trabajo de organización sindical entre los mensúes, y sus luchas, que tendrían gran crecimiento con el trabajo de los comunistas, desde mediados de los años 20.