El régimen de gobierno de China, como calificara en su momento Mao Tsetung a los revisionistas soviéticos, es un socialfascismo interno ejercido por una cúpula burguesa que derrocó hace ya muchos años al proletariado del poder, luego de la muerte de Mao en 1976.
El régimen de gobierno de China, como calificara en su momento Mao Tsetung a los revisionistas soviéticos, es un socialfascismo interno ejercido por una cúpula burguesa que derrocó hace ya muchos años al proletariado del poder, luego de la muerte de Mao en 1976.
Así lo explicaba Otto Vargas, secretario general del PCR: “Los maoístas lucharon hasta que fueron derrotados por la derecha en el Pleno de diciembre de 1978. Nosotros viajamos a China en abril de 1979 y tuvimos una entrevista con Hu Yaobang, que ya era el dirigente del partido. Formalmente todavía estaba Jua Kuo-feng, pero el dirigente real, el hombre que expresaba la línea dominante de Teng Siao-ping era Hu Yaobang. Yo lo había conocido personalmente muchos años antes… Hu Yaobang, basándose tal vez en ese viejo conocimiento que teníamos, creyó que íbamos a ser seducidos por las reformas que ellos intentaban… Nos mostraron las reformas que habían hecho, y para nosotros quedó claro que esas reformas significaban la restauración del capitalismo en China. Cuando regresamos lo dijimos y lo escribimos en un Informe que el partido discutió internamente, con grandes dudas sobre la justeza o no de lo que decíamos allí, porque en el partido había una profunda ilusión, una profunda confianza; ¡y cómo podía ser posible que en China sucediera eso! Nosotros, a partir de un análisis leninista del Estado, planteamos que eso ya no era posible de revertir. Existían maoístas, pero no se podía revertir esa restauración”. ¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina. Conversaciones con Otto Vargas, Jorge Brega. Editorial Ágora, segunda edición, 2008.
CFK y Lanata mienten
El gobierno kirchnerista tiene, en los gobernantes chinos, entre otras cosas a un gran maestro en su política de “doble discurso”. Comencemos por el principio. La burguesía dominante en China mantiene el nombre de República Popular China, aquella que surgió del glorioso proceso revolucionario que culminó en 1949. Esto trae confusión a millones en todo el mundo, pues se cometen los más grandes atropellos –sobre el pueblo chino y sobre los pueblos y países dependientes-. China hace en esto un recorrido similar al que hizo la URSS, cuando con la bandera con la hoz y el martillo en su bandera intervenía países o apoyaba dictadores como Videla.
Nosotros, marxistas leninistas maoístas, hemos sido de los primeros en denunciar que la China roja y socialista se transformó en blanca y capitalista. Y somos consecuentes en defender el legado de la Revolución China.
Aprovechando la estadía en China de la delegación del gobierno chino, se volvió a realizar una operación de pinzas mentirosas. Por un lado CFK “reivindicando” a Mao, dando a entender que los actuales gobernantes son continuidad del maoísmo, y por otro lado periodistas opositores como Lanata se dedicaron a tirar paladas de basura sobre Mao y la Revolución China. En este caso contando con la colaboración de Israel “Cacho” Lotersztain editor de la revista Lucha Armada, quien desde una supuesta posición de “izquierda” comparó a Mao con Hitler, repitiendo los viejos argumentos de las burguesías imperialistas. Una vez más, renegados de la revolución haciendo de voceros de la derecha más reaccionaria. Nada nuevo. Lotersztain repite un editorial del New York Times, El 1º de octubre de 1999, cuando se cumplió el 50 aniversario de la revolución china; que afirmaba "Millones de personas murieron innecesariamente en hambrunas a consecuencia de las erráticas medidas económicas de Mao Tsetung, y millones más perdieron sus carreras y anhelos profesionales debido al fanatismo de la revolución cultural de los años 60 y 70. Prácticamente todo el progreso económico de los últimos 50 años ha ocurrido después de 1978, desde que Deng Xiaoping abandonó los principios del socialismo maoísta, abrió las puertas de la economía al mundo y liberó el espíritu empresarial del pueblo chino".
Logros de China socialista
Cuando triunfó la revolución, China era “un país semicolonial, semifeudal, dominado por varios imperialismos, con 600 millones de habitantes sumergidos en el hambre, las enfermedades y el analfabetismo. Con un inmenso mar campesino y un proletariado muy pequeño. El Partido Comunista de China encabezado por Mao Tsetung dirigió la revolución de nueva democracia que liberó del yugo imperialista y semifeudal e instauró luego la dictadura del proletariado en el país más poblado de la tierra. Asegurando pan, trabajo, tierra, vestido, techo, salud y educación para todos (Programa del PCR)”.
En los casi 30 años que el proletariado estuvo en el poder, hegemonizando el proceso de la revolución democrática en un país dependiente, y avanzando hacia el socialismo, fueron inmensos los cambios para el pueblo chino. La expectativa de vida subió de 32 años en 1949 a 65 años en 1976. Antes de la revolución cuatro millones de personas morían al año de enfermedades contagiosas y 60 millones eran adictas al opio. La revolución sacó de la hambruna permanente a millones de campesinos. En 1976, la revista Time reconoció que el problema de alimentar a la población china "ya se solucionó". En una generación, la tasa de alfabetización subió de 15% en 1949 a 80-90% a mediados de los años 1972.
El protagonismo de las mujeres en el proceso revolucionario chino trajo profundos cambios durante el socialismo. Terminó con los matrimonios concertados, la brutal práctica de vendarle los pies a la mujer y el infanticidio de niñas. Mal que le pese a difamadores como Lotersztain, Mao no estaba de acuerdo con el control de la natalidad, ya que pensaba que el principal factor de crecimiento era la fuerza humana. Los que pregonaban eso eran sus oponentes, que impusieron el mismo después de su muerte, con Teng Siaoping. Un nuevo movimiento de mujeres, mayor y con una visión más amplia que nunca antes, se propuso eliminar la división de trabajo que subordina las mujeres a los hombres y rebasar el estrecho marco de la vida hogareña, como se describe en La mitad del cielo, de Claudie Broyelle.
Con Mao la economía industrial china tuvo un crecimiento impresionante, un promedio de 10% al año, incluso durante la Revolución Cultural. China, llamada antes de la revolución el "enfermo de Asia", se transformó en una potencia industrial importante, se paró sobre sus propios pies, y esto lo logró combatiendo la explotación, la dependencia y la intervención de distintas potencias imperialistas.
La producción agrícola creció a un ritmo de 3% al año, un poco mayor que el crecimiento de la población. En 1949, solo 26.000 hectáreas tenían riego; pero en 1974 más de 40 millones de hectáreas tenían sistemas de riego y China era el país con la mayor extensión de tierra irrigada del mundo. La conservación de agua, medidas para controlar las inundaciones y la erosión, y masivas campañas de reforestación cambiaron la fisonomía del campo.
La red ferroviaria se extendió a todos los municipios, provincias y regiones autónomas (con excepción del montañoso Tibet). Además, la extensión de las carreteras aumentó más de nueve veces, y se rompió el aislamiento de provincias como Sichuan, Guangxi y Fujian.
Por esto y por muchas otras razones que merecen mucho más que estas líneas, reafirmamos que “Después de la revolución rusa de 1917, la victoria de la revolución china es el acontecimiento más importante en la historia del movimiento revolucionario del proletariado internacional. Mao Tsetung desarrolló el marxismo-leninismo en todos los planos: en la teoría revolucionaria, en la teoría de la guerra, en la teoría económica y en la filosofía. (…) En la lucha por avanzar hacia una sociedad sin explotadores ni explotados, Mao Tsetung formuló la teoría de la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado e impulsó la Revolución Cultural Proletaria para impedir la restauración burguesa. Este es su principal aporte al desarrollo de la teoría marxista-leninista (Programa del PCR)”.