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26 de noviembre de 2014

Las enfermedades de la presidenta, y el comando

A lo largo de su gobierno, la presidenta ha tenido numerosos problemas de salud. En algunos casos con enfermedades pasajeras, varias caídas (¿desmayos?), y complicaciones que llevaron a intervenciones quirúrgicas con la extirpación de la tiroides y la eliminación de un coágulo en el cerebro. Estos últimos hechos provocaron prolongados períodos de reposo.

A lo largo de su gobierno, la presidenta ha tenido numerosos problemas de salud. En algunos casos con enfermedades pasajeras, varias caídas (¿desmayos?), y complicaciones que llevaron a intervenciones quirúrgicas con la extirpación de la tiroides y la eliminación de un coágulo en el cerebro. Estos últimos hechos provocaron prolongados períodos de reposo.

Los trascendidos desde la Casa Rosada y de médicos allegados, de una u otra manera, a los episodios de salud presidencial, hacen referencia a las condiciones de stress que provoca su agenda (recargada por los “destapes” de la corrupción), agudizando los rasgos de fragilidad física o neurológica que se pusieron en evidencia, y se habrían agravado con el paso de los años.

Así, un gobierno que en 10 años jamás reunió el gabinete ministerial y mantiene un vicepresidente impresentable, tiene, en el comando del Poder Ejecutivo, junto a la presidenta (o asumiendo sus funciones cuando sus reposos se lo exigen), su hijo Máximo, el “Chino” Zanini (secretario Legal y Técnico de la Presidencia, y ahora el “chiquitito pero cumplidor” Kicillof.

En la política, al igual que en los negocios, el kirchnerismo opera como un grupo, liderado por Cristina K, con alianzas con otros grupos poderosos del bloque dominante. Grupo que, en el último período, reforzó su alianza estratégica integral con China; estratégica quiere decir: económica, política y militar, de lo que es expresión la base militar china en Neuquén. Y reforzó, también, su condición de mejor aliado de Rusia en la ONU, el G20 y América Latina, como definió el jerarca ruso Putin a su relación con el gobierno K. Esto es lo que permite que por encima de la fragilidad de la salud presidencial, sea un gobierno muy peligroso, con una fuerte inserción en el poder del Estado, y con iniciativas y planes para mantener ese poder más allá de las próximas elecciones.