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03 de diciembre de 2014

Dos hechos de “gatillo fácil” contra la población negra desataron nuevamente multitudinarias protestas en más de 170 ciudades de 37 de los 50 estados norteamericanos.

Protestas en 170 ciudades yanquis

Contra los asesinatos de jóvenes negros por parte de la policía

Por un lado, en Cleveland, Ohio, un niño negro de 12 años que jugaba con una pistola de juguete en una plaza fue baleado por un policía, segundos apenas después de darle la “voz de alto”. Al día siguiente se conocía que un gran jurado decidía no presentar cargos contra el policía Darren Wilson, de 28 años, que mató el 9 de agosto al adolescente negro, Michael Brown, de 18, en la ciudad de Ferguson, en el estado de Missouri. Este fallo se produjo 110 días después del hecho, tiempo durante el cual Wilson estuvo libre.
Las marchas se extendieron por varias noches consecutivas y, en muchas ciudades, hubo violentos enfrentamientos con la policía. La indignación aumentó con las declaraciones del policía Wilson, quien dijo “tener la conciencia tranquila” y que “lo haría de nuevo”, tras lo cual renunció. 
Recordemos que el joven Brown se encontraba, junto a otro amigo, conversando en una plaza, desarmados ambos, cuando fueron interceptados por una patrulla que, tras un intercambio de palabras, descerrajó nada menos que 12 tiros sobre el muchacho y su amigo, quien sobrevivió y denunció el hecho.
La oleada de luchas que se ha desatado pone en evidencia que las lacras de la segregación racial se mantienen en Estados Unidos. En varios estados, donde la crisis económica golpeó con particular crudeza, estos casos de gatillo fácil se multiplicaron y hay decenas de denuncias de abuso por parte de las fuerzas policiales hacia la población negra.
Las marchas y actos traen a la memoria otros momentos de graves enfrentamientos con el poder del Estado, como los ocurridos tras los asesinatos de Malcom X en 1965 y del líder negro Martin Luther King en 1968 y, más recientemente, los ocurridos en Los Ángeles al comienzo de la década del 90.
En la ciudad de Ferguson, Missouri, se dieron algunos de los enfrentamientos más violentos, con barricadas, autos incendiados, y tiroteos. En Nueva York se repitieron consignas como “Sin Justicia no hay paz” y “Manos arriba, no disparen”, utilizadas en las últimas protestas contra la brutalidad policial en Nueva York. Los manifestantes bloquearon autopistas importantes en Los Ángeles y Oakland. Cientos de personas en frente de la Casa Blanca protagonizaron simulacros de muerte. Realizaron vigilias de oración, protestas callejeras, etc. en Boston, Baltimore, Seattle y más allá.
La extensión de las protestas obligó a Obama a salir a dar un discurso intentando apaciguar la bronca popular, insistiendo en su discurso acerca de los “logros” conseguidos bajo su presidencia para la minoría negra. Poco después, el gobernador de Missouri ponía en práctica el “estado de emergencia” y la policía reprimía con palos y gases lacrimógenos a los manifestantes. Estos hechos ocurrieron el viernes 28 en Ferguson, cuando decenas de personas bloquearon un centro comercial, como parte del boicot al “black friday” (día de ofertas), al que varios artistas reconocidos se sumaron llamando a no comprar. 
 
“No es un momento, es un movimiento”
El sábado 29 comenzó una marcha de siete días desde Ferguson hasta Jefferson City, la capital del estado. La iniciativa está impulsada por la Asociación Nacional por el Progreso de la Población de Color (Naap), para reclamar una profunda reforma de la policía, y en rechazo al fallo del jurado que rechazó inculpar al oficial blanco Darrell Wilson que mató al joven Michel Brown. 
Esta marcha, así como otras actividades que se replican en todo Estados Unidos, muestran la profundidad de la bronca de vastos sectores populares ante la militarización, las repetidas represiones y un racismo creciente, y  ha sido calificado por varias corrientes de izquierda como un “Ku Klux Klan que se manifiesta libremente por las calles”. 
Frente a esto, una parte de los manifestantes de Ferguson expresan en una carta abierta que su lucha no se trata de “un momento, sino de un movimiento”: “Durante 108 días, nos han aconsejado que dejemos que ‘el sistema funcione’, esperar y ver cuáles serían los resultados. Ya están los resultados. Y todavía no tenemos justicia. Esta pelea por la dignidad de nuestra gente, por la importancia de nuestras vidas, por la protección de nuestros niños y niñas, no comenzó con el asesinato de Brown y no terminará con este anuncio. El ‘sistema’ en el que nos han dicho que nos apoyemos nos ha mantenido en los márgenes de la sociedad. Este sistema nos ha alojado en sus peores casas, ha educado a nuestros hijos e hijas en las peores escuelas, ha encerrado a nuestros hombres a niveles desproporcionados y ha avergonzado a nuestras mujeres por recibir el apoyo que necesitan para ser nuestras madres. Este sistema en el que nos han aconsejado creer nos ha decepcionado consistente, inequívoca y descaradamente, nos ha expulsado una y otra vez. Este mismo sistema en el que ustedes nos dicen que confiemos, el mismo sistema destinado a servir y proteger a la ciudadanía, una vez más ha asesinado a dos de nuestros hermanos desarmados [Akai Gurley en Brooklyn y un niño de doce años, Tamir Rice, en Cleveland] (…) Seguiremos luchando porque sin lucha no hay progreso. Seguiremos “interfiriendo en la vida”, porque si no “interferimos” tememos por nuestras vidas (…) Y hasta que este sistema sea desmantelado, hasta que el status quo que nos considera de menor valor que otros ya no sea aceptable o rentable, seguiremos luchando. Lucharemos. Protestaremos (…) Marchamos con un propósito. El trabajo continúa. Este no es un momento sino un movimiento. El movimiento vive”.