La falta de políticas diferenciadas e integrales del gobierno kirchnerista y de la provincia hacia los productores más chicos de las economías regionales, y en particular en la citricultura, han ido favoreciendo que los avatares de los mercados externos e interno y las inclemencias del tiempo pesen como una fatal mochila de plomo sobre nuestras espaldas.
De dónde venimos
La falta de políticas diferenciadas e integrales del gobierno kirchnerista y de la provincia hacia los productores más chicos de las economías regionales, y en particular en la citricultura, han ido favoreciendo que los avatares de los mercados externos e interno y las inclemencias del tiempo pesen como una fatal mochila de plomo sobre nuestras espaldas.
De dónde venimos
Al principio de la crisis internacional (2008) con el cierre de algunos mercados internacionales al que acceden sólo los grandes exportadores de la zona, el gobierno provincial planteó a los pequeños productores del lugar que su producción de menor calidad debía destinarse a la fábrica de jugos, que sería su “gran salvación”, ante la falta de recursos para mantener las quintas y la productividad, por falta de rentabilidad.
La crisis europea desde hace más de 4 años hizo volcar al mercado interno la fruta de los grandes exportadores y bajar los precios. La fábrica al día de hoy está a mitad de camino con solo 230 productores que pudieron integrarse, mientras necesitaban 500. Y la planta lleva ya cerca de $30 millones en subsidios. Para muchos era imposible desembolsar un aporte inicial de $25.000, que luego fue subiendo significativamente por la inflación, y mucho menos tomar un crédito para sólo ser socio de un emprendimiento a futuro. Que hasta ahora no tiene garantías de funcionar.
Hoy de nuevo pagan el pato los pequeños y algunos medianos. Como se dice en la zona: “comemos nosotros o come la quinta”, al no poder renovar las plantas o fertilizar.
A la falta de políticas mercado internistas para paliar diferencialmente las dificultades del sector, se le sumó el “castigo” del clima. Con sucesivas heladas en 2007 y 2008 que afectaron principalmente a pequeños y medianos productores ubicados en tierras más desfavorables para la citricultura, llegando la del 2012 a la destrucción del 60 a 70% de la producción y una pérdida de plantas, en algunos casos, de más de 50%.
Frente a este desastre natural, hubo una histórica asamblea de más de 500 productores en la filial de FAA de Chajarí en 2012, que mostró un camino, exigiendo al gobierno dar respuestas acordes. Luego tuvimos la visita de Buzzi, presidente de FAA e hicimos un acto con más de 350 productores en el Club 1º de Mayo. Luego se logró un aporte para todos por igual, sin ser proporcional a los daños. De un máximo de $1.500/ha hasta 30 has, si se calificaba la quinta como desastre. Para tener una idea, en una hectárea entran entre 400 a 500 plantas, cada plantín salía alrededor de $20, con lo cual, quien perdió todo podía renovar solo 75 plantas por ha. Se estima que hubo una pérdida de plantas cercana al millón. Este aporte sólo alcanzaba para los insumos, mientras que las pérdidas de producción y plantas no alcanzaban a cubrirse.
Desde entonces, carcomidos además por la inflación, no hemos podido levantar cabeza con la producción. Hay quienes hemos perdido todo y quienes van tratando de tirar con lo poco que les quedó. Ya son varios los que hablan de vender y buscar otra forma de vivir en la zona.
Una nueva plaga: El HLB
Un nueva plaga amenaza ahora: la Huanglongbing (HLB) o Greening de los cítricos, cuyo vector es el psílido asiático de los citrus (Diaphorina citri). La Ley Nacional Nº26.888, sancionada en septiembre de 2013 establecía un programa nacional para la prevención de la enfermedad, con medidas preventivas a cargo del Senasa en las fronteras, rutas y límites interprovinciales, que no fue lo suficientemente drástica y eficiente como merecía. Incluía la capacitación a técnicos oficiales, pero no a los técnicos privados y productores. Cuando se difundió que la plaga había llegado a un vivero del sur correntino, y el Senasa con la gendarmería entraron a las quintas a arrasar con topadoras por sospechas de tener la enfermedad, cundió la alarma en la región. Hizo recordar a los lugareños un similar método usado bajo la dictadura con la cancrosis.
Se levantaron centenares de productores reiterando pedidos de que se deje sin efecto las exigencias de viveros cubiertos. Se realizó una asamblea de más de 1.200 productores a la que le siguió otra, cuando alarmada llegó la directora del Senasa, ingeniera Diana Guillén, junto al ministro de producción, Roberto Schunk, a participar de una reunión en Villa del Rosario, convocada por la Federación del Citrus, donde participaron alrededor de 1.300 productores y viveristas. También intendentes y miembros de juntas de Gobierno de las Colonias de la zona.
Los funcionarios y la Fecier (Federación del Citrus) plantearon a los productores que debido a la gravedad de haberse detectado casos en Mocoretá (Corrientes) hay que apegarse a la ley y deben destruir todas las plantas de la zona que pertenezcan a viveros a cielo abierto, ya sean de productores o viveristas, así como también la destrucción de plantas ya plantadas desde septiembre del año pasado (2013) hasta hoy. Sin preocuparse por reparar los errores cometidos ni tener en cuenta que se necesitarían 10 años para reponer las plantas.
Una ayuda insuficiente
Frente a la álgida reacción de los productores (que no quieren en estas condiciones perder su inversión) debieron retroceder con la medida de destruir los plantíos, pero sigue la discusión porque la ayuda del gobierno no fue lo suficiente planificada y organizada hace dos años atrás, para que chicos y medianos productores y viveristas pudieran hacer nuevas plantas bajo invernáculo para todos.
La salida es que todos los productores que lo necesiten tengan acceso en forma asociativa a construir viveros cubiertos con los aportes del Estado, que no estuvo dispuesto a hacerlo cuando era necesario y los tiempos de la HLB nos corrían de cerca. Una vez más los pequeños productores no sólo tenemos que enfrentar la crisis, el clima, las plagas sino principalmente a un gobierno nacional y provincial que no nos tiene en su planificación como productores citrícolas. La organización y movilización es la única herramienta para que nos escuchen y lograr solución a nuestros problemas. Estos tienen gran incidencia en la Economía Regional entrerriana que es fuente de trabajo de más de 20.000 trabajadores rurales anualmente. Defendemos que estas miles de chacras sigan existiendo y que no despueble el campo en beneficio de unos pocos.
Esto afecta el interés regional y nacional, por ello el Estado nacional debe hacerse cargo. Evitando que esta plaga se extienda. Que no sea otro mazazo que siga eliminando productores. Tal como se hizo en su momento con la fiebre aftosa u otras plagas que entraron al país, junto a otras medidas como créditos blandos a largo plazo y sobre todo un precio sostén para el citrus.