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01 de septiembre de 2014

Se realizó en el Club Romerense, el 27 de julio, a cinco años y medio de su fallecimiento. Estuvieron presentes familiares, camaradas y amigos e integrantes del Comité Central del PCR. En ella se homenajeó también a los queridos camaradas fallecidos que fueron claves en la organización de los campesinos pobres del Gran La Plata y zonas aledañas.

Homenaje a Violeta (Mónica Sulling)

La Plata

Palabras de Delia

 

Quiero hablar de Mónica o Violeta, compañeros. Muchas cosas tengo para contar. Ante cualquier problema que había hasta que no se solucionaba no paraba. A veces eran las 11 de la noche y nosotras todavía andábamos por ahí.

Palabras de Delia

 

Quiero hablar de Mónica o Violeta, compañeros. Muchas cosas tengo para contar. Ante cualquier problema que había hasta que no se solucionaba no paraba. A veces eran las 11 de la noche y nosotras todavía andábamos por ahí.

Cuando íbamos a Capital en tren hasta Constitución después  teníamos que tomar el subte yo me tenía de ella, porque  tenía miedo. “no te voy a abandonar”. Hasta ahora la espero, creo que va a venir Moni.

Para  los Encuentros de Mujeres nos juntaba a todas Si una compañera no podía ir o andaba mal aunque fuera la última hora del último día, ella traía la solución.

Durante cuatro años fui al Encuentro y no hablé nunca; me decía “vos tenés que hablar”, me daba tiempo, porque yo tenía vergüenza. En  2005 en el de  Mar del Plata le digo: “Moni, hoy voy a hablar”. “Bueno, tranquila, ponete al  lado mío” me dice. Y hablé.  Al salir, me felicitó y desde ahí hasta hoy nadie me para. Perdí el temor, el miedo. Ella me lo enseñó.

En los Encuentros ella solucionaba todo. Nunca nadie iba a comer separado; nos juntaba y poníamos un peso cada una y así comíamos todas juntas. Jamás nadie se quedó sin comer. Salía media hora antes de los talleres y nos decía a todas “esperen acá” y venía con las becas.

Y ahí dormía con nosotras, en medio de nosotras. Yo me levantaba a las seis de la mañana y la despertaba: “Moni, ya tengo el mate”. El último Encuentro que fui con ella fue a Mendoza, siempre con una sonrisa. Tengo tantos recuerdos, me duele en el alma.

Mis hijos en mi casa me decían: “Ahí viene Moni ¿te pongo la pava?”. Le encantaba el mate. Y ojo, no me da vergüenza decirlo: yo tenía una pieza y una cocina chiquita  y ahí en mi casa nos reuníamos. Este es el camino que ella quería: el de la lucha.

Yo no iba a hablar aquí, pero la fuerza me la dio ella. Mi hija me dijo “si no estás bien no hables”. Mi marido me dijo: “No, vos tenes que hablar lo que fue Moni”. Hace veinte años que estoy en la CCC. Creo que como ella no sé si voy a encontrar. La llevo en mi corazón, la quiero muchísimo, con toda el alma. Veo a su familia y la veo a ella y a su sonrisa. Bueno, hasta acá llego yo. La quiero un montón.

 

Palabras de María

 

Compañeros: uno no puede controlar las emociones. Me da mucha alegría que cada uno de nosotros tengamos la necesidad de brindarle un homenaje a esta gran mujer que es Mónica, o Violeta, como la conocimos todos. Aquella mujer que dio muchas cosas y dejó muchas cosas, porque aunque ella hoy no esté sí está en nosotros: en cada compañera, compañero, en cada joven. Ella, que murió, nos enseñó algo que había aprendido. Porque ¿de dónde venía ella? Tenía un Partido que quería un montón: el Partido Comunista Revolucionario.

Metió los pies en el barro, con la clase más humilde, más oprimida. Esa práctica en las quintas, en el campo era para encontrarnos a nosotras. Esa mujer vio que lo único que hacíamos era trabajar, trabajar, trabajar y criar a los chicos. Y no nos dábamos cuenta que nosotras, las mujeres, también teníamos derechos. Al estar en el campo a veces uno se olvida. Es tanto el trabajo que una mujer tiene que una se olvida.

Con su paciencia nos enseñó. Para ella no fue ninguna traba sentarse en el surco y leer el diario del Partido a las mujeres campesinas. Compañeras que no saben leer ni escribir. No, no era una traba para ella. Por eso Violeta dejó un gran trabajo para este partido. Luchó con nosotras, con los campesinos, para que seamos parte de este Partido.

Quería que la clase campesino sea parte del PCR: Decía “Si no hay campesinos revolucionarios ¿cómo se va a hacer la Revolución?”

Ella hizo este trabajo. Le costó. Seguramente dejó muchas cosas propias para dedicarnos sus días y sus horas y darnos estas enseñanzas. Era una mujer muy hermosa, muy querida, muy amable. Una mujer muy justa. Tenía paciencia para hacerte entender lo que estaba diciendo.

Esa era Mónica compañera; que no se asustaba con los problemas, con el hambre de los demás. Al contrario: “Tienen que estar los comedores para que los chicos coman”. A cada uno nos pulió. Nos hizo entender que si necesitábamos algo teníamos que aprender a luchar, a defender nuestros derechos.

Así que compañeros, y especialmente la juventud: uno tiene que leer, estudiar y poner en práctica todo esto. Y no basta con estudiar, hay que andar y conocer para hacer este camino. Como lo hizo esta hermosa mujer que supo ganarse su lugar, el respeto. Ella era del campesinado. Y no fue ninguna traba para ella estudiar, leer y hablar de su partido a las compañeras.

Así que a los jóvenes que no la conocieron, de la boca de una mujer común, estamos con la compañera Delia, les digo que ni yo ni ella estaríamos acá hablando si Mónica no nos hubiera enseñado a ver la realidad. Siempre dijo: “No miren lo que la persona lleva puesto; no interesa la ropa, lo que interesa es el pensamiento y el corazón”.

Así era Mónica y seguirá siendo siempre así para nosotros. Decimos las campesinas “Ella es nuestra”,  porque se hizo sentir una más de nosotras.

Siempre solucionó los problemas. A veces los problemas nos hacen mirar para otro lado; a veces es más fácil no ver la realidad. Mónica no miraba para otro lado; afrontaba los problemas y traía las soluciones. Desde aquella compañera que no tenía zapatillas hasta que una criatura tuviera su vaso de leche.

Y seguramente ella quería mucho a este partido, por eso lo hacía. Porque hay que querer para hacer todo lo que hizo ella. Para lograr que el campesinado esté adentro del Partido.

Compañeros, jóvenes, familiares ¡qué lindo es hacerle este homenaje a esta mujer. Qué lindo!

Si nosotros hiciéramos lo que ella hizo el mundo estaría mejor. Porque cada uno estaría poniendo un granito de arena donde  corresponde y donde debe ser.

Gracias a los familiares. Gracias Betty tuviste una hermana espectacular, de hierro.

Gracias por la presencia a los compañeros del Comité Central.

Gracias a los compañeros que hoy está acá.

Y también a esa persona que fue su gran amor. Ella conoció el verdadero amor, el amor que hace falta y estuvo muy enamorada de ese amor.

Los quiero mucho. Gracias

 

Palabras de Evaristo Romero

     

Gracias por la presencia a los jóvenes, las compañeras y los compañeros. Todas personas del pueblo y de la lucha. Agradecemos también la presencia y compañía de sus hermanas y hermanos y demás parientes; así como de su querido compañero y querido por nosotros Ramón, el Cabezón. Agradecemos la presencia de los camaradas del Comité Central y en especial de Jacinto, maestro de la mayoría de nosotros.

Digo  palabras escritas porque la emoción a veces nubla las ideas.

Fue un acierto de la Comisión de Homenaje cómo resumió en la invitación lo que era Violeta: fue una comunista revolucionaria que dedicó su vida a servir al pueblo: esa es la esencia de Violeta. En este sencillo homenaje eso es lo que reafirmamos: recordamos a una comunista revolucionaria que se destacó por servir al pueblo. 

Quiero agregar otro elemento que nos une pero a la vez nos amplía: porque Violeta fue también una patriota. Acá hubo una Revolución de Mayo y una Primera Independencia. Veneramos desde hace doscientos años a muchos patriotas, patriotas verdaderos. Muchos murieron en esa lucha revolucionaria de la Primera Independencia que nos liberó del imperio español. Otros fueron asesinados. Algunos son precursores de la lucha campesina, como Castelli, que murió de cáncer. Esos patriotas organizaron y acaudillaron durante 14 años una guerra insurreccional y de guerrillas que sacudió lo que después iba a ser la Argentina, y también a toda América Latina,  derrotando al imperio español.  Y hubo miles y miles que dieron a vida por esta patria. Y miles que fueron derrotados en la lucha por la tierra. Y esa lucha hoy sigue. De la mayoría de esos miles, tan patriotas como los que vemos en las estatuas no conocemos ni sus nombres. Pero sin ello no hubiese habido la Primera Independencia.

Hoy estamos honrando a una patriota que peleó hasta el último minuto de su vida por la Segunda Independencia. Por la Segunda Revolución que nos libere de las dos grandes montañas que oprimen a nuestro pueblo e impiden el desarrollo de nuestro país, que son los imperialismos que disputan no sólo la Argentina sino el mundo y toda América Latina.

Peleamos no sólo para destruir este Estado. Peleamos por construir un Estado Proletario en alianza estrecha con el campesinado pobre que, como hicieron los camaradas en la Unión Soviética y en  la gloriosa Revolución China: garantizaron y resolvieron la comida, la tierra, el vestido, la casa, la salud, la educación para millones de habitantes de este mundo. Y pudieron desarrollarse plenamente como hombres y mujeres libres de toda opresión, de toda explotación hasta que desgraciadamente fueron derrotados.

Pero esa lucha continúa y da sentido y punto de referencia a compañeros como Violeta. Como diría el camarada Mao Tse Tung: todos los hombres han de morir, pero la muerte puede tener distintos significados.

Como diría un antiguo escritor que él citaba: aunque la muerte llegue a todos, puede tener más peso que una montaña o menos que una pluma.

Morir por los intereses del pueblo, por servir al pueblo hasta el final puede tener más peso que una montaña. Morir siendo un fascista o por los que explotan y oprimen al pueblo tiene menos peso que una pluma.La muerte puede ser heroica, como fue la de Enrique Rusconi, y en él nombro a los miles que enfrentaron a sus asesinos en la lucha por la revolución.

Pero también hay heroísmo en aquellos que mueren como Violeta.

Luchando contra el cáncer hasta el último minuto de su vida, pero hasta el último minuto siguiendo la lucha hasta el final, como acá han dicho las compañeras. Por los ignorados, por los que no tienen nada, por terminar con la explotación de los obreros  ocupados o desocupados, por los campesinos sin tierra, por los originarios despojados, por los niños sin presente, por los jóvenes sin futuro.

Con la muerte de la querida camarada Violeta se nos derrumbó en esta región una montaña del Partido. Era el cuadro más de masas de la Dirección de Zona. Era en la dirección del  Partido la voz de los que pasan hambre, de los que perdieron el trabajo, de los que echaron de las quintas. De los ignorados, como bien los definiera el camarada Otto Vargas refiriéndose a los obreros rurales y los campesinos pobres, criollos y originarios.

Desde la dirección de zona la conocimos una larga noche charlando, contándonos, de su trabajo como administrativa de Gándara, empresa que ya no produce; siendo actriz vocacional, incorporándose al MAYA. Un movimiento extraordinario de artistas y artesanos populares que organizaron los camaradas del Partido de Chascomús, que marcó una época en la cultura de Chascomús pero que trascendió, por su importancia, las fronteras de ese histórico pueblo. Allí conoció al Partido. Junto a un grupo muy importante de artistas populares que se incorporaron a este Partido; algunos están acá presentes.

Para Violeta se abrió un mundo. Encontró una huella y ya nunca la abandonó hasta su muerte.

No sólo encontró una huella. Sino,  que es lo más importante, guió hacia esa huella para que muchos de los ignorados abrazaran ese camino. El camino de la lucha por sobrevivir, por el pan. Pero en un plano superior de la conciencia: la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad para que el sobrevivir se transforme en vivir. Para que haya pan para todos.

Pero esto no es fácil. Yo lo digo en dos frases. Pero es lo más difícil: lograr que los obreros explotados, los campesinos, los originarios, las mujeres, los jóvenes, los ignorados,  avancen en el camino de la lucha por el poder.

No es difícil abrazar el camino de la lucha: donde hay opresión, más tarde o más temprano hay rebelión.

Pero lograr que se transformen en comunistas revolucionarios, en dirigentes revolucionarios. Que dominen las leyes de la lucha de clases, sepan ubicar a los enemigos, golpeen en cada momento principalmente al más peligroso, se preparen y organicen a su clase para conquistar el poder revolucionario, que dominen todas las formas de lucha: desde la lucha de calles, desde las tomas de fábricas, desde la lucha electoral. Enfrentando un Estado que reprime para mantener el privilegio de los que dominan, eso es muy difícil.

Porque sobrevivir, para los explotados, es sufrir cada día la lucha por al pan para sí y para sus hijos. Encima, aparece un partido que ofrece sólo y nada más que eso: luchar, y luchar por la Revolución. La lucha por la revolución tiene sufrimientos, pero tiene felicidad. Porque es el único camino para transformar esta patria, este mundo injusto, en algo digno de ser vivido.

Y Violeta fue haciendo carne esto, pero lo más importante es que logró que muchas mujeres, hombres y jóvenes sencillos de nuestro pueblo, lo fueran comprendiendo.

Pero para lograr esto hay que lograr que te escuchen. Para eso hay que saber escuchar. Hay que ser parte. Sentir como propio el sufrimiento del otro. Paciencia, mucha paciencia. Cariño profundo por el pueblo, caminando codo a codo, no de arriba de un caballo. Sin subestimar. Con la confianza más profunda  en que todos puedan encontrar, con la ayuda del partido, el camino para la liberación definitiva del pueblo y de la patria.

Y  para eso se necesita una gran persistencia y firmeza en seguir la huella. Y Violeta la tuvo. Logró que en medio del hambre y la miseria que muchos aprendieran a luchar. En la lucha organizarse. Defender su dignidad sin corromperse. Porque comprendieran que ellos debían asumir en sus manos su autoliberación. Porque, como contó alguna vez, entre otras cosas adoraba a los niños,  sobre todo nuestros chiquitos, los de las caritas rojas por el frío. Aunque nunca fue madre por decisión militante. Vaya decisión.

Aunque no nació ni en las barriadas obreras de Berisso o Melchor Romero era parte de ellos, como acá se acaba de contar. Estaba cuando alguien se enfermaba o no tenía para comer o le faltaba un colchón, o donde faltaba un abrigo, una palabra de aliento. Con su sonrisa eterna que nunca nos abandonará. Con su autito gris, falto de papeles, que la llevó a recorrer miles de kilómetros, ayudando, organizando, pero empezando por escuchar.

 

Con su andar conmovió a dios, que para nosotros es el pueblo. Pero siempre ofreciendo un puesto de lucha y organizando el crecimiento del Partido, su querido PCR.

Gran organizadora de los Encuentros. Quería que hasta la última  mujer sencilla  fuera protagonista de la lucha política. Y Violeta lo logró. Con muchos compañeros. Porque escuchaba, porque era parte, porque tenía paciencia, porque  tenía cariño, porque tenía confianza y era de una gran persistencia. Y una gran firmeza frente al enemigo y frente a aquellos que se apartaban de la huella y se iban a la banquina. Algunos, hasta terminar como renegados de su propia clase.

Pero cuando la conocimos no era igual que al final de sus días. Aunque siempre fue dulce, cariñosa, solidaria En la lucha por transformar ella también se fue transformando. En la lucha por enseñar, por marcar un camino, aprendió. Porque para enseñar hay que aprender de la vida de los trabajadores, de los campesinos, del pueblo. De la práctica y del estudio. A menos que uno sea un necio, por no decir un imbécil, que cree que se las sabe todas.

Por eso la homenajeamos. Homenaje es recuerdo. Honramos a nuestros muertos para que su ejemplo siga viviendo. Es aprendizaje: ella ayudó a que se organizaran, y muchos se incorporaron al Partido, a los compañeros campesinos pobres, principalmente de Asoma. También a los obreros de la carne, trabajo clandestino y secreto que ella hacía y que la mayoría no conoce. Trabajó en desocupados, en las mujeres, para los Encuentros, en los originarios, y sobre todo en los jóvenes.Entre todos ellos trabajó Violeta.

Es referencia para cuando las fuerzas para seguir la lucha fallan. Porque la lucha sigue. Hoy vivimos un difícil momento y viene para peor.

En el mundo la crisis aumenta la disputa por los mercados entre los países imperialistas, y ello trae más opresión para los países oprimidos y sus pueblos. Crecen los factores de guerra. Y en nuestra patria, la decisión de este gobierno de pagar la deuda externa manteniendo la inflación para recaudar más, profundizará terriblemente los sufrimientos del pueblo.

Con esta política está en baja la producción, crecen las suspensiones y despidos. Se está concentrando la tierra en pocas manos, cada vez menos manos, expulsando a los campesinos pobres y medios del campo.

La profundización de la entrega a distintos imperialismos de las riquezas nacionales aumentará la dependencia, con más hambre para nuestro pueblo. Ahí están los acuerdos estratégicos, como los llaman, con el imperialismo chino y el imperialismo ruso, mientras forcejean con los yanquis. Por eso la tapa de nuestro último Hoy dice: ni amo viejo ni amo nuevo.

Y palos para llevar adelante esta política. Reprimen en el Chaco, a los obreros de Gestamp,  de Lear y de Emfer. Y acaban de reprimir a los compañeros de Asoma por pedir subsidios y tierra para seguir produciendo. Mientras achican los planes y no aumentan la asignación  para los desocupados.

No queda otra, compañeros, que mantener altivas las banderas por las que peleó Violeta. No queda otra que seguir la lucha.Pero no solos. Siempre que podamos juntémonos con los que también luchan. Multisectorialmente, con medidas contundentes. Hoy para ganar las luchas, indefectiblemente, van a tener que ser prolongadas. Hoy no hay lucha corta ni fácil.

Pero debemos pelear en todos los terrenos, compañeros, también en el electoral. Para que haya una política a favor del pueblo hay que cambiar este gobierno por un gobierno Popular, Patriótico y Democrático. Ninguno de los que salen por televisión armará un gobierno así. Debemos hacerlo nosotros construyendo un gran Frente Popular. Para avanzar por este camino hacia la Revolución Democrática, Popular, Agraria y Antiimperialista en marcha ininterrumpida al Socialismo por la que peleó Violeta. Cuando hablamos de la huella, hablamos de esto.

Amigos, camaradas:

Por todo esto nuestro homenaje a una sencilla que hizo huella revolucionaria. Quiero recordar también a otros camaradas sencillos que jugaron un gran papel y, como Violeta, pelearon por este camino. No olvidamos a aquellos que ayudaron a construir este rancho: al querido camarada Negro Mansilla, delegado del Hospital de Melchor Romero, uno de los fundadores de Asoma. A la camarada Meca, primera campesina que organizó las mujeres del campo para ir a los Encuentros de Mujeres. A Ramonita, de Villa Arguello, con la que también militó Violeta. Al recientemente fallecido Rengo Lizarraga, campesino pobre de los históricos de Asoma. Al Negro Rodríguez, uno de los  fundadores de Asoma.

Quiero agradecer a los compañeros y compañeras que fueron claves, como los camaradas de Chascomús, algunos acá presentes, que le hicieron conocer y la afiliaron al Partido. A los que fueron fundamentales en su formación. En primer lugar tengo que señalar dos hombres, dos cuadros fundamentales de nuestros Partido: Ramón, su compañero. Y sobre todo al camarada Jacinto.

Y a todos los sencillos que aprendieron con ella, como acá se cuenta, y de los cuales ella aprendió. Como de Floria, de Norma, de la Pona, de Adriana,de Raquelita, de don Gumersindo, de Delia, y la otra Delia, de Florinda, de Meca, Ramona y a su hermana de lucha y corazón: María.

Agradecer a sus hermanas, por cómo la cuidaron.

En ellos, y sin agrandar, nombro a centenares de compañeros sencillos que la llevan en su corazón: la Viole logró eso que decía el camarada Mao Tsé Tung: nosotros ganamos a los campesinos apelando no a la razón sino a su corazón. Y ella está y seguirá estando en el corazón de los ignorados.

Porque fue fiel a lo que marca nuestro himno, el de la clase obrera internacional, al que sólo le voy a cambiar la consigna:

 

                      Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan.

                      Gritemos todos unidos.¡ Viva la Revolución !

                      ¡ Viva el Partido Comunista Revolucionario !

 

Siempre con el arado atado a la estrella, como decía Jacinto. Que quiere decir; en los problemas de todos los días pero siempre mirando el objetivo final que es la revolución para terminar con la explotación del hombre por el hombre.

Muchas gracias compañeros.