La AFCA rechazó el plan presentado por el multimedios de repartírselo entre sus socios y familiares, reemplazándolo por un reparto forzado controlado por el kirchnerismo. El vocero de esta decisión fue el presidente de la AFCA, Martín Sabatella, un ex dirigente del PC prorruso converso K, y antes y ahora fiel a Credicoop.
La AFCA rechazó el plan presentado por el multimedios de repartírselo entre sus socios y familiares, reemplazándolo por un reparto forzado controlado por el kirchnerismo. El vocero de esta decisión fue el presidente de la AFCA, Martín Sabatella, un ex dirigente del PC prorruso converso K, y antes y ahora fiel a Credicoop.
La lucha de radios, TV y publicaciones alternativos habían logrado filtrar conquistas que el kirchnerismo debió recoger para hacer aprobar la ley de medios. El resultado está a la vista: prácticamente nada fue a las organizaciones populares. El gobierno, con inversiones propias, de socios y amigos, y con “la manija” de la AFCA, construyó otro monopolio, a esta altura el más poderoso en cantidad de medios, aunque no en audiencia. El manejo de más de $5.000 millones de fondos del Estado, con la publicidad oficial y en Fútbol Para Todos, garantiza la supervivencia y la docilidad del monopolio multimedios K.
Los dos monopolios, el K y el de Clarín, comparten la misma concepción de los medios. Clarín reinó durante décadas con la soberbia de que “la realidad no existe, lo que existe es lo que publica Clarín”. Ahora, el multimedios K aplica la línea de monopolio de la información por el Estado, “sin intermediarios”, como se sinceró Cristina K en su conversación con Putin, al inaugurar el canal Russia Today. La presidenta dijo que “comparte” la idea del manejo de la información con el jerarca ruso, acusado de encarcelar periodistas, cerrar medios opositores, y hasta meter preso a un grupo musical por una canción de protesta contra Putin.