La vitivinicultura al igual que el resto de la actividad agropecuaria está atravesando una profunda crisis que tiene causas estructurales y coyunturales, y que está afectada gravemente por la crisis económica internacional, con el condicionante de que la vid abarca la mitad de las tierras cultivadas en la provincia, por lo que su crisis impacta drásticamente en el resto de la economía provincial.
La vitivinicultura al igual que el resto de la actividad agropecuaria está atravesando una profunda crisis que tiene causas estructurales y coyunturales, y que está afectada gravemente por la crisis económica internacional, con el condicionante de que la vid abarca la mitad de las tierras cultivadas en la provincia, por lo que su crisis impacta drásticamente en el resto de la economía provincial.
La vitivinicultura venía del modelo masivo de producción de vinos comunes para el mercado interno. Esto perduró hasta los ‘80 cuando entró en crisis por el impacto de las políticas neoliberales (apertura al mercado externo, desregulación económica) y la caída abrupta del consumo de vino en forma progresiva, que pasó de 90 litros per cápita al año, a menos de 25 actualmente, y, entre otras razones, por la competencia con otras bebidas.
Las clases dominantes impulsaron un “nuevo modelo” basado en la exportación de vinos de alta gama para el mercado externo y promovieron el desembarco de grandes capitales extranjeros que compraron tierras a bajo precio y que pasaron a dominar el mercado de exportación y a condicionar el mercado interno.
Con las políticas del gobierno kirchnerista se profundizó la concentración y la extranjerización de la actividad. De las mil bodegas en el país que generan una renta de 4.000 millones de dólares, las 15 más importantes concentran el 40% de la producción y las 8 bodegas principales monopolizan el 60% de las exportaciones de vinos que llegan a los 900 millones de dólares. Las cuatro bodegas más importantes de la provincia (Peñaflor, Fecovita, Baggio, Catena) son las grandes intermediarias y las que imponen el precio del vino. Sin embargo a partir del 2012, con el impacto de la nueva oleada de la crisis internacional, comienzan progresivamente a caer las exportaciones de vinos y mostos (en el 2014 la caída fue del 15%) y de los precios de los productos a razón del 6% anual, entre otras razones por el encarecimiento de los productos locales por la inflación.
Lo nuevo de la situación es que ha entrado en crisis el modelo de exportación de vinos finos al mercado externo, sobrecargando el mercado interno con vinos de exportación. Las consecuencias para la gran mayoría de los productores pequeños y medianos que no logran exportar, ha sido un estancamiento del precio del vino local desde hace 4 años y un gigantesco incremento de los costos (la mayoría en dólares).
Mientras el precio del vino se encuentra estancado en $2 el litro para el productor, en estos años los insumos y costos se han multiplicado entre 700% y 1.000% como el agua, los combustibles, los venenos y la presión impositiva.
La nueva situación no sólo vuelve a golpear a los pequeños y medianos productores que en su mayoría están todos endeudados e hipotecados, sino que afecta a sectores importantes de las grandes bodegas y grandes intermediarios.
Estalló la bronca, histórico caravanazo de viñateros.
El sobrestock de vino producto de esta crisis y de las políticas del gobierno llega a 200 millones de litros de vino, lo que ha hecho caer aún más su precio. Esta situación inmediatamente genera desesperación en los bodegueros, productores y obreros rurales, porque que se avecina la cosecha y hasta el momento el panorama es desastroso.
Ante esta situación el gobierno, lejos de dar una solución, y negando su profunda responsabilidad, consiguió 50 millones de pesos cuando se calcula que hacen falta entre 500 y 700 millones para salir de esta situación. Ha impulsado el bloqueo del 40% de la producción de vino con el objetivo de que sean los propios productores los que se hagan cargo de la situación. En el sector vitivinícola la bronca fue logrando la unidad de bodegueros, productores y obreros rurales. El trabajo es en cadena, y si bien el golpe es desparejo, afecta en este momento a todos, por lo que la unidad es importante.
Las 23 entidades del sector convocaron a una movilización, con gran peso de las grandes cámaras como Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas) que integran nacionalmente Coninagro, impulsando un petitorio con cinco puntos: fondo que cubra el sobrestock, rechazar el bloqueo de vino, incrementar la diversificación (es decir derivar un 35% de la producción para mostos), ley de jugos (que obligue a las bebidas a usar mostos como endulzantes) y menos presión fiscal. Desde hace treinta años que no se veía una movilización del sector tan masiva. Las columnas de Lavalle, San Martín, Valle de Uco, Luján y del sur provincial llegaron hasta el Gran Mendoza y fue imponente su paso por la ciudad, la gente aplaudía y daba su apoyo.
La unidad en este caravanazo fue muy amplia: Asociación Civil Vitivinícola de las zonas frías Río Negro – Patagonia, Asociación De Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), Asociación de Productores en Acción (APA), Asociación de viñateros de Mendoza (AVM), Bodegas de Argentina AC, Bodegas de Salta, Cámara de Bodegueros de La Rioja– Provincia de La Rioja, Cámara de Comercio de San Rafael, Cámara de Comercio de General Alvear, Cámara de Comercio y Agricultura de Tunuyán, Cámara de Tupungato, Cámara Empresaria de Rivadavia, CAME Argentina, Carpa Chilecito Provincia de La Rioja, Centro de Bodegueros y Viñateros de General Alvear, Federación Agraria Filial Mendoza, Federación de Cámaras Vitícolas de Argentina, Federación Económica de Mendoza (FEM), Cámara Exportadores de Mosto, Sociedad Rural de San Rafael, Sociedad Rural del Valle de Uco, Soeva (Sindicato de obreros y empleados vitivinícolas afines), Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
Realmente, fue la rebelión agraria mendocina. En tractores, camionetas, autos y a pie, llegaban cientos de viñateros a casa de gobierno, con uvas, vinos y carteles con consignas que expresaban la bronca hacia el gobierno y con el ánimo de no permitir más pisoteos al sector, algunas consignas decían: “Paco, sos peor que el granizo”, “El Paco, mata”, “Sin cosecha, no hay vendimia”, “Mendoza, espíritu grave”, “Queremos cosechar”, “No al bloqueo”, “Paco andate”, “Precio justo”, entre otras consignas.
Desde Apepro (Asociación de Pequeños Productores), la CCC y el PTP, impulsamos tres medidas: 1) precio sostén de la uva y el vino no menor a $5 que garantice una rentabilidad para los pequeños y medianos productores y las pequeñas bodegas; 2) tacho de uva a $10 para los trabajadores rurales y planes que contemplen situaciones de desocupación por la crisis como el Plan Intercosecha; 3) Junta que regule la actividad vitivinícola y del resto del agro, controlando la producción, estableciendo precios mínimos que garanticen rentabilidad para los pequeños y medianos productores y alimentos baratos para el pueblo, atacando a los grandes intermediarios que son los grandes beneficiarios al imponer los precios. También estuvieron presentes en este caravanazo los estudiantes de la CEPA, quienes se movilizaron acompañando a los viñateros.
Sin dudas que esto recién empieza. La cosecha debe comenzar en unos días, y el gobierno debe dar soluciones, de lo contrario se vendrán tiempos difíciles en la provincia, que estarán en sintonía con la difícil situación nacional, en la que el pueblo se cansó de ser el que paga la crisis.